El riesgo de que el relato hipócrita frustre los planes de Milei
El gobierno de Javier Milei deberá darle prioridad a la comunicación, en un año en que no habrá pauta oficial para los medios. También deberá hacer gala de una austeridad extrema y lo simbólico será siempre importante
Aunque el nuevo gobierno empezó con un correcto diagnóstico y hay buena expectativa en los mercados, el kirchnerismo adelanta su predecible estrategia: responsabilizar al oficialismo por la crisis actual.
El ministro de Economía argentino, Luis Caputo, reconoció que el próximo mes la inflación será “considerablemente mayor” que en el anterior. Una vez más, admitió que el país comenzará a transitar un complicado 2024, producto de la corrección del déficit fiscal heredado de la administración saliente. Aunque la gente comprende que por primera vez el gobierno les dice la verdad, el tejido social está absolutamente roto y no es muy amplio el margen para aguantar una extensa crisis.
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Al menos, la gestión de Javier Milei puede ser optimista con respecto a la reacción del mercado y la confianza internacional con la que empezó su mandato. Pero en el ámbito político doméstico, el kirchnerismo y la izquierda se preparan para una lucha retórica y mentirosa: consolidar el argumento que la grave situación se debe a las “políticas de ajuste” y no a la herencia recibida.
Así se abre el interrogante que puede definir el destino de Argentina en el largo plazo: ¿Se logrará revertir la curva antes de las elecciones de medio término de 2025, o el oficialismo deberá ir a las urnas en medio de la recesión, con alta inflación y con aumentos preocupantes en el índice de pobreza?
Por lo pronto, el gobierno de Milei deberá darle prioridad a la comunicación, en un año que no habrá pauta oficial para los medios. También deberá hacer gala de una austeridad extrema y lo simbólico será siempre importante.
Argentina se abrocha el cinturón de una álgida montaña rusa y comienza un camino, que si bien tiene como final el éxito y la prosperidad, habrá que ver si la ciudadanía soporta el recorrido y no demanda a mitad de camino el retorno a las soluciones mágicas, que son garantía de fracaso.
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