“Llevo dos por el pecho”: una periodista de la red sobrevivió a dos tipos de cáncer y lo relata en primera persona
El 19 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama. Y, de acuerdo al estudio “Pronósticos de la mortalidad e incidencia de cáncer en Venezuela”, año 2023, en Venezuela, esa enfermedad es la principal causa de muerte en mujeres y yo, ¡soy sobreviviente de cáncer!
IPYS Marieva Fermín – 28/10/24
Mi nombre es Marieva. Tengo 64 años y desde el 2016, de la mano de Dios, de mis médicos y de mi familia, he logrado superar el cáncer en dos oportunidades. No puedo negar que soy muy afortunada, pero también debo reconocer que la detección a tiempo de ambos casos fue determinante para que hoy escriba mi propia historia.
Corría octubre de 2016. Esos años cuando en el país, producto de la crisis económica, no se encontraban medicinas y pagar una operación, por sencilla que fuera, era casi que imposible de costear. No recuerdo el día al que acudí a mi cita con la ginecóloga porque, sin explicación lógica, pues ya había pasado mi menopausia, tenía sangramientos. No eran abundantes, eran unas manchas oscuras que me advertían todos los días que debía ir al médico, que algo no estaba bien.
Pasé varios meses, quizás más de un año, postergando mi visita al médico. Me aterraba pensar que tenía algo malo y que me iba a morir. Gracias a Dios, eché el miedo a un lado y en lugar de seguir preocupándome, decidí ocuparme.
Vivo y trabajo en Barinas, estado homónimo de Los Llanos venezolanos, desde hace casi cuatro décadas. Soy periodista. Por mi trabajo y constantes lecturas de todos los temas en muchas áreas, entre esos la salud, y por mis síntomas, ya sospechaba de algo que no quería asumir.
En Barquisimeto, la capital del estado Lara, me hicieron la biopsia. Soy madre de una extraordinaria hija y tengo una hermosa y solidaria familia que me pidió que me fuera para allá a hacerme lo necesario y para apoyarme en cualquier circunstancia.
Soy Marieva, sobreviviente de cáncer. Foto: Álbum familiar.
El diagnóstico
El 4 de noviembre conocí el diagnóstico: positivo para adenocarcinoma de endometrio, un tipo de cáncer que por lo general se forma en el tejido glandular del endometrio (revestimiento del útero) o del ovario, pero que en ocasiones también se origina en las trompas de Falopio, el cuello uterino y la vagina. Al leer el resultado, sentada en el vehículo de mi hermano y con mi hija a un lado, el mundo se me vino encima. Pensé lo que muchos creen: ¡me voy a morir!
Pero no. No fue así
Sunangela Escalona, ese es el nombre de la gineco-obstetra-oncóloga que me atendió. Ella es mi Ángel en la tierra. Por su edad, puede ser mi hija y es muy espiritual. Desde el primer momento hicimos una buena llave.
Lloré, no lo voy a negar. El resto de mi familia, mis hermanos y mi madre, fueron los siguientes en enterarse de esta circunstancia a la que me iba y nos íbamos a enfrentar. Lo primero, fue reunir el dinero. Un amigo y colega, otro de mis ángeles protectores, quien reside en Estados Unidos y se enteró de mi situación por un grupo de whatsapp, me hizo una llamada telefónica para pedirme mi número de cuenta bancaria porque él, junto a otras personas de su entorno, me iban a pagar mi operación, como en efecto lo hicieron. Ellos me aportaron 850 mil bolívares y mis colegas de El Pitazo, donde laboraba para ese momento, aportaron el resto que faltaba, la intervención costó, para ese entonces, un millón de bolívares. El 30 de noviembre, en la mañana, me operaron. Me practicaron una cirugía estadiadora de endometrio donde me extirparon útero, ovarios y otras muestras.
Los resultados fueron excelentes. Fue una intervención quirúrgica curativa, es decir, que al sacarme los órganos afectados, se acabó con la patología de raíz. Todo salió mejor de lo que se esperaba. El próximo 30 de noviembre, se van a cumplir ocho años.
Acompañada con mi doctora Sunangela Escalona, ella es miembro de la seccional de Ginecología Oncológica de la Sociedad Venezolana de Ginecología y Obstetricia del estado Lara, Foto: Marieva Fermín.
2022: cáncer de mama
Otra vez el miedo llegó. En mi seno derecho «apareció» una bolita a la que nadie invitó. Llegó, silenciosa, sin dolor y casi imperceptible, pero con los meses se fue haciendo más visible e imposible de ignorar.
Mi Ángel, Sunangela, en mi consulta ginecológica anual, me sentenció: De aquí (Barquisimeto) no te vas sin hacerte una mamografía. Ya ella lo sabía, el eco mamario le dijo que esa bolita aparentemente indefensa, no lo era tanto.
El 14 de febrero se celebra el Día del Amor y la Amistad. Esa fecha la llevo grabada como si fuera hoy. Fui al mastólogo con el informe de la mamografía y en esa misma consulta con el médico, me extrajo la muestra para la biopsia. Cuatro puyas cuyo dolor no sé cómo describir.
El 14 de febrero fue mi primera cita con el mastólogo. Como siempre, estoy acompañada de mi hija, pilar fundamental para mi recuperación. Foto: Marieva Fermín.
Julio Rivas, ese es el nombre del médico que se convirtió en el otro Ángel de la familia, porque debo decir que mi madre también es sobreviviente de cáncer de mama y fue el doctor Julio quien la operó hace casi cinco años.
Para hacer la historia más corta. Me enteré del diagnóstico de la biopsia a través de una llamada telefónica que me hizo mi hija, ella en Barquisimeto y yo en Barinas. Callada, esperando lo peor, la escuché: mamá, tienes carcinoma ductal infiltrante de mama derecha, es el tipo más común de cáncer de mama (seno) infiltrante. Empieza en el revestimiento de los conductos galactóforos (tubos delgados que llevan la leche desde los lobulillos de la mama hasta el pezón) y se disemina fuera de los conductos al tejido normal que los rodea. Punto. Nada más que decir.
Estaba en mi casa, sola. Otra vez, vino la lloradita. Es inevitable. Pero aunque no tenía a mi familia a mi lado, ya dije que vivo sola en Barinas y ellos están en el estado Lara, si tuve a una amiga y a un grupo de viejos amigos que se acercaron hasta mi casa para mostrarme su solidaridad. Eso lo agradezco infinitamente, ellos no tienen ni idea del bien que me hizo su presencia ese día.
Ese nuevo golpe no me derrumbó, por el contrario, me sirvió para darme más valor y comenzar a ocuparme por salvar mi vida y eso implicaba buscar los recursos para la intervención quirúrgica que debía ser lo más pronto posible.
En Venezuela, mi país, la red de salud pública presta una precaria atención para combatir esta patología cuya cifras de incidencia se incrementa cada año. Tampoco hay centros públicos para hacer radioterapias. En el 2022, cuando me detectaron el pequeño tumor, apenas funcionaba uno en Guanare, capital del estado Portuguesa, estado vecino de Barinas al que se llega en vehículo particular, en aproximadamente 45 minutos de carretera; el resto es pagar un servicio privado.
Esas 26 sesiones de radioterapia que necesitaba, costaron 1.800 dólares. El 5 de mayo, el precio de la divisa americana según el Banco Central de Venezuela (BCV) era de 4.765 bolívares por cada dólar. En una operación matemática sencilla, ese monto en nuestra moneda de circulación nacional fue de Bs. 8.577.000, es decir, había que reunir 65.976 salarios mínimos de 130 bolívares, monto que sigue vigente, para poder cubrir ese tratamiento posterior a la cirugía. Yo logré reunir ese dinero con un aporte que me hizo la Gobernación de Barinas y otra parte que me cubrió un seguro de vida colectivo que tenía aún vigente en El Pitazo.
El seis de abril, a un poco más de un mes de conocido el resultado de la biopsia, el doctor Julio Rivas me operó, también en Barquisimeto y no es que tenga desconfianza de los especialistas en Barinas, no. Es que, repito, mi madre, ya una anciana de 86 años, mi única hija y mis hermanos, viven en la capital musical de Venezuela, y son ellos quienes siempre han sido mis pilares y mi apoyo.
El 6 de abril de 2022, entrando al quirófano para mi mastectomía. Foto: Álbum familiar.
Con mi mastólogo, doctor Julio Rivas, luego de la operación. Foto: Álbum familiar.
Historias para narrar
En ese tiempo que pasé desde abril hasta junio, fui descubriendo muchas cosas. Algunas buenas y otras no tanto, no porque fueran malas, sino porque son historias de resistencia, resiliencia y tesón que, aplaudo, pero me entristece porque todos merecemos tener las mismas oportunidades, sin desigualdades de ningún tipo..
En mis sesiones de radioterapias conocí a un variopinto grupo de mujeres fuertes y valerosas. Unas más que otras. Cada caso, una historia que contar. El cáncer no distingue de edad, posición social, grados académicos ni sexo. Ahí habían amas de casa, educadoras, administradoras, comerciantes y hasta una religiosa que cubría con su sotana la falta de uno de sus senos.
Muchas de ellas, sus familiares, -la gran mayoría- vendió rifas, hicieron vendimias, rogaron por ayudas gubernamentales y así pudieron reunir, poco a poco, el dinero para cada necesidad. Las quimios, la operación, las radios, los estudios médicos y el tratamiento posterior que algunas logran a través del Seguro Social que, si bien los suministra, muchas veces llegan con demora y vencidos, elaborados por laboratorios de la India. Al menos mi oncólogo, no confía en su calidad.
Otro dato de interés, obtenido de manera extraoficial, es que, en teoría, en Venezuela están activos para radioterapias el Oncológico de Valencia, El Llanito, en Caracas; Hospital Militar de Caracas, el Luis Razetti y el Hospital Universitario. Todos, excepto El Llanito, funcionan de manera intermitente y a conveniencia de quienes los administran.
El 23 de junio de 2022, este grupo culminó su ciclo de radioterapias. Foto: Álbum familiar.
Mi camino
Olvidé decir que en mi primera intervención no requerí de quimioterapia, de radioterapia y ni siquiera de tratamiento con hormonas, eso lo llamo una bendición de Dios.
En el segundo caso, en mi mastectomía oncológica preservadora derecha (solo me sacaron la bolita indeseable), sí requerí de un ciclo de 26 radioterapias y un tratamiento por cinco años. La doctora Escalona me dijo que es un bloqueador hormonal, un inhibidor de la aromatasa (la principal enzima de la síntesis de estrógenos en las mujeres posmenopáusicas). Por cierto, hasta ahora no he sentido efectos colaterales ni se me ha caído el cabello y la verdad es que, quedarme si cabello no me quita el sueño con lo bendecida y afortunada que he sido por Dios y la ciencia.
No soy de estar rezando en iglesias, creo más en hacer el bien sin mirar a quien y conversar con Dios y estoy convencida que esa ha sido mi mayor bendición. Hasta ahora he conseguido siempre mi tratamiento y sin ser adinerada, he podido costear todo este proceso que sé que para muchos ha sido un duro camino por recorrer.
Lo importante en todo esto es la revisión a tiempo porque aunque «ya llevo dos por el pecho», si el miedo me hubiese paralizado, si no creyera en Dios y en el amor de mi hija, mi familia y mis amigos y la confianza en mis médicos, hoy no estuviera contando esta página de mi vida que prefiero narrar de manera positiva y optimista. No soy guerrera, esa palabra no me gusta, prefiero que me digan persistente, optimista y siempre ganadora, solo quiero que sepan que el cáncer sí tiene cura, ¡yo soy sobreviviente de cáncer!.
El abrazo de mi mamá, otra sobreviviente de cáncer, el último día de mis radioterapias. foto: Álbum familiar.
Cifras a considerar:
De acuerdo al Boletín Rosa 2023, Mes de la salud Femenina, elaborado por la Sociedad Anticancerosa de Venezuela, esta es la data más actualizada de esa patología en el país.
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente y la causa más común de muerte por cáncer en mujeres a nivel mundial.
De acuerdo al estudio “Pronósticos de la mortalidad e incidencia de cáncer en Venezuela, año 2023, en Venezuela, el cáncer de mama es la principal causa de muerte en mujeres.
Los cinco principales tipos de Cáncer en la mujer son, de mayor a menor: Mama, Pulmón, Cuello Uterino, Ovario y Cuerpo de Ùtero.
La mortalidad por cáncer en mujeres, en el año 2023 sería de 3515 defunciones, lo que implica un aumento aproximado del 40% con respecto al año 2016, cuando hubo un total de 2513 decesos. En este sentido, la tasa de mortalidad pasó de 16,24 defunciones por cada 100.000 habitantes en 2016 a 20,88 en 2023.
En Venezuela, el cáncer se ubica como la segunda causa de muerte por enfermedad después de las enfermedades cardiovasculares.
A través de los años: Distrito Capital, Aragua, La Guaira y Carabobo presentan la mayor cantidad de tasas crudas, en comparación con el resto de las entidades federales.
A causa del cáncer de mama, cuello uterino y pulmón se perdieron más de ciento quince mil años de vida, en el año 2023, lo cual implica la pérdida de 20 años de vida, en promedio, por muerte prematura a causa del cáncer de cuello uterino, 15 años de vida, a causa del cáncer de mama y 10 años de vida por cáncer de pulmón.
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