Para san Luis María Grignion de Montfort, no solo el Espíritu Santo está en el origen de la misión de María, sino que, a su vez, María atrae al Espíritu Santo:
«Quien quiera tener el fruto maduro y bien formado, debe tener el árbol que lo produce. Quien quiera tener el fruto de la vida, Jesucristo, debe tener el árbol de la vida, que es María. Quien quiera tener en sí la operación del Espíritu Santo, debe tener su Esposa fiel e indisoluble, la divina María, que lo hace fértil y fructífero, como hemos dicho en otra parte» (VD 164)
María regala a los fieles los dones del Espíritu Santo:
- María da los dones del Espíritu Santo en virtud de su divina maternidad (ASE 207; SM 9; SM 10; VD 140; VD 141).
- María da los dones del Espíritu Santo en virtud de su relación directa con el Espíritu Santo, porque Ella es el paraíso donde el Espíritu Santo viene a morar (VD 261).
- María da los dones del Espíritu porque está unida a Él de manera particular, siendo su esposa virginal y porque es humilde:
«Dios Espíritu Santo ha comunicado a María, su fiel Esposa, sus dones inefables y la ha elegido para ser dispensadora de todo lo que posee: para que lo distribuya a quien quiera, tanto como quiera y cuando quiera, todos sus dones y gracias; y no se da a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales.
Porque tal es la voluntad de Dios, que quiso que tuviéramos todo [por] María: porque así Ella será enriquecida, elevada y honrada por el Altísimo, que por su propia humildad fue empobrecida, humillada y escondida hasta el abismo de la nada, a lo largo de su vida. Estos son los sentimientos de la Iglesia y de los Santos Padres» (VD 25).
No hay comentarios:
Publicar un comentario