La vida después de la violencia sexual
En el año 2023, la vida de Pamela Donquiz dio un vuelco inesperado cuando fue víctima de abuso sexual y decidió denunciar
Eilidibeth Córdova – 11/11/24
Es difícil pensar cómo un encuentro entre dos personas se transforma cuando pronuncias «no». Y esto se convierte en una pesadilla. ¿Qué hacer cuándo un «no» no es escuchado? Pamela Donquiz, de 24 años, nunca se había hecho esta pregunta hasta que le tocó vivirlo.
Su pasión por la música la llevó a dejar su ciudad, Ciudad Guayana, estado Bolívar, y se trasladó a Lechería, estado Anzoátegui. Una localidad que, en los últimos años, se ha convertido en una referencia de la música alternativa en el Oriente del país.
Su deseo de hacer música y dedicarse profesionalmente a este oficio, le permitió relacionarse con personas del entorno. Y así es como llegó a conocer a Alfieri Hernández, en marzo de 2023, un músico conocido de la zona que, más adelante, se convirtió en su agresor.
«Cuando comenzamos a salir, era divertido e interesante porque hablábamos de música y compartíamos gustos similares», explica Pamela.
Pasaron los días y las conversaciones continuaban. Todo parecía normal, hasta que él la invitó a ‘El Toque’, una discoteca conocida en Lechería, y ella dijo que sí. Ese hecho ocurrió en mayo de 2023.
Mientras conducía, tomó la decisión de cambiar de ruta y en lugar de ir a la discoteca fueron a su casa. Pamela dudó pero al final accedió porque le aseguró que “El Toque se achantó” y él estaba ebrio.
Una vez en su casa, subieron a la habitación y comenzaron a besarse. Al principio tenía dudas,, pero se dejó llevar. Cuando le quitó el vestido e intentó penetrarla en más de una oportunidad, ella dijo que no, una y otra vez. Después soltó un “sí”, pero con la única condición de que utilizara preservativo.
Él contestó “no, yo no uso eso”, tomó sus dos piernas, en medio de eso, Pamela puso sus manos para que comprendiera que no estaba dispuesta a mantener un encuentro íntimo con él. Por más que intentó evitarlo, su cuerpo por el cansancio, por miedo, dejó de luchar y fue agredida sexualmente.
Al día siguiente, Pamela intentó olvidarlo y se preguntaba una y otra vez si realmente había sido víctima de violencia sexual. Justificaba sus pensamientos con frases como: «Quizás no es para tanto», «Si lo olvido, no pasó”.
Pero, no lo pudo olvidar y su cuerpo tampoco. Después de dos meses, en julio de 2023, conoció otras historias similares a la suya con el mismo sujeto y eso la llevó a decidir que no quería seguir ocultando el nombre de su agresor y denunció ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).
“Una violencia expresiva”
Para Rita Segato, antropóloga feminista, la violencia sexual no es instrumental sino expresiva. Es una forma en la que los hombres pueden replantear su poder y ejercer su masculinidad.
“La violencia sexual es una violencia no instrumental, no utilitaria, como el sentido común la construye, sino expresiva. O sea, es un enunciado, es una exhibición, es un espectáculo”, dijo Segato en una entrevista para El Espectador.
“Porque hay una necesidad de exhibición, de una capacidad de dominación para la construcción de la masculinidad. Es un tributo. Para que un hombre sea un hombre, tienen que tributar a la mujer”, alega.
Según el concepto de Segato, la violencia sexual se convierte en un tributo que los hombres deben pagar para ser considerados como tales. Es una forma de controlar a las mujeres y afirmar su masculinidad.
Esto les permite, ante la sociedad, justificar sus actos bajo el concepto de “disfrute” y evadir su responsabilidad.
Dicho comportamiento perjudica principalmente a las víctimas, porque hace que se debatan si realmente sufrieron este tipo de violencia y les cueste reconocerlo, como le sucedió a Pamela.
Kika Martorell, psicóloga especialista en violencia de género, afirma que es normal que en dinámicas desiguales las mujeres sientan dudas durante el acto.
El consentimiento es reversible, esto significa que es válido el arrepentimiento en cualquier punto del acto.
“Como mujer, puedes querer tener intimidad con esa persona que estás conociendo, que ya conoces o lo que sea… pero también en ese momento en el que dijiste que sí, te puedes arrepentir y decir que no”, aclara.
Las razones por las que una mujer puede cambiar de opinión pueden ser amplias. Martorell menciona, por ejemplo, el temor o el no cumplir con las expectativas y recalca que: “cuando ya estás en el hecho tan íntimo puedes cambiar de opinión y es válido decir no”.
Recalca que un acto siempre debe ser consensuado y cuando una de las partes involucradas dice “no”, eso, de forma automática, se convierte en un abuso porque “no siempre es no”.
El camino hacia la denuncia
Para Pamela, el camino hacia la denuncia fue mucho más difícil de lo que imaginó y más por el miedo que la embargaba.
“Cuando me dirigí a las autoridades del estado Anzoátegui, no tenía mucho conocimiento sobre el mecanismo de denuncia, pero lo hice”, recuerda.
La hicieron repetir la historia una, dos, tres, y hasta cinco veces a diferentes personas. En cada interrogatorio las preguntas eran más agobiantes, de acuerdo a lo que cuenta.
“Es humillante pensar en esa situación. Recuerdo cuando fui con la médico forense, me preguntó si era virgen y cómo había sido la última vez que tuve relaciones sexuales y me recriminó por qué no denuncié antes”.
Agrega que también le cuestionó si fue amenazada con una pistola. “Yo le respondí que no me puso una pistola, pero que sí me paralizó del miedo cuando sucedió y me volvió a cuestionar por qué no denuncié antes, si me había gustado y ahora cambié de opinión”.
Describe ese momento como uno de los más difíciles de su vida, por el maltrato que recibió.
“Me dijo que si él hubiese usado condón, de seguro, yo no estaría parada ahí. En todo momento su actitud fue recriminatoria y revictimizante. Y estoy segura de que eso no formaba parte de su trabajo”.
La coordinación para la Igualdad de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), define revictimización como “Aquella acción que produce una carga o sufrimiento adicional añadido por parte de instituciones públicas o privadas que son encargadas de brindar la atención a la víctima de un delito o violación a sus derechos humanos”.
En Venezuela, la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia no incluye la palabra “revictimización”, pero sí busca asegurar que las mujeres sean atendidas sin ningún tipo de prejuicios.
En específico, el artículo dos, apartado cuatro, reza lo siguiente: “Asegurar la aplicación de criterios probatorios libres de estereotipos y prejuicios de género que subordinan a las mujeres y no las reconocen como sujetos de derecho”.
Pamela no solo atravesó un proceso que ella lo considera “humillante” y revictimizante, también su denuncia fue desestimada. Esta decisión la aisló de los espacios públicos, donde se sintió acosada, fue tildada de loca y hasta fue despedida de su trabajo.
Se quedó sin medios económicos para continuar con el proceso legal y tampoco contaba con los recursos financieros para continuar en Lechería. Esos dos factores la llevaron a regresar a Puerto Ordaz, a mediados de 2023.
Portada de un artículo en el que hablan de Alfieri Hernández publicado en El Estímulo. Crédito: Cortesía
De la denuncia a las redes sociales
Después de que el caso de Rebecca García se hiciera viral en las redes sociales, Pamela pensó que era el momento adecuado para hacer público su caso. Se atrevió a contar todo en un hilo de Twitter (ahora X) el 13 de mayo de 2024 y, en efecto, su historia se viralizó.
La publicación alcanzó 1.5 millones de visualizaciones y más de 4 mil ‘me gusta’. Más allá de la atención mediática, su historia fue la puerta para que otras mujeres también contarán sus experiencias sobre esta misma persona.
Hilo de Pamela Donquiz en el que cuenta su historia. Crédito: Cortesía.
De esta forma, Donquiz se encargó de recopilar, en otro hilo de X, las pruebas de otras mujeres que se sintieron violentadas y acosadas por Alfieri Hernández.
Dos mujeres, que prefirieron resguardar su identidad, contaron que sufrieron tocamientos indebidos por parte de esta persona.
La primera de ellas, cuenta que conoció a Hernández porque es un cantante conocido en la zona y era host de ‘El Toque’, una discoteca de Lechería, y además tenía otros proyectos musicales, como Tripland y Enigma37.
Después comenzaron a encontrarse con más frecuencia, ya que él tenía su estudio en LACOSTA, un lugar que ella solía frecuentar por su trabajo en la producción de eventos.
Cuenta que también se encontraban en Casa Dúo, una casa artística en donde transmitían películas antiguas. El contacto se hizo más frecuente y comenzaron a reunirse, salir de fiestas.
“Estábamos reunidos y, de repente, Alfiere se para detrás de mí y me agarró las nalgas de una forma extraña. Me sentí rara, pero lo minimizó porque él estaba muy ebrio”, sostiene.
“Entre nuestro grupo de amigos, decían que cuando él tomaba ‘la perdía’ e intenté justificarlo por eso”, insiste.
Esa situación, de acuerdo a lo que dice, alteró sus sentidos, pero hizo el esfuerzo de olvidarlo hasta que se topó con la historia de Pamela y comprendió que no era la única.
Otra chica, que también decidió resguardar su identidad, asegura que también sufrió un tocamiento indebido por parte de Alfieri Hernández. “Conocí a Alfieri y a los de LACOSTA porque estaba relacionada con un chico que tenía un estudio ahí”.
Narra que estaban en una reunión y él intentó manosearla. “Me tocó la espalda con intenciones de algo más y yo me molesté. Él fingió demencia y lo dejé hasta ahí, porque estaba muy ebrio”.
Sin embargo, él insistía en mantener miradas y se mordía los labios cuando la veía. “Él siempre me pareció una persona extraña con comportamientos extraños, pero como era compañero de rumba no le hice mucho caso, hasta que intentó sobrepasarse y entendí que no era normal”, dice.
Detrás del movimiento ‘Yo te Creo’
Ariana González, cofundadora de Yo Te Creo Venezuela, apunta que las denuncias en redes sociales se hicieron más fuertes después de que se creó el movimiento y esto le permitió a muchas mujeres tener el respaldo de no sentirse solas.
Yo Te Creo Venezuela nació en abril de 2021, después de que varias mujeres comenzaron a señalar como abusador al vocalista de la banda de rock venezolana, Los Colores, Alejandro Sojo.
González opina que las mujeres no deberían atravesar por ese proceso y exponer sus historias para ser tomadas en cuenta.
Portada de la cuenta de X del movimiento ‘Yo Te Creo Venezuela’. Crédito: Cortesía.
“No puede ser que nos quebraron el sistema judicial y aparte casi que tenemos que mendigar justicia a través de las redes sociales y rogar a Dios que nuestro caso, que oye, es bien difícil para una mujer exponer un caso de abuso sexual ante su familia, ante su círculo íntimo y ante desconocidos, tenga un poco de atención por parte de las autoridades”, subraya.
Insiste que, quizás, las sobrevivientes no obtengan justicia judicial, pero que muchas creen que es importante tener algún tipo de “justicia social”.
“Pero, sí quieren que haya algo al menos de justicia social y que la gente sepa que ese tipo o esa tipa fueron unos abusadores”, señala.
El proceso para denunciar en Venezuela puede resultar complejo debido a la falta de información que existe, expresa Pamela Donquiz. Ella atravesó un proceso revictimizante, pero después de que su caso se hizo viral, la investigación se reabrió y está en proceso.
Derecho a la denuncia
Roxana Vivas, abogada especialista en casos de violencia basada en género, puntualiza que es válido tanto denunciar como no hacerlo. Comenta que, para muchas mujeres, atravesar por todo lo que implica denunciar en un país como Venezuela puede ser agotador mentalmente y emocionalmente.
Vivas enfatiza que, a veces, ocurre que los funcionarios o las personas que forman parte de las instituciones malinterpretan la ley y por eso, muchas mujeres son revictimizadas.
“Muchas veces creen que es porque les quieres dar ‘privilegios’ a las mujeres cuando en realidad son protecciones reforzadas a un grupo que ha sido minimizado por muchos años y que hay una desigualdad visible y palpable”, destaca.
Pese a esto, añade que es indispensable que las mujeres estén informadas. En cuanto al mecanismo de denuncia, resalta que cualquier mujer víctima de violencia tiene el derecho de denunciar y de asistir a cualquier órgano sin necesidad de estar acompañada de una abogada o un abogado.
“Por ley está establecida que no se puede negar la denuncia por falta de información. Al contrario, es obligación de los órganos que reciben la denuncia de realizar las investigaciones correspondientes para llevar a cabo el proceso”, recuerda.
La abogada señala que en el país, hay diversas organizaciones que ofrecen ayuda gratuita, tanto legal como psicológica, para sobrevivientes de violencia y, entre ellas, destaca CEPAZ (Centro de Justicia y Paz), que tiene un departamento dedicado a las personas que más lo necesitan.
La vida después de…
Desde mayo de 2023, la vida de Pamela Donquiz cambió por completo. Su salud mental se deterioró, el acoso la llevó a pausar su sueño de ser cantante y cuando expuso su caso en las redes sociales, aunque recibió mensajes de apoyo, también recibió insultos y dudas.
“En todo momento me preguntaba_ cómo puedo estar atravesando todo esto cuando mi agresor sigue su vida como si nada. Él continuaba trabajando en sus proyectos musicales, fue reseñado en medios nacionales e invitado a canales de televisión, mientras me hundía en la depresión”, cuenta.
Al viralizarse, Alfieri Hernández también usó las redes sociales para desmentir la versión de Donquiz.
Compartió un hilo en su cuenta de X y acusó a Pamela Donquiz de “celosa”, de “tener problemas psicológicos” y de fabricar captures, sin ningún tipo de prueba.
Posterior a esa publicación, subió en su cuenta de Instagram un comunicado, dirigido al Ministerio Público, en él que aseguró que solo querían perjudicar su carrera como cantante.
Pese a todo lo que atravesó y continúa atravesando, Pamela está decidida a seguir su lucha por la justicia. “Este es el único camino, el camino que escogí”, exclama.
Pamela Donquiz: diseñadora gráfica, artista y cantante. Crédito: Pamela Donquiz.
Cree que -antes de lo que vivió- no se escuchaba a sí misma y no sabía el significado de establecer límites y ahora lo sabe. Ahora, es una nueva versión, sin dejar de lado la vieja.
Continúa fiel en su proceso y su mayor deseo es obtener justicia, porque su historia es la de muchas mujeres. Cree que en Venezuela, hay mujeres que, como ella, una vez decidieron hablar y sus voces fueron acalladas.
La Red de Mujeres Constructoras de Paz intentó comunicarse con Alfieri Hernández, a través de diferentes medios, y los llamados no fueron contestados.
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