Enrique Meléndez: Uso y abuso de los funcionarios
La ministra de las Comunas, Isis Ochoa, ha dicho que nosotros estamos en capacidad de exportar harina de maíz, producida por empresas del Estado, y entre tanto admite que dicho Estado es dueño de más de 500 plantas procesadoras de harina de maíz, sólo que no están produciendo al 100%, y quién sabe cuál es el porcentaje de esa producción. Lo que traduce: deseos no empreñan. Es aquí donde uno observa que esta gente está peleada con el sentido común, partiendo del hecho de que las empresas del Estado si no son capaces de satisfacer la demanda interna de harina de maíz, como se observa en las largas colas que se forman, para la adquisición de dicho producto, resulta ilógico pensar en un excedente de esa producción, que se colocaría en los mercados extranjeros.
Esto es lo que se conoce como el conocimiento mágico; donde las cosas no tienen una solución de continuidad; pues todo queda a cargo de la imaginación y de la ansiedad, que se tiene por ver cumplida una realidad. Se trata de un largo plazo inalcanzable. Si nos damos cuenta de que detrás de las palabras de la ministra Ochoa no se parte de cálculo alguno; estimaciones de producción, y avances en lo que tiene que ver con la productividad, a los fines de fijarse metas.
Pero, además, esa confesión de que las 500 plantas del Estado no están produciendo al 100% de su capacidad instalada resulta patética; pues no justifica su eficiencia como funcionaria de alto nivel público, si hay un productor de harina de maíz, que se llama Lorenzo Mendoza, que es el que produce en la práctica la mayor parte de la que se consume en el país, y cuyo producto en nada se le iguala a la que produce el Estado, desde el punto de vista de la calidad. ¿Por qué no hacerle caso? ¿Por qué no entregarle esas 500 plantas a este señor, como él mismo se los ha planteado, para ponerlas a producir al 100% de su capacidad, y así habría una oferta suficiente para el mercado nacional y si es posible el mercado internacional? Por lo demás, el mercado internacional, lo que sería el entorno regional está suplido con esta harina, que se va por las fronteras, a propósito del descarado contrabando de extracción que se produce día a día; consecuencia de una política de controles de precios y de cambio, que abarata los costos de nuestros productos en el extranjero, a medida que se devalúa la moneda; mientras que aquí precisamente por ese bajo precio, al que los tiene estipulado el gobierno, hace que no se consigan, sino en el mercado informal al 700% de su valor oficial.
Pomposo nombre, por lo demás, el del despacho que esta señora ocupa, cuya utilidad resulta un misterio; pues, empezando, un Estado comunal, no está contemplado en nuestra Constitución. Eso fue un invento de Chávez, influido por el castrocomunismo, y el que a su vez habría transformado toda la estructura estatal de Cuba, a raíz de colonización que ejerció la antigua Unión Soviética sobre la isla, cuyo Estado, se había conformado sobre la base de comunas o soviets.
Precisamente, este 19 de abril rememora el primer intento de constitución de un Estado independiente, que se lleva a cabo en el país, y de lo que se trató fue de un cabildazo en aquella oportunidad de 1810, cuyo episodio todos conocemos; razón por la cual se les dice al resto de las provincias de Venezuela en nuestro himno, que hay que seguir el ejemplo que Caracas dio, y que fue, entre otras cosas, donde Hugo Chávez no le fue fiel a la tradición republicana.
Pero todos estos funcionarios, que recién han entrado al tren ejecutivo, parecen sacados de la misma horma: la ministra de Agricultura Urbana que no duró dos meses en el cargo; luego de haber dicho aquella cosa tan absurda, de que se sembrara caraotas en botellas de plástico en las casas, para tener acceso a una seguridad alimentaria; pasando por aquel ministro Luis Salas, que negó que hubiera inflación, y que al final terminan dando pena ajena, pues constituye una humillación para cualquier persona el hecho de haber sido despedido de un alto cargo porque no se ha sido competente, y es por eso que la opinión pública termina diciendo, que la culpa de esa vergonzosa situación la tiene quien coloca a esta gente allí, y sólo por el hecho de contar con habilidades oratorias, que fue la escuela política que fomentó Hugo Chávez, a quien los suyos le veneraban ese don, es decir, el don de la palabra.
En efecto, esto ha sido una revolución de habladurías, más que de contenido social; porque, por lo demás, en lo que respecta a los resultados ha terminado siendo una estafa, sobre todo, para aquéllos que se dejaron comprar su voluntad, en tanto que este proceso populista no pasó de darles el pescado, sin enseñarlos a pescar, y que es lo que explica el hecho de que se hayan dilapido más de un billón de dólares en el derroche más grande, que se ha conocido en la historia, mientras el 80% de nuestra población se encuentra si no en pobreza crítica, en pobreza extrema. Todo fue una farsa, incluso, desde el momento mismo en que Chávez desmanteló los programas sociales, que había dejado el gobierno de Rafael Caldera, y que, entre otras cosas, perseguía a la deserción escolar, y que fue donde estallaron los primeros casos de corrupción de esta llamada “robolución”; luego vino la farsa de las misiones, cada una fuente caldo de cultivo para los casos de corrupción más descarados, sin ninguna preocupación por el deterioro del país a todos los niveles; de modo que hoy nos encontramos postrados en la más absoluta precariedad de nuestras vidas, bajo el secuestro de una burocracia que abusa de un estado constitucional, que se ajusta a la medida de todas sus arbitrariedades, y la que va corriendo la arruga en materia de gobierno, anunciando planes sin lógica alguna, como este de la ministra Ochoa, para ganar tiempo.
Fuente: 18-04-2016
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