La fábula teresiana llega aquí a su fin, presentándonos la imagen del Águila que coge al pajarillo y lo sumerge en el fuego ardiente del Amor al que se había ofrecido.
En una ofrenda al «Verbo Divino», la lengua suficientemente libre de Teresa puede girar por encima, por debajo y dentro del «Abismo» de fuego; un Verbo de carne en sangre y fuego.
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