Casi medio millón de dólares gastará Boric para levantarle la imagen a la Constituyente
Con la ayuda de Boric, la Constituyente implementará una nueva estrategia comunicacional que favorezca a la opción de aprobación, antes del plebiscito de salida del 4 de septiembre que decidirá si se rechaza o se da paso a la nueva Constitución.
La presión por el aumento del rechazo a la propuesta constitucional que elabora la Convención Constituyente en Chile llevará al gobierno de Gabriel Boric a desembolsillar 400 millones de pesos chilenos —equivalentes a 485.000 dólares— para intentar revertir la tendencia, antes del denominado plebiscito de salida del 4 de septiembre, en el que se decidirá si se aprueba o rechaza la nueva Constitución.
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Con los recursos, el órgano implementará una nueva estrategia comunicacional que favorezca a la opción de aprobación. Sin embargo este escenario sigue complicándose, al considerarse que en la última encuesta del Centro de Análisis de Datos de Estudios de Mercado (Cadem) arroja 39 % de respaldo mientras que el rechazo alcanza el 44 %.
Según El Líbero, la dirección de presupuesto del Ministerio de Hacienda aprobará el monto que permitirá a la Convención contratar tres agencias, que en conjunto crearán un sistema gráfico y un relato que mejore su desgastada reputación.
Nicolás Fernández, quien asumió como director de comunicaciones estratégicas de la Convención, luego de la renuncia de la periodista Lorena Penjean, será el encargado de llevar a cabo este desafío. Una de las agencias seleccionadas es Bercz Studio. A su cargo quedará la «prestación de servicios especializados de difusión” y el «rediseño del contenido que emana de la Convención, que tiene distintos tipos de públicos».
De las otras dos empresas aún no se conoce la identidad pero una atenderá el tema audiovisual y la otra los canales digitales “con la intención de darle una visibilidad a los distintos colectivos y generar una conversación con ese público”, aseguró el medio.
Una recta final difícil
La tercerización del trabajo comunicacional —que debería ser interno— deriva de un diagnóstico que reveló que era insuficiente el equipo de comunicaciones constituido por siete periodistas, un realizador y dos mánager de redes sociales.
En el gobierno de Boric hay nerviosismo. El fracaso de la Convención constituiría el suyo también, por haber convertido a la plenaria izquierdista en el ente que diseñaría el marco para las políticas públicas progresistas que desarrollaría en su mandato.
Sin embargo, pasa lo contrario. El avance de controvertidas medidas en la Convención remece el piso de La Moneda. La posible eliminación del Senado y las modificaciones al sistema de Justicia obligaron a Boric a dejar de lado momentáneamente el silencio de sus primeras semanas de gobierno para destacar la necesidad de llegar a acuerdos amplios, de modo que se pueda salvar el proceso.
Un gasto grave
Pero el convencional Martín Arrau (UDI) advierte en El Líbero que “sería gravísimo que se gasten fondos de los impuestos de todos los chilenos en publicidad”, porque “el mandato de la Convención es redactar un texto constitucional. No es estar haciendo campaña, y difícil que sean neutrales cuando vemos a la mesa directiva y al Presidente de la República haciendo campaña por el apruebo”.
La convencional Carol Bown coincide en que “resulta preocupante que cada vez se esté gastando más recursos en tratar de influir para hacer parecer que es bueno lo que se está aprobando cuando parece que la gente ya se dio cuenta que no”.
A su juicio, el error es que «la mesa directiva puede invertir lo que sea en comunicar, pero si no lo hace de forma objetiva no van a dar vuelta nada, porque el problema es de contenido».
Ante este escenario, el analista político y académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, vaticina que “será muy difícil que una agencia externa encargada de comunicar mejor los resultados o encargada de evitar fake news, contribuya mucho a elevar la credibilidad de la Convención que se ha ido deteriorando significativamente”.
Además las razones del rechazo entre la colectividad están directamente relacionadas con el Ejecutivo, entre ellas las delincuencia y orden público, la gestión del conflicto mapuche —que sigue sin tener éxito— hasta el freno del quinto retiro de fondos previsionales.
En apuros
La Convención busca ganar tiempo, mientras se concreta el trabajo de las agencias con la emisión de dos minutas diarias: una con un resumen del trabajo semanal de las comisiones y otra con una guía para entender de mejor forma el trabajo de la Convención.
Son carreras de última hora, porque el sondeo de Cadem también refleja que si en el plebiscito de salida, pautado para septiembre, se insertaran una “tercera vía” o “tercera alternativa” un 38 % votaría “que el Congreso redacte una nueva Constitución y después se plebiscite”. En segundo lugar, quedaría la aprobación (32 %) y tercero el rechazo (23 %).
“La sensación térmica de las últimas semanas es que las dudas crecieron entre la gente que mayoritariamente votó por cambiar la Constitución —no olvidar que fue el 80 %—. A esa atmósfera han contribuido, por supuesto, los propios convencionales, al no ser capaces de explicar los avances y el fondo de lo que han aprobado en el Pleno –que hoy ya supera los 143 artículos que tiene la Constitución actual– y la sensación de rigidez que proyectan algunos”, apuntó el columnista Germán Silva en El Mostrador.
Quizás ello explique que Boric admitiera que “este primer mes se ha asimilado más a un despegue en avión con turbulencias”. El problema es que a veces no son clima sino por fallas irreversibles del motor. Netflix prepara un documental sobre cómo aterrizará el proceso. Ojalá no sea de emergencia.
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