“Comíamos lo que tiraba la gente”: Padre e hija vivían en la calle
Bernardo Sevilla Pujols y su hija menor de edad pasaron de las calles de La Habana a un local en peligro de derrumbe que amenaza con caerles encima.
LA HABANA, Cuba. – “Mi vida y la de mi hija están en riesgo todos los días, eso no ha cambiado. Desde que me dieron este local tenemos el temor de morir aplastados”, alerta el cubano Bernardo Sevilla Pujols, quien habita un pequeño cuarto de un edificio en peligro de derrumbe, en el Vedado.
Las autoridades le prometieron que solo estaría residiendo en este local por un mes, de manera provisional, pero ya han pasado siete años desde ese momento.
La historia de Sevilla Pujols, vecino de la calle H, entre 5ta y Calzada, se remonta al año 2014, fecha en que, junto a su hija, intentó quitarse la vida en la Plaza de la Revolución para exigir a las autoridades una vivienda donde residir, luego de estar en la calle por varios años.
“Un día me fui para la Plaza de la Revolución, me quité la ropa, le quité la ropa a la niña y (…) me colgué un cartel que decía que nos íbamos a quitar la vida porque en este país no resuelven ninguna situación”, recordó Sevilla Pujols.
Tras el suceso, varios oficiales de la Seguridad del Estado lo interceptaron y se comprometieron a que, si se marchaba del lugar, le darían solución a su caso al día siguiente.
“Les expliqué que vivía con mi niña en la calle porque no tenía casa y entonces me dijeron que me darían una entrevista para el día siguiente, para conversar y analizar mi caso”, apunta el entrevistado.
Sevilla Pujols también contó a CubaNet que, durante años, tuvo que dormir con su hija en la Terminal de Ómnibus Nacionales o en la Estación Central de Ferrocarriles de la capital.
“Nos bañábamos en el Malecón y comíamos lo que tiraba la gente. Si mataban un animal y lo tiraban al mar, lo recogía, lo descueraba y lo cocinaba ahí mismo en la costa, con leña. Y las frutas igual: las sacaba, las dejaba que se escurrieran y me las comía”, apuntó.
Con el paso del tiempo, refiere, el director de la Terminal de Ómnibus se sensibilizó con su situación y les permitió a él y a su hija asearse en el baño de la institución. Incluso, les ofreció alimentos.
“Le dijo a la jefa del comedor de ellos que nos dieran dos comidas gratis, y le dijo a la gente del baño que, cuando yo llegara, cerraran el baño para que pudiera bañar a la niña y me pudiera bañar yo también”, dijo.
Mientras, a los pocos días de los hechos en la Plaza de la Revolución, los oficiales de la Seguridad del Estado acudieron a la Terminal de Ómnibus para pedirle que se presentara en el Departamento de Atención a la Ciudadanía del Gobierno municipal.
“Después de una reunión con varios directivos del Partido y la Vivienda, uno de los oficiales le dijo a otra persona que estaba allí que tenía 24 horas para solucionar mi problema de vivienda, y así fue”, recuerda Sevilla Pujols, que después de ese encuentro fue trasladado hacia el local que hoy habita.
“Me trajeron para aquí, por 30 días hábiles, hasta que se me buscara un lugar adecuado que tuviera los metros cuadrados y las condiciones de vida para mí y para mi hija. Eso fue en 2014, ya estamos en 2021, y nada”.
Desde entonces, Sevilla Pujols ha alertado a las autoridades sobre el peligro que corren sus vidas en dicho inmueble.
“Esto es igual que si yo estuviese en la calle. Lo único que me saben decir es que no hay viviendas y que hay casos peores que el mío. Aquí puedo estar durmiendo y nos puede caer encima un pedazo de viga o de losa y reventarnos la cabeza a mí y a mi hija”.
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