«La Decisión de Vivir»: un espacio de esperanza para mujeres con cáncer en Portuguesa
Dictan talleres, sesiones grupales y guían a las participantes en la transformación de las emociones asociadas a la enfermedad, fomentan el sentido de comunidad y solidaridad entre las afectadas
Mariangel Moro Colmenárez – 13/11/24
En Venezuela, como en otros países del mundo los tratamientos de quimioterapia y radioterapia son inalcanzables para muchas mujeres, y el costo de una terapia psicológica, aquí, puede superar los 40 dólares mensuales, lo que resulta inasequible para la mayoría de la población.
En “La Decisión de Vivir” las participantes fomentan un sentido de comunidad y solidaridad entre ellas | Foto de cortesía
El miedo, angustia, incertidumbre, ansiedad, estrés y hasta depresión, son algunos de las emociones y trastornos mentales que experimentan las pacientes con cáncer.
En este contexto, Lucía Di Natale, educadora y artista plástica, se convirtió en un faro de esperanza para mujeres que enfrentan o han sobrevivido al cáncer de mamás o de otro tipo, a través del acompañamiento.
Por medio de una red de apoyo, que hace vida en Acarigua-Araure, Portuguesa, que ha denominado «La Decisión de Vivir», Lucía utiliza la neuroprogramación emocional y terapias holísticas, en las que por 10 años se ha especializado, para abordar no solo la enfermedad física, sino también el profundo impacto emocional que ésta conlleva.
Lucía ha identificado una necesidad urgente: ofrecer apoyo emocional accesible a aquellas mujeres que no solo luchan contra el cáncer, sino que padecen esta enfermedad con miedo y, en muchos casos también, con la soledad y el desamparo gubernamental.
La historia de Lucía es personal. En 2014, su madre fue diagnosticada con cáncer de mama a los 75 años. Este acontecimiento transformó su vida y la llevó a entender la importancia del acompañamiento emocional en el proceso de sanación.
“Un año antes de que mi mamá fuese diagnosticada con cáncer, en el año 2013, llegó a mis manos ‘El poder de tu palabra hablada’ (publicado en 1991), un libro de Louise Hay, y justo el 30 de abril de 2014, nos dicen que mi mamá, en ese momento de 75 años, tiene cáncer. Para mí fue como su sentencia de muerte”, cuenta Lucia.
En medio del acontecimiento que vivía, Lucia toma en cuenta esos detalles del libro, en los que la autora crea una reflexión en torno a la capacidad que tienen las palabras y pensamientos para generar cambios positivos en aspectos tan importantes como el autoestima, la salud y el amor.
“A mí mamá le propuse hacer la quimio y dedicarnos a atender lo emocional, quería ayudarla de alguna manera y nos dedicamos a sanar desde todos los aspectos. Mi mamá era diabética e hipertensa y llegó a estar desahuciada, pero sanó el cáncer. Por supuesto, para ese momento nadie me creía, ni daba fe de que lo que estaba haciendo en lo emocional con ella, podía funcionar; pero sanar nuestras emociones, nos ayuda a sanar el cuerpo y nuestras vidas en general”, dice Lucia.
Esta primera experiencia hizo clic en ella y consciente de que muchas mujeres carecen de un espacio seguro donde compartir sus miedos y desesperanzas, decidió crear un entorno donde cada voz es escuchada y cada experiencia es valorada.
Durante estos 10 años, Lucia se ha preparado en el método de la neuroprogramación emocional, y se ha convertido en una investigadora de las terapias holísticas y de sanación del ser.
Lucía se hizo consciente de que muchas mujeres que atraviesan por el cáncer, carecen de un espacio seguro donde compartir sus miedos y experiencias
“Después de lo de mi madre, ese fue mi despertar y la intención de estos últimos años es presentar a todas esas mujeres que he conocido y atendido con terapias holísticas por 10 años, para que entre ellas puedan contar y ayudarse desde su experiencia. Nos reunimos bimensuales, desde el 2022. Son reuniones en las que hacemos ejercicio para fortalecer nuestro ser; además es una oportunidad para que las que ya pasaron por el cáncer y ya trascendieron, puedan hablar y contar su experiencia a las mujeres que aún están en tránsito”, indica.
«La Decisión de Vivir» se basa en la premisa de que “no es lo mismo no querer morir, que querer vivir”. En sus talleres, Lucía guía a las participantes en la transformación de las emociones asociadas a la enfermedad, fomenta un sentido de comunidad y solidaridad entre ellas.
Neuroprogramación emocional: un enfoque innovador
Lucía utiliza la neuroprogramación emocional como una herramienta clave en su enfoque terapéutico. Con este método se centra en reconocer la conexión entre las emociones y el cuerpo, ayudando a las participantes a mantenerse presentes y conscientes. A sanar desde el interior, a través de técnicas prácticas. Allí enseña a las mujeres a gestionar pensamientos negativos que pueden surgir durante su tratamiento.
“No es solo ver el cáncer desde el diagnóstico, sino desde el origen emocional que acciona la mutación de las células. En este tipo de enfermedades, cada vez hay más reconocimiento a los diferentes aspectos de la vida de cada paciente. Así que lo vemos desde el reconocer la conexión profunda entre las emociones y el cuerpo”, señala.
Un espacio de apoyo y solidaridad
En «La Decisión de Vivir» las mujeres no solo reciben herramientas para enfrentar su enfermedad desde lo emocional, sino que también encuentran un espacio donde han recibido ayuda entre ellas mismas.
En algunos de estos talleres las participantes dan un aporte pequeño, que al final entregan a quienes menos posibilidades económicas tenga para cubrir el tratamiento de quimioterapia.
Además, las sesiones grupales fomentan un sentido de pertenencia y apoyo mutuo, convirtiéndose en una cadena solidaria donde se contribuye al bienestar de todas las participantes.
Las historias compartidas en estos encuentros son conmovedoras. Desde el miedo que arropa con el diagnóstico hasta los momentos de superación. Cada mujer aporta su voz a esta sinfonía de resiliencia. La sanación de una, es un triunfo para todas.
Lucía Di Natale tiene el deseo de expandir su red de apoyo y ofrecer talleres en más comunidades, y así llegar a más mujeres que necesiten este tipo de acompañamiento. Su objetivo es claro: empoderarlas para que tomen las riendas de su salud emocional y física.
En un mundo donde el acceso a la atención médica es cada vez más limitado, iniciativas como la de Lucía son vitales, al ofrecer un espacio donde las mujeres pueden sentirse escuchadas y apoyadas, así que «La Decisión de Vivir» se convierte en un refugio donde la esperanza florece, incluso en los momentos de mayor oscuridad e incertidumbre.
La labor de Lucía Di Natali es un recordatorio poderoso de que, aunque el camino del cáncer puede ser aterrador, no hay que recorrerlo solo. A través del amor, la empatía, el acompañamiento y métodos como la neuroprogramación emocional, se puede ayudar a transformar y a sanar vidas.
Testimonios de sanación
Miriana Araque tiene 34 años y a los 25 fue diagnosticada con linfoma en el mediastino. Al recibir la noticia de su enfermedad comenzó la pregunta del por qué si era joven y mantenía una vida sin excesos, llegó el cáncer.
“Mi suegra me comentó de Lucía y lo que había trabajado con su mamá. Así llegó ‘La decisión de vivir’. Ahora tengo 6 años de remisión y estoy sana. Al escuchar a personas que pasaron por enfermedades similares y salieron adelante, a parte de mi tratamiento médico y con estas terapias, fui sanando desde adentro”, cuenta.
En junio de 2020, Laura Lombano, de 44 años, también recibió la noticia de que padecía cáncer de mamas, y mientras realizaba su tratamiento médico, comenzó con estas terapias de acompañamiento y autocuidado.
“Muchas al escuchar la palabra cáncer, que lo estamos padeciendo, pensamos inmediatamente que esta enfermedad es igual a muerte. Sí puede llegar a cualquier persona, y sin discriminación, pero en mi caso, entendí que era para corregirlo lo malo que hacemos con nuestros cuerpo”, explica.
En “La decisión de vivir” Laura aprendió a sanar internamente y lo importante del autocuidado. “Descubrí lo importante que era tener tiempo para mí. En nuestras reuniones, cada vez nos compenetramos más, y nosotras mismas ayudamos a nuestras familias a afrontar esta dura enfermedad, porque para ellos también es difícil la situación”.
Atender la salud mental es tan importante como cumplir con el tratamiento oncológico, así que la idea es normalizar la importancia de pedir esta ayuda.
Convivir con la enfermedad, el proceso del tratamiento y gestionar las emociones es un aspecto complicado para las personas padecen esta u otras enfermedades crónicas, y que no solo impacta a pacientes sino a sus familiares y seres queridos.
Sin políticas públicas para la atención
No existe en Venezuela una política pública para la atención psicooncológica para los pacientes, y menos para los familiares que también la requieren, a pesar de que unas diez mujeres fallecen todos los días a causa del cáncer, solo en el tipo de mama.
Las estadísticas las ofreció Juan Saavedra, oncólogo y gerente general de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela. En el país, la enfermedad es la primera causa de muerte oncológica en la mujer. Según el último estudio de proyección, 5.706 mujeres fallecerán para finales de 2024.
El experto detalló que diagnostican alrededor de 25 mujeres al día, según cifras que el pasado 19 de octubre dio a El Nacional. Allí advertía sobre una crisis sanitaria sin precedentes “que exige una respuesta inmediata”.
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