Se le acabó el tiempo de oficialista al intendente de Buenos Aires
El jefe de Gobierno porteño quedó atrapado en la red de Alberto Fernández pero la cercanía del calendario electoral le pide distancia
Horacio Rodríguez Larreta es la representación de la imagen del PRO. El Intendente de Buenos Aires pretende mostrarse como un hombre de gestión y completamente desideologizado. Sin embargo, su administración refleja lo contrario, pues está plagada de regulaciones y normativas, por lo que en lo concreto merece el mote de «estatista» puro y duro.
Paradójicamente, los medios internacionales ubican a Rodríguez Larreta como un referente de la «centroderecha» o «liberal». Sería interesante que los cronistas de tan prestigiosas cadenas como la Deutsche Welle en español justifiquen alguna vez esta apreciación infundada. No podrían, claro. A lo sumo argumentarían que no pertenece al kirchnerismo. Pero eso, definitivamente, no es motivo para ubicarlo políticamente donde lo ponen.
La llegada de la pandemia del coronavirus (COVID-19) y su respectiva cuarentena ortodoxa condujo al intendente porteño a los brazos de Alberto Fernández. Las fotos tontas chocando los codos, las conferencias de prensa con Axel Kicillof y las imágenes en redes sociales dejaron ver al jefe de Gobierno porteño junto al presidente y el gobernador bonaerense como el triunvirato anticorona. Al principio Larreta fue sin chistar. Fernández volaba en las encuestas, la oposición no tenía liderazgo, Mauricio Macri estaba desaparecido y siempre está la dependencia del poder central en un país que es federal solamente en lo formal.
Con el correr de los meses el intendente de Buenos Aires fue perdiendo el lugar de comodidad: Fernández avanzó en un cuestionado proyecto de expropiación y la extensión constante de la cuarentena (y la fundición constante del sector privado) fue mermando la imagen positiva de Alberto. Del ochentaipico por ciento de apoyo de hace unos meses no quedó demasiado. Según las últimas encuestas, la mayoría de los argentinos, al día de hoy, votarían en contra del kirchnerismo en las legislativas de 2021.
Rodríguez Larreta seguramente no sea candidato (tiene dos años más al frente de la Ciudad Autónoma), pero querrá ubicar a sus candidatos en las listas. Y Juntos por el Cambio ya tiene sus debates internos: Patricia Bullrich, exministra de Defensa y presidente del PRO a nivel nacional, es crítica del intendente por su permanente tono moderado hacia el Ejecutivo nacional. Si el intendente pretende crecer políticamente en vista de las presidenciales de 2023, debe tener un rol importante en estos comicios de medio término. Pero para eso tiene que tomar distancia de la Casa Rosada.
Recién en la jornada de ayer juntó coraje, llamó al presidente por teléfono y le dijo que ya no puede mantener la cuarentena dura más allá del 17 de julio. Dentro del triunvirato que compone con Fernández y Kicillof, Rodríguez Larreta siempre fue partidario de mayores flexibilizaciones, pero siempre perdió la pulseada interna con su par bonaerense. En la conversación de ayer, el jefe de Gobierno porteño sugirió que si el economista K y el presidente pretenden seguir por este camino, la Ciudad de Buenos Aires comenzará a ir por otro.
Sin embargo, del otro lado del teléfono la voz de Fernández le dio la razón. El presidente argentino le dio la derecha en que ya no hay más margen para la cuarentena dura. Como todo indica, luego de este plazo que caduca en diez días, las restricciones se irán levantando gradualmente, si no ocurre ningún martes 13.
Resumiendo, Fernández lo desgastó. Le hizo el abrazo de oso en su momento y lo dejó sin conflicto hacia el final de la película, cuando era momento ideal para desmarcarse. Ahora Larreta deberá dar el debate interno para el armado de las listas, pero no la tiene fácil. El «ala dura» del PRO dice que para el votante opositor, el intendente ya parece oficialista. Puede que tengan razón.
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