Nueva Cádiz: ruinas que estimulan investigación, conocimiento y turismo histórico
Fue la primera ciudad en Venezuela y Suramérica. Puerta de entrada de la colonización española por estos lados y emporio perlífero agotado por la desaforada extracción; localidad urbana destruida por la furia de la naturaleza. Quedan sus vestigios arqueológicos, considerados una joya de la historia que genera curiosidad y merece resguardo patrimonial
La existencia de las ruinas de lo que fue Nueva Cadiz en la isla de Cubagua, primera ciudad fundada hace cinco siglos en el territorio de lo que posteriormente seria no sólo Venezuela sino Suramérica, es hoy fuente de conocimientos, tanto para investigadores como para el ciudadano de a pie; margariteños y turistas interesados en historias inéditas sobre un espacio que brinda vestigios arqueológicos.
Cristóbal Colón llega a la isla en su tercer viaje, en 1498. Fue explorada por su riqueza en perlas, lo que agotó en pocos años la proliferación de ostras. Todo ello mientras la etnia guaiquerí contemplaba el uso de su territorio ancestral, controlado, normado y reglamentado por la Corona. Posteriormente fue convertida en población urbana planificada, aunque de pronta desaparición en 1541 por efectos de un poderoso huracán o destructiva vaguada. Finalmente quedaron vestigios de piedra, hoy notoriamente reducidos por la inclemente erosión de vientos y lluvias durante cinco siglos.
Se trata específicamente del origen del país que, a juicio de la profesora Grecia Salazar Bravo, caraqueña de nacimiento y margariteña de crianza desde la niñez, es una historia que ha sido conocida superficialmente. El interés por este pasado le viene en la sangre: su bisabuelo, Pedro Ezequiel Bravo Avila, fue buzo de escafandra y en su niñez ya ella tuvo curiosidad por las historias alrededor de la captura de ostras para extraer perlas. Ya como estudiante de Historia, estimó natural y lógico hacer su tesis de grado sobre todo ese conocimiento.
Magister en Historia Regional de Venezuela, licenciada en Artes Plásticas y Museología, Conservación del Patrimonio e investigadora de experiencia en el tema de Nueva Cádiz y Cubagua, autora del libro «Los Buscadores de Perlas, Historia y vida cotidiana en Nueva Esparta 1900 – 1950» y de otras publicaciones como “Las Perlas en Nueva Esparta en el Siglo XIX. Tierra Firme jul. 2015” y “La Vida Cotidiana en la Cubagua del siglo XVINuestro Sur jun. 2010”; actualmente la profesora Salazar participa como instructora en excursiones turísticas a la isla y a las runas. En esta entrevista con El Estímulo, da un panorama de la actividad en la actualidad.
–Se comenta que se han reactivado las miradas sobre Cubagua, isla que forma parte del estado Nueva Esparta junto con Margarita y Coche. Sin embargo, la promoción turística hacia estas dos últimas reafirmó por mucho tiempo la idea de desolación sobre la primera, lo que ha ido modificándose por percepciones y reflexiones recientes acerca de las ruinas de Nueva Cadiz; un patrimonio histórico que está ahí y se ha ido convirtiendo en valor agregado y en una motivación para el turismo histórico…
-El turismo desarrolla una actividad específica a partir de un patrimonio histórico. Es turismo cultural, muy activo en los últimos años, es esencialmente el interés de visitar ruinas, monumentos, iglesias, castillos, para resaltar valores culturales, es propiciar el conocimiento por las referencias de un pasado trascendente que están allí. Eso es lo importante, más allá del sólo deseo de hacer un paseo de entretenimiento o de esparcimiento en lugares agradables. Sí, se trata de hacer una visita, pasear, pero con un sentido que une lo histórico con lo cultural.
La investigadora insiste y reafirma la relevancia que su condición profesional asigna a la actualización del interés por las ruinas de Nueva Cádiz. «Es lo hermoso de remontarse a un pasado histórico sobre el que se desconocen muchos aspectos y sobre los que se descubren datos y explicaciones», explica.
–Se trata de fuentes de conocimientos vivas, están allí. El turismo es una herramienta para actualizarse sobre esa realidad histórica. En este caso, de lo que fue Nueva Cádiz. Es imaginable que cuando se entra en contacto con esa fuente de conocimientos o de actualización de datos, surge la curiosidad, no sólo entre el común de las personas sino también para investigadores, historiadores. En cada visita allá, ¿qué es lo que sobresale como inédito?
-Para los propios margariteños, Nueva Cádiz y Cubagua han sido siempre como un sitio mítico. Es porque sólo se llega navegando y es difícil el acceso. Es normal en salones de clase que muchos estudiantes digan que no conocen Cubagua, o si han ido es a la playa más no a las ruinas.
«Para los propios margariteños, Nueva Cádiz y Cubagua han sido siempre como un sitio mítico»
Grecia Salazar Bravo, profesora e investigadora
También en la memoria colectiva se cree que es una ciudad que se hundió y es una creencia que ha ido pasando por generaciones. Entonces la realidad histórica es que Nueva Cádiz no está hundida y lo que hay son sus ruinas, que las dejó una fuerte vaguada de las que ya se han establecido, por ejemplo, sus trazados urbanos.
Visitantes instruidos
El relato de Grecia Salazar, y es la inducción a los excursionistas, abre con la referencia de que los españoles hacían exploraciones y rescate de perlas en la isla desde aproximadamente 1505. Y ya en 1520 Nueva Cádiz era una localidad urbana establecida con normas y ordenanzas.
Refiere que en 1508 fueron llevados a Cubagua los lucayos, etnia indígena de lo que hoy son Las Bahamas, para que, sometidos, buscaran perlas porque buceaban muy bien. El indígena guaiquerí siempre estuvo en condición de vasallo libre de Su Majestad y el peninsular no podía, en consecuencia, usarlo para la extracción de perlas en condición de esclavitud, lo que sí ocurrió con lucayos e incluso caribes, asegura Salazar.
La historia más conocida es que de Cubagua se extrajeron grandes cantidades de perlas y, precisa la investigadora, que por ello se le concedió a Nueva Cádiz, mediante Real Cédula fechada el 12 de septiembre de 1528, el título de ciudad; lo cual había sido solicitado por sus habitantes en carta al emperador Carlos V; éste le otorgó su escudo tallado en piedra, y en agradecimiento, fue puesto en la sede del ayuntamiento, ya que Cubagua y sus perlas habían generado riqueza para él y para la Corona. Ese escudo se exhibe hoy en el Museo Nueva Cádiz, en La Asunción, capital de Nueva Esparta.
El Quinto Real
Sin duda, el investigador asume como un valor el orgullo de haber profundizado en las raíces de la historia, lo que se percibe claramente en el relato de la profesora Grecia.
De sus indagaciones por años, ella indica que la vida de Nueva Cádiz “fue corta pero intensa” y desde allí ocurrieron “varias primeras veces” para la historia de Venezuela. “Cubagua fue la entrada de la colonización española. La cultura, la música, el pan, la harina de trigo, la religión, los primeros templos y asentamientos, el primer ayuntamiento, todo por primera vez sucede en Nueva Cádiz, las ordenanzas, el primer impuesto, el Quinto Real que era la quinta parte de una extracción que le correspondóa a la Corona.
«Cubagua fue la entrada de la colonización española. La cultura, la música, el pan, la harina de trigo, la religión, los primeros templos y asentamientos, el primer ayuntamiento»
Grecia Salazar Bravo, profesora e investigadora
El investigador Enrique Otte , por su parte, asegura en su libro “Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua” que serían poco más de 11 toneladas de perlas (exactamente 11.877 kilos) sobre la base de legajos consultados en el Archivo de Indias. Por supuesto, al margen de lo que se supone fue la extracción ilegal -que sí la hubo-, según testimonios recogidos en numerosas indagaciones.
“Ahora, más allá de alguna curiosidad sobre esos montos y lo que en dinero representó, como investigadora me he inclinado más sobre la cotidianidad que se vivió en Nueva Cádiz. Por ejemplo, hubo imposiciones de las autoridades coloniales para que en correspondencia con la naciente urbanidad de la ciudad, la vida de los pobladores peninsulares no fuera de ostentación, dadas carencias básicas de una isla inicialmente aislada que carecía de suministro de agua potable, por ejemplo.
«Pero la vida en la semidesértica Cubagua no era fácil«, prosigue el relato, ya que la escasez de agua y los alimentos debían aliviarse desde las ya activadas Cumaná y Margarita, así como desde La Española y la propia España, es decir el naciente mercado comercial que generó riquezas rápidas e importantes.
Refiere, como parte de lo que en las visitas a las ruinas se indica a los excursionistas, que, en cuanto al día a día de los cubagüenses, se impusieron reglas para mantener el orden en la pequeña pero agitada ciudad, que en su época de mayor esplendor llegó a tener cerca de 1.000 habitantes. “Por ejemplo, en cuanto a la alimentación se estableció que la harina, el vinagre y el aceite que venían de Castilla, debían revisarse por los oficiales reales antes de usarse y que el pan tendría un tamaño específico; y para mantener la salubridad se dispuso que ninguno botara basura en las calles ni en la playa, salvo en un lugar marcado para ello dentro del mar».
“Nueva Cádiz de Cubagua: pequeña en tamaño, pero grande en historia», reafirma orgullosa esta profesora.
Sobre esa efímera semilla de lo que posteriormente fue la república, hay todavía mucho desconocimiento. Grecia Salazar sostiene que Cubagua cayó en una profunda oscuridad de conocimiento hasta los años 50 del pasado siglo, cuando Josep María Cruxent (1911-2005), padre de la arqueología en Venezuela, y el maestro Pablo Vila (1881-1980), hicieron una valiosa expedición conjunta UCV-Pedagógico de Caracas (1954-1957) par ubicar esas ruinas desde el factor arqueológico. Así la muestran al mundo, orientados por investigaciones históricas. Se une Alfredo Boulton que documenta gráficamente el descubrimiento. Así sale Nueva Cádiz del olvido.
«Se hacen los primeros planos de lo que fue la ciudad y han sido identificados por las investigaciones arqueológicas los lugares como la plaza, la iglesia y la ermita de Nuestra señora de La Inmaculada cuya imagen, rescatada luego de la vaguada, fue denominada como la Virgen del Valle en territorio margariteño», explica la investigadora.
La profesora Grecia sugiere que la necesidad de una estructura que permita identificar los espacios en los que trascendió la vida de los habitantes de Nueva Cádiz, por parte del Instituto de Patrimonio Cultural, la institución que supervisa las actividades de visitantes en las ruinas.
El resguardo
Otra sugerencia de la investigadora es la necesaria observación para que se vele porque el visitante sea orientado acerca del resguardo del patrimonio. Plantea un número limitado de excursionistas y que no se permita la extracción de residuos de las ruinas.
En este sentido, se hizo la consulta correspondiente en el Instituto de Patrimonio Cultural, obteniéndose respuesta sobre el tema por parte del profesor Frank Tabasca, representante de la oficina en Nueva Esparta. Se le requirió la visión institucional sobre Nueva Cádiz como fuente de conocimiento y su preservación como valor histórico. Esta fue la respuesta:
«Por la significancia de su dinámica historia el 5 de Noviembre de 1979, la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación (actualmente Instituto del Patrimonio Cultural), se declara las hoy conocidas como Ruinas de Nueva Cádiz Monumento Histórico Nacional, la más alta distinción que puede recibir un patrimonio con valores históricos-culturales.
“Por tanto compete al Instituto del Patrimonio Cultural, órgano a nivel nacional que vela por el resguardo del patrimonio cultural de la nación, consolidar las ruinas de Nueva Cádiz, utilizando las técnicas modernas adecuadas para su conservación. Estimular nuevas investigaciones arqueológicas, y que estas no se realicen sin su autorización, prohibir la construcción de rancherías y la realización de actividades que atente contra su trazado urbanístico, además evitar la extracción de las piezas que se consideren parte de las vetustas ruinas.
“Estas competencias deben contar con el respaldo de la alcaldía del municpio Tubores, la gobernación de estado Nueva Esparta y la Armada Nacional. Es imprescindible mantener activas las medidas de conservación, protección, mantenimiento y vigilancia permanente.
“Estas regulaciones se extiende más allá de las ruinas de Nueva Cádiz, pues, se han realizado inventarios de los objetos y piezas halladas, colecciones que permiten trazar una trayectoria de su formación urbana, de la cotidianidad y el abandono a que fueron sometidas luego de su declive perlífero. Son diversos los estudios históricos y científicos realizados a las ruinas, por tanto, son de vital interés las investigaciones, fuentes primarias, planos, fotografías, dibujos, grabaciones, entre otros materiales que sirvan al proceso de construcción del devenir socio-histórico de la ciudad génesis de la actual nación venezolana.
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