CARTA A LOS CHAVISTAS PENDEJOS
La palabra pendejo dejó de ser una grosería en Venezuela desde el 14 de
mayo de 1989, cuando el novelista Arturo
Uslar Pietri la pronunció en el programa “Primer Plano” moderado por Marcel
Granier en la difunta Radio Caracas
Televisión. El 15 de junio del mismo año Uslar Pietri encabezó en Caracas la
“Marcha de los pendejos”.
Por
otro lado, el profesor Jesús Rosas Marcano escribió “La marcha de los
pendejos”, que popularizó el grupo “Un Solo Pueblo”.
Además, la sabiduría popular afirma que “Cada día
nace un pendejo y quien se lo encuentre es de él”. Fue lo que hizo El Chafarote
de Sabaneta en gran parte de la colectividad venezolana que compró su discurso
venenoso para alimentar el ego de tan siniestro personaje, especie de Atila
redivivo o Robin Hood al revés, que en aras del socialismo del siglo XXI robó
los dineros públicos para someter al
pueblo, que tenía calidad de vida en febrero de 1999, en dependiente de dádivas
gubernamentales a cambio de lealtad al régimen.
El
6 de diciembre de 2009 Tulio Hernández escribió en El Nacional una carta a los chavistas pendejos, del tenor siguiente:
-Querido chavista, lo primero
que quiero decirte es que uso el adjetivo pendejo no como un descalificativo.
Todo lo contrario. Lo uso en el mismo sentido que en los tiempos finales de los
gobiernos adeco-copeyanos lo hicieron Pedro León Zapata, Arturo Uslar Pietri y
centenares de gentes como ellos para designar a un tipo de venezolano que no se
enriqueció fácil y repentinamente con los dólares de la renta petrolera,
saqueando el erario público o haciendo negocios fáciles arreglados con el
Estado por sus gobiernos de turno. Aquellos venezolanos de finales del siglo XX
hicieron una jornada nacional de protesta, “La marcha de los pendejos” se
llamó, para denunciar que habían sido estafados por unas élites políticas y
económicas que casi acaban con el país. Lo que quiere decir que no eran
pendejos totales sino mediopendejos porque, aunque tardíamente, descubrieron y
denunciaron el tamaño de la estafa y a sus autores.
En cambio, y por eso te escribo
chavista de a pie, tengo la sensación y te pido que no te molestes de que tú
sí estas metido a pendejo total. Porque no sólo te estafan, sino que los tuyos
lo hacen de manera más descarada, estrambótica y grosera y tú sigues
aplaudiéndolos. Yo lo sé. Te creíste el cuento chino de que Chávez era casi un
Jesucristo, y ahora, como a los niños con Santa Claus, te cuesta mucho dejar de
creer.El asunto me duele, amigo mío, porque conozco mucha gente buena como tú
que sigue igual de pobre o de clase media con privaciones como hace una década,
mientras la élite poderosa se hincha de prebendas, se enriquece groseramente y
no hace ningún esfuerzo por ocultarlo. Mientras tanto, tú y los como tú, los
esperanzados, compraron la idea de que no hay corrupción, que los jerarcas
chavistas no se han robado ni una carpetica o un clip, pero que la CIA, la
oligarquía o los medios privados se empeñan en decir lo contrario.
Me duele también, y debo
confesártelo, porque, como tú bien sabes, fui por mucho tiempo opositor de AD y
Copei, porque creía que la democracia se nos estaba agotando y que para
rescatarla había que dar un volantazo fuerte. Por eso me consterna ahora ver
cómo amigos y personas que en otros tiempos pensaban lo mismo y tenían claras
posiciones antipresidencialistas, antipartidocracia, cuestionaban el
sectarismo, la exclusión por razones ideológicas y el enriquecimiento ilícito,
hoy no sólo hacen silencio, sino que aplauden todo lo contrario de lo que defendían
cuando eran de oposición.
No es justo. Por eso te invito, chavista todavía no
manchado, a que te hagas preguntas sobre la doble moral de tus jefes. La que
tiene en terapia intensiva al proyecto bolivariano. Doble moral es lo que
estamos viendo con la crisis bancaria de estos días. Por qué no te preguntas,
amigo, cómo y por qué un gobierno que se supone socialista tiene como aliados y
protegidos no a un grupo de capitalistas (cosa que estaría muy bien, porque
hasta ahora no se conoce una economía que genere más bienestar que la de
mercado) sino a un grupo de pillos oficiantes del capitalismo salvaje que,
precisamente, se enriquecen jugando a la peor manera del capitalismo, la estafa
financiera.
La estafa financiera, me podrás replicar con toda razón,
siempre ha existido y Venezuela la conoció en carne propia en los tiempos del
segundo gobierno de Caldera, cuando poco más de una centena de banqueros se
colocaron al margen de la ley. Yo te diría: “Sí, mi chavista bueno, tienes
razón. Pero hay una diferencia decisiva, aquella crisis, aquel robo, la
hicieron unos banqueros privados manejando mal el dinero de los ahorristas; en
cambio, la de hoy ha sido hecha con dinero del Estado, con dinero que es tuyo y
mío, utilizado en una centrífuga perversa para el enriquecimiento sin esfuerzo
de una minoría asociada a jerarcas del proyecto bolivariano por todos conocidos
y por nadie mencionados”.
Por eso te escribo. Para recordarte que Edgard Morin en
Para salir del sigo XX definía el comunismo soviético como kilómetros de seres
humanos en fila, a la orilla del mar, tomando buches de agua y repitiendo, como
en una oración: “Esto no es agua salada, esto es limonada”, “Esto no es agua
salada, esto es limonada”. Por horas. Días. Años. Décadas.
El perfecto universo de los pendejos.
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