Cruz María Salmerón y Conchita Bruzual: un amor inconmensurable
“Cruz María nació –según nuestra investigación– en Manicuare, Edo. Sucre, el 2 de enero de 1891 y se gradúa de bachiller en 1910”
Solo me angustias cuando sufro antojos
de besar el azul de aquellos ojos
que nunca más contemplarán los míos.
Así reza uno de los intensos versos de “Azul” del poeta de Manicuare Cruz María Salmerón Acosta. Azul es todo el pueblo, su naturaleza acuosa y su infinito cielo; pero, sobre todo, azul es el color afectivo de los ojos de la amada.
Es amor real y verdadero; no abstraído, no formal. Salmerón Acosta no es un moderno, aunque tenga sus influencias rubendarianas. Su soneto canta lo concreto afectivo. Su expresión de amor relacional abarca el todo existencial: su madre, amigos, naturaleza y la amada. La amada destaca.
Amor concreto, pero espiritualizado, Cruz Salmerón extrae –tal vez– de Leopoldo Alas Clarín el sublime título de “Cordera” para la “niña” Bruzual como la llaman sus familiares.
Cruz María nació –según nuestra investigación– en Manicuare, Edo. Sucre, el 2 de enero de 1891 y se gradúa de bachiller en 1910. En su época de colegio Federal en Cumaná conoce a Conchita Bruzual Serra, quien había nacido en esa región, el 9 de octubre de 1894, y murió en Caracas, el 10 de noviembre de 1984.
La “niña Bruzual”, como la llaman los familiares, es la mayor de cuatro hermanos, única hembra. Huérfanos de padre, su madre Margarita Serra se encargaría de llevar adelante el almacén, en la esquina de la calle Sarmiento, que había atendido su marido. Concepción o Chichita vivió en Caracas, en el viejo Conde, Este 10, dedicada a tejer y dar clases de tejido, y pasó sus últimos años en el Ancianato de Los Dos Caminos. Los amigos le recuerdan lúcida, adornando con su egregia figura una casa llena de pájaros y de azules.
Según el mismo Cruz María, la conoció con 13 abriles. Durante esos seis años en el Colegio Federal, Cruz María estudia poco. Sueña con vacaciones en su tierra, playas y juego. Pero ahora son otros los juegos.
Se apasiona por los gallos. Los admira porque son fieros, bellos y nobles. Conoce el Golfo. Allí navega en los pequeños buques de vela. Pasa días en casa de sus parientes en Cariaco. En la hacienda de un tío aprende a montar a caballo. Va de cacería y se ejercita en el manejo de las armas de fuego. Son estos los años en que conocerá a su eterno amor: Conchita Bruzual Serra.
En torno del año 1913, Cruz Salmerón, de regreso a Manicuare, luego de haber ido a estudiar a Caracas, enfermo del mal de Hansen se recluye en su “casita”.
En esa pequeña casa quiso –y tuvo– que vivir solo, rechazando la compañía de hermanos, amigos y de la amada Conchita. No obstante, las visitas fueron numerosas. A la simpatía natural del poeta se sumó la compra de una victrola para el baile de los visitantes.
La amada Conchita se convertirá en su amor real, su musa y su horizonte. Ellos buscaron desde el primer momento, como sabemos por los documentos, recuerdos y testimonios familiares, estar unidos ante cualquier situación o condición. Tanto que al morir el poeta Cruz María el 29 de julio de 1929 (1) solo falta al episodio luctuoso, contra su voluntad, Conchita Bruzual.
Allá, en la lejana Caracas, tuvo que resignarse –por imposibilidades de traslado– a no venir a despedir a su amado Cruz. Así continúa la “inverosímil” historia de un amor de setenta años de fidelidad acumulada.
Como testimonio intenso de ese amor sinigual, en el diario El Nacionalde Venezuela apareció, el 3 de enero de 1942, una entrevista a Conchita Bruzual Serra, que fue republicada en el diario cumanés El Mensaje, el 20 de octubre de 1976, titulada “Un amor azul envuelto en sombras”. Allí está la foto de Conchita con los escarpines que tejió para el hijo que quiso tener con su amado Cruz.
La fecha de muerte y lugar es testimonio de un familiar: Alejandro Bruzual. Conchita pasó 83 años de soltería. Muere, a los 90 años, absolutamente enamorada de Cruz.
El día de la muerte de Cruz María están en sincero gesto: Dionisio López Orihuela, Norberto Salaya, el Dr. Antonio Machado, Juan de Dios Gómez Rubio, el Dr. Badaracco Bermúdez y Dr. Andrés Eloy Blanco, entre otros.
Ha muerto, un héroe civil, el hijo amado de Manicuare, un poeta precoz.
En efecto, ya en su producción poética, iniciada a los 19 años, Cruz María toma para sí el prototipo quijotesco, pero también encarna al Sancho que, al final de su vida, muere henchido de realismo y desaliento. Cruz María es un soñador encantado por sus enemigos y por los hermosos ojos azules de su Dulcinea, Conchita.
En su magistral soneto Azul –como hemos destacado en nuestra obra (2)–. El azul no es figura, no es símil, no es juego lingüístico. Azul es sustantivo concreto. Azul es la presencia actuante del cielo. Azul es la cumbre imponente del horizonte manicuarense. Azul es el vivo y gran mar consolador. Azul es la paz mañanera. Azul es los paisajes abrileños. Azul la tristeza y el ensueño. Azul es el color de los ojos de la amada.
El azul habla como oráculo revelador. Azul es la matriz en que nace la esperanza de que aparezca, tras el ala de una vela, la amada: Conchita. El azul, tan concreto y tactal, se besa. Se besa el azul de aquellos –indescriptibles– ojos que “nunca más contemplarán los míos”. Azul representa la exaltación de la vida del poeta a la cumbre, a lo hermoso, a la paz. La angustia solo aparece, tangencialmente, cuando el blanco del ala amenaza con tragarse el mar cual espuma.
En fín, toda la vida de Cruz María, la poética y sus cartas testimonian el real e intenso amor entre el poeta y su amada.
(1) Esa es la fecha verdadera de la muerte de Cruz María. Existen publicaciones y páginas web que colocan erróneamente o el 29 de julio de 1930 o el 30 de julio de 1930 como la fecha de muerte. Tanto la primera edición de Fuente de Amargura de 1952 como nuestra investigación hemerográfica del diario El Universal, El Nuevo Diario yLa Esfera, confirman la fecha de 29 de julio de 1929. El acta de defunción corrobora el dato. López Orihuela, que no estaba en Manicuare, equivoca el día y coloca el 30.
(2) William Rodríguez C. (2015) Cielo, Mar y Amor, Cruz María Salmerón, Vida y Obra completa comentada. Caracas: Ed. Del autor
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