Poesía | Una Rosa deshojada | | | Puesta en situación | Santa Teresa escribió este poema el 19 de mayo de 1897, a petición de la madre María Henriette, del convento de las Carmelitas de París: tenía fama de mujer austera y tímida que, por aquel entonces, atravesaba un período de fuerte aridez. | | | Teresa me escribe | La rosa deshojada, ¡oh mi Niño divino!, es la más fiel imagen del corazón que quiere a cada instante por tu amor inmolarse enteramente. Hay muchas rosas frescas que gustan de brillar en tus altares y se entregan a ti. Mas yo anhelo otra cosa: deshojarme... La rosa en su esplendor puede, mi Niño, embellecer tu fiesta. A la rosa en deshoje se la olvida, se la tira y arroja al capricho del viento. La rosa, deshojándose, se entrega a cada instante con ansia de no ser. Como ella, quiero yo buscar mi dicha dándome, mi Jesús, del todo a ti. | PN 51, 2-3 | | | Comprendo | ¿Quién es la rosa deshojada? Por supuesto, Teresa. ¿Por qué deshojada? Porque muchas rosas se entregan a Dios conservando sus características propias: «Señor, en tus altares más de una rosa fresca gusta de brillar» La «rosa en su resplandor puede embellecer tu fiesta Niño Amado». En cuanto a Teresa, quiso agotarse por Dios hasta el final. Inmolarse sin compartir a cada instante», dejando caer sus pétalos uno a uno hasta no ser más una rosa, hasta perder su esencia, es decir, “no ser más”. La imagen es profundamente conmovedora para esta monja, que se estaba muriendo de tuberculosis... Teresa acepta este despojamiento definitivo, incluso con abandono, sin determinar cómo, cuándo ni dónde despojarse, porque los pétalos de la rosa se los lleva el viento, completamente inconscientes de sí mismos, sin ningún amor propio. Teresa se ha convertido en pura transparencia para dejar pasar la gracia. | | | Rezo y actúo | Tomémonos tiempo ante el Niño en el Pesebre, pidiéndole la gracia de experimentar el verdadero abandono; no confiemos en nuestras propias fuerzas, sino en su gracia. |
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