Miguel Cabrera
Foto: Tigres de Detroit/ Instagram

El beisbol venezolano cierra un ciclo de 20 años que comenzó la noche del viernes 20 de junio de 2003 cuando un muchachón de Maracay de 20 años y 63 días de edad conectó su primer imparable en las Grandes Ligas: un jonrón en el undécimo episodio para decidir la victoria de su equipo, los Marlins de Florida (ahora Marlins de Miami). Fue el pelotero 18.299 en llegar a las ligas mayores de Estados Unidos, de acuerdo con el portal Baseball Reference, y apenas el tercero en un siglo en sacar la pelota del parque para ganar el juego de su debut. Miguel Cabrera estaba destinado a marcar una época, y el último out de esa época brillante cayó el domingo pasado en Detroit entre vítores, aplausos y reconocimientos para un bateador que está entre los mejores de la historia más que centenaria de la pelota.

Con 40 años, cumplidos en el último abril, la hoja laboral de Miguel Cabrera es impresionante: 21 años de carrera en el llamado mejor beisbol del mundo, 2.797 juegos disputados en los que acumuló más de 3.000 hits y 1.881 carreras impulsadas, más de 500 jonrones y 600 dobles, triple coronado (en 2012 y a punto de repetir en 2013, no se conseguía desde 1967 y no se ha igualado), cuatro veces líder en promedio al bate y un average sobre los 300 puntos que define la excelencia en eso de darle a una bola que cruza el home a la velocidad de un relámpago. Fue campeón de la Serie Mundial con los Marlins y perdió otra con sus Tigres de Detroit, equipo al que seguirá unido como asistente especial del presidente de operaciones de beisbol.

Todo indica que Miguel Cabrera –Miggy, en el norte– será elevado al Salón de la Fama del beisbol estadounidense, donde lo espera Luis Aparicio, el único venezolano en recibir tal honor por su impecable desempeño en el shortstop desde finales de los años cincuenta y hasta mediados de los setenta del siglo pasado.

En su temporada de despedida, Cabrera fue ovacionado en todos los estadios en los que jugó, porque su extraordinario desempeño en el campo es apreciado –reverenciado, sería lo correcto- por compañeros, rivales y antiguas jugadores estrellas, por managers y directivos, la prensa y el público dentro y fuera de Detroit. A lo largo de su carrera, la imagen Miggy copó coberturas y portadas de Sports IllustratedSporting NewsBaseball AmericaESPNFox Sports. Su presencia en la Ciudad del Motor, a la que llegó en un cambio en 2008, incrementó la asistencia al estadio y la sintonía de los juegos por televisión, en una urbe perturbada por el colapso financiero, el desempleo y la violencia, como registra el libro El Bateador Maravilla, del periodista Héctor Becerra.

El ciclo virtuoso de Miguel Cabrera ha coincidido, en mala hora, con un período aciago de la historia venezolana. Él, que nació y se crió en una barriada popular, nos recuerda con su ejemplo de disciplina y tesón, con su sentido de jugador de equipo, que es posible forjarse un destino, vencer las dificultades y alimentar la alegría y la esperanza.

Cabrera ya no estará en el campo pero deja un listón muy, muy alto al que ahora aspiran, entre otros, Ronald Acuña Jr., de tan solo 25 años, y Luis Arráez, de 26, que se adueñaron de un montón de liderazgos en la Liga Nacional de Estados Unidos en la temporada de este año. Venezuela sigue bateando.