La bravuconada del gobernador de Chubut que no entiende que no hay plata
Ignacio Torres amenazó al gobierno nacional por un supuesto recorte presupuestario, pero el ministerio del Interior lo desenmascaró en televisión.
En Argentina, la mayoría de los gobernadores no entienden que tiene lugar un cambio de época trascendente. Usualmente, cuando los intendentes, mandatarios provinciales o presidentes asumían en sus cargos, lo hacían prometiendo austeridad, control en el gasto, con el compromiso de terminar con el despilfarro. Claro que las palabras quedaban en la nada sistemáticamente. A veces, porque simplemente se trataban de mentiras, y otras porque los mandatarios no podían imponerse a los grupos de presión que conseguían renovar sus prebendas y privilegios.
Javier Milei se tomó la cosa en serio. Pero por el sistema deficitario y colectivista que primó hasta este momento, sumado a los desincentivos de la coparticipación federal (que de federal no tiene absolutamente nada), la austeridad tendrá que ser seguida en buena medida al pie de la letra por los gobernadores provinciales, que solían endeudarse con los presidentes que luego les salvaban las papas del fuego imprimiendo billetes.
Ayer irrumpió en la escena nacional Ignacio Torres, gobernador de Chubut. Sin medias tintas, amenazó al presidente con cortar toda la producción y el envío de hidrocarburos, si el gobierno no les daba la plata que le estaba reteniendo “ilegalmente” a su provincia. Curiosamente, varios gobernadores y representantes de la oposición, incluyendo al kirchnerismo, se sumaron al reclamo/amenaza de Torres. Pero con el correr de los minutos, cuando empezó a bajar la espuma del conflicto, quedó en evidencia que el gobernador se había metido en un serio problema. Y que los que los que lo respaldaron habían “quedado pegados”.
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El primer traspié que sufrió Torres en los medios fue cuando quedó en evidencia que lo que él proponía como respuesta al gobierno nacional, no se podía hacer de ninguna manera. La producción que amenazaba detener es de empresas privadas y estatales, que no están bajo la órbita provincial. Por esta cuestión, mediante un comunicado, el Poder Ejecutivo tildó de “amenaza chavista” a la actitud del mandatario provincial.
Pero todo terminó abruptamente cuando apareció en televisión el ministro del Interior, Guillermo Francos, para explicar lo que realmente sucedió con esos fondos. Los mismos son parte de una deuda de Chubut con la Nación, que se cobra de manera automática mediante una retención de las transferencias de recursos de la coparticipación. En términos individuales, es como tener la tarjeta de crédito en débito automático, comprar voluntariamente un electrodoméstico de 1200 en 10 cuotas fijas y que al momento de cobrar el sueldo, con la fecha de vencimiento de la tarjeta, el banco debite 120 de forma automática. ¿A quién se le ocurre que la persona pueda ir a tirar piedras a la entidad bancaria, pidiendo que le devuelvan “su” dinero? Más o menos, esto hizo ayer Torres en Argentina.
Claro que el gobernador chubutense puede argumentar que él no tomó la deuda que recibió su gestión, que comenzó el año pasado. Bueno, tampoco Milei fue responsable del despilfarro kirchnerista, pero está poniendo las cuentas en orden. Claro que eso el lo que Torres y sus colegas se niegan a hacer. El último año, Chubut fue la segunda provincia en incrementar el empleo público irresponsablemente.
Anoche, mientras sucedía todo esto, se me ocurrió entrar al boletín oficial de la provincia y pude corroborar que no hay ninguna intención de corregir el rojo. Los gastos discrecionales, que nada hacen a lo fundamental de la gestión provincial siguen vigentes. ¿Es torres peor que sus predecesores? Probablemente no, pero el destino lo puso en un lugar, en el momento donde no podrá hacer uso de los fondos públicos como lo hicieron los que estuvieron antes en su cargo. ¡No hay plata!
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