Hasta un rey, de acuerdo con el derecho, puede ser susceptible de abucheo
El abucheo, según la Real Academia de la Lengua Española, “dicho especialmente de un auditorio o de una muchedumbre” significa: “Sisear, reprobar con murmullos, ruidos o gritos”. Es, por tanto, la manifestación de un juicio de valor, al que se exponen quienes están sujetos a la aprobación de su acto o gestión ante un público. De allí que artistas, políticos, y en general personajes públicos estén expuestos al abucheo.
Como apuntaba Cabrujas, refiriéndose a Rafael Caldera, abucheado en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, el político no está allí “para inspirar lástima en la ciudadanía, ni está allí para que la ciudadanía lo comprenda y lo justifique. El está allí –y él lo sabe– para recibir duras críticas como todo hombre que elija como tema de vida el oficio del poder”.
En materia de abucheos a políticos, los ejemplos son numerosos: (i) Cincuenta manifestantes abuchearon a la canciller alemana, Angela Merkel, y además le gritaron consignas llamándola “¡traidora!” luego de llegar a un centro de refugiados en Heidenau, (El Nacional, 16 de agosto de 2015). (ii) Brasilia. La presidenta Dilma Rousseff recibió hoy un gigantesco abucheo en el Estadio Nacional de Brasilia, al inaugurar la Copa Confederaciones de Brasil 2013 al lado del presidente de la FIFA, Joseph Blatter (La Nación, 21 de junio de 2013). (iii) Abuchean a Berlusconi en los actos de celebración del Estado italiano y hasta le gritan ¡“dimite” o, sea renuncia! (El País, 17 marzo 2011). (iv) El mismísimo rey de España ha sido abucheado, junto con el mismísimo Himno Nacional, así, durante un partido de fútbol de la Copa del Rey en Bilbao (El País, 22 de julio de 2009) y de nuevo, ahora con Felipe VI en el palco, en el Camp Nou en Barcelona (El País, 30 de mayo de 2015).
En todos estos eventos, la pitada se consideró una manifestación amparada por la libertad de expresión. En el caso español de 2009, ello se declaró con expresa decisión judicial, al desestimar el juez la denuncia de injurias al rey, apología del odio nacional y ultrajes a España, por considerar, siguiendo el criterio del fiscal que solicitó el archivo del expediente, que “los hechos denunciados no pueden ser constitutivos de delito” ya que la pitada a la llegada del rey al estadio de Mestalla y durante el himno, así como la colocación de pancartas con el lema Good bye Spain “están amparadas por la libertad de expresión y no pueden considerarse difamatorias, injuriosas o calumniosas” (…) esos comportamientos no propugnan “el odio nacional o el ultraje a la nación”, por lo que no son merecedoras de reproche penal.
Más aún, en este caso, la autocensura que aplicó la televisora oficial (TVE) al no emitir el incidente durante la retransmisión del encuentro motivó la destitución del responsable de deportes de esa corporación.
Contrariamente, en la Venezuela de hoy, donde los derechos humanos dependen de la interpretación oficial, es obvio que el abucheo a un político no será considerado parte de la libertad de expresión, sino la incitación al odio nacional, y hasta el intento de deponer al gobierno por medio de los gritos. En la Venezuela donde no existe Estado de Derecho, el abucheo a un funcionario público, siempre dependiendo de quien sea este, pueda dar lugar a sanciones al azar, es decir, que aunque no sea esto delito, la represalia autoritaria de quien no se ajusta a derecho pudiera abarcar la privación de libertad de algunos seleccionados para el castigo ejemplarizante, aquel que busca sembrar el miedo para evitar que los ciudadanos se manifiesten de forma verbal con el “buuuu” de un inofensivo abucheo.
Abuchearon a la ciudadana ministra de Turismo en cayo Sal, y a la gobernadora del Estado, pero a diferencia del caso del rey de España, en esta pita sí hubo unos cuantos detenidos y sujetos a juicio penal. “El director ejecutivo del Foro Penal Venezolano, Alfredo Romero informó a través de su cuenta en Twitter que cinco personas fueron detenidas por abuchear a la esposa del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello, y la gobernadora Stella Lugo. Romero dijo que los detenidos se encuentran en el comando de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en Chichiriviche”. No solo fueron estos detenidos sino de inmediato “imputados, y puestos en prisión, según informó Gonzalo Himiob, director del Foro Penal”. (El Nacional, 23 de agosto de 2015). También entonces a diferencia del caso del rey de España, el fiscal no pidió el archivo del expediente, sino que procedió a la imputación que somete a juicio a algunos, solo algunos de estos supuestos abucheadores.
No hay que ser partidario del abucheo, pero sí tolerar a quienes por esta vía demuestran su inconformidad con un accionar de quien, por su profesión o arte, se somete al juicio público. En todo caso, hay una desproporción entre el enjuiciamiento penal y el hecho que lo origina, y además una evidente violación de la igualdad ante la ley, puesto que solo cinco personas van a ser juzgadas por una conducta atribuible a un grupo numeroso de sujetos que no fueron en su totalidad aprehendidos.
La justicia penal es una demanda de la sociedad para proteger la vida, la integridad, la propiedad, la paz y la seguridad de los ciudadanos, esta dejó de ser un instrumento al servicio del monarca para perseguir a quienes disienten de su mandato o aquellos que osan criticarle. La justicia penal se instaura en el Estado de Derecho para garantizar no solo la represión a la criminalidad, sino para que la misma se ejecute mediante un proceso con todos los atributos necesarios para salvaguardar los derechos humanos de quienes han transgredido ese orden necesario.
Enjuiciar penalmente a cinco personas que estaban en un sitio donde un grupo abucheó a dos damas que ejercen cargos políticos, constituye el uso de la justicia penal para reprimir una disidencia. De nuevo el Foro Penal sale en defensa de quienes son perseguidos por un régimen intolerante y abusivo. Aplausos para esta ejecutoria de la referida ONG y pitas para los que demuestran una contradictoria sensibilidad extrema a la crítica y una insensibilidad atroz para la reacción, usando la justicia como instrumento de una venganza personal.
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