Historia del siglo XX – 12 –
Grado de afectación producido por de las guerras masivas
Las guerras del siglo XX afectan a todos los habitantes, muchos de los cuales, además, llegan a tener participaciones activas en las contiendas. También se entiende que exigen armamentos que requieren de una modificación del conjunto de las economías para fabricarlos en grandes cantidades. Además, generan altos niveles de destrucción y trastocan por completo la existencia en los países que intervienen.
En periodos anteriores las guerras que afectaban a toda la sociedad eran excepcionales. Se pueden incluir en este grupo a guerras altamente destructivas como la ocurrida en la Francia de la revolución. Otro conflicto de relevancia fue la guerra civil en Estados Unidos. Debe apuntarse como la confrontación más sangrienta de toda la historia de ese país. En esta contienda hubo tantas bajas para Estados Unidos como las que resultan de sumar las dos guerras mundiales, la guerra de Corea y la guerra de Vietnam.
A partir de 1914 todas las contiendas fueron masivas. Durante la Primera Guerra Mundial Gran Bretaña enlistó al 12,5% de todos los hombres. Alemania utilizó al 15,4% de sus hombres y Francia al 17%. Pero en el curso de la Segunda Guerra Mundial todos los países beligerantes se valieron del 20% de sus hombres.
La economía debe también sostener la guerra
Tal movilización masiva no podía sostenerse durante años sin contar con el respaldo de una economía industrializada moderna de alta productividad y llevada a cabo por la porción de la población que no combatía. Por ejemplo, las economías dependientes del agro no podían desprenderse de un porcentaje significativo de su mano de obra.
Pero incluso en los países fuertemente industrializados no se podía resentir la cantidad de personas destinadas a la mano de obra. Por esa razón, en el curso de las nuevas guerras se impulsó la inclusión de la mujer en el trabajo fuera de su casa. Esto se hizo de modo temporal durante la Primera Guerra y de manera definitiva en la Segunda Guerra Mundial.
Los materiales en tiempos de las guerras masivas
Si se consideran los materiales que necesitaron las guerras modernas, también en ese orden fueron masivas. Los alemanes llamaron a este fenómeno “Batallas de Materiales”, en referencia al frente occidental entre 1914 y 1918. Francia, con su escasa capacidad industrial debió elevar su producción de 12.000 a 200.000 proyectiles por día. Por su parte, Rusia producía, normalmente, alrededor de 150.000 proyectiles diarios. Para alcanzar tales cifras, se desprende que los procesos de ingeniería mecánica de los fabricantes debieron recurrir a cambios radicales.
En cuanto a los suministros de guerra no relacionados de manera directa con la destrucción, durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial existen registros de que Estados Unidos encargó más de 519 millones de pares de medias y 219 millones de calzoncillos. Por su parte, se sabe que Alemania satisfizo sus necesidades burocráticas durante la guerra encargando más de 6 millones de almohadillas entintadas para los sellos que utilizaban sus oficinas militares. La guerra exigía que toda producción destinada a la misma fuera pensada a gran escala.
La gestión de la producción y sus nuevos problemas
La guerra amplia, masiva se constituía, entonces, en la empresa de mayor dimensión que había conocido el hombre. Organizarla y gestionarla requería su máxima atención.
El primer problema novedoso radicaba en la competencia de los gobiernos en cuanto a las cuestiones militares. Desde el siglo XVII ésta había sido una tarea asumida por los gobiernos al encarar una gestión permanente de los ejércitos, dejando de contratarlos a los empresarios militares. Los ejércitos y la guerra en sí misma pasaron a convertirse en una industria de mayor relevancia que las empresas privadas. Hacia finales del siglo XIX se estableció una suerte de sociedad entre los gobiernos y los fabricantes privados de armamento, sobre todo en el ámbito de la alta tecnología (artillería y marina)
Segundo problema: En el periodo que transcurrió entre la Revolución Francesa y la Primera Guerra Mundial quedó ampliamente establecido que en tiempos de guerra la economía tenía que seguir funcionando como en tiempos de paz. Algunas industrias se veían afectadas por la guerra, como es de suponer. Por ejemplo, los fabricantes de ropa debían enfrentar una producción de prendas militares en una cantidad impensada durante los tiempos de paz.
¿Cómo financiar las guerras?
¿Se debían solventar mediante créditos o a través de impuestos directos? Al Ministerio de Hacienda le correspondía la misión de guiar la economía del país durante la guerra. En el transcurso de la Primera Guerra Mundial que requirió más tiempo para resolverse del que se había pensado, se usaron más recursos humanos y materiales que los que se había previsto. Pero la economía continuó desarrollándose como en tiempos de paz. En consecuencia, el control escapó de las manos de los Ministerios de Hacienda. Y esta situación empeoró con la actitud del poder político de ir tras la victoria sin detenerse a evaluar su costo. Por ejemplo, Gran Bretaña gastó en ambas guerras mundiales más de lo que tenía, lo que implicó severas consecuencias para su economía.
La guerra moderna imponía dirigir y planificar la producción de guerra teniendo en cuenta, tanto los costos como al conjunto de la economía. La Primera Guerra Mundial les dejó esa enseñanza a los gobiernos. Sin embargo, sólo tuvo un carácter gradual la toma de conciencia de tal aprendizaje.
Al iniciarse la Segunda Guerra únicamente La Unión Soviética y Alemania gozaban de los medios necesarios para controlar la economía en un escenario de conflicto bélico.
Por otra parte, Estados Unidos y Gran Bretaña no contaban ni siquiera con medios rudimentarios para dirigir lo económico en tales circunstancias. De todas maneras, las economías de guerra planificadas por los países occidentales demostraron ser más eficientes que la alemana en ambas guerras mundiales. La explicación puede hallarse en que Alemania había planificado una “guerra relámpago” pero la misma se extendió en el tiempo. Entonces ocurrió que perdió eficacia en la movilización de los recursos para la guerra y desatendió, consecuentemente, a su población civil.
Por otra parte, los sobrevivientes de la Primera Guerra, tanto británicos como franceses gozaban de mejor salud que antes de la contienda. Y los ingresos reales de los trabajadores habían aumentado.
Los alemanes, en tanto, comían peor y sus salarios habían disminuido hacia el final de la guerra.
Cuando terminó la Segunda guerra Estados Unidos era más rico y la Unión Soviética era más pobre.
La economía de guerra alemana tuvo a su disposición la mayor parte de las riquezas de Europa, pero, al terminar la guerra tuvo que afrontar la gran devastación que había sufrido su territorio.
En comparación, el consumo de la población de Gran Bretaña había descendido el 20% en 1943. Pero hacia el final de la guerra se verificó en el país una mejor alimentación y una población más sana. Esto fue así porque el objetivo permanente de esa economía de guerra planificada era el de buscar la igualdad en la distribución del sacrificio y la justicia social. En cambio, el sistema alemán era injusto por naturaleza. Alemania utilizó tanto los recursos como la mano de obra de la Europa bajo su mando y trató a los extranjeros como seres inferiores. Pero el trato hacia los polacos, judíos y rusos fue el más denigrante. Para ellos, constituían la mano de obra esclavizada que ni siquiera merecía ser mantenida con vida.
Mario Daniel Casas
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