La Iglesia Católica, en defensa de la democracia y la libertad en todo Occidente
Este domingo la gente que ama la democracia saldrá a las calles en más de 100 ciudades, al Zócalo capitalino, a las principales plazas, para exigir se respete al Instituto Nacional Electoral (INE), que no se le sequen los recursos ni se le desaparezcan oficinas en todos los estados.
Podríamos afirmar, sin exagerar, que en mucho este domingo 26 de febrero de 2023, México se juega su destino en las calles.
La mexicana puede seguir siendo una democracia imperfecta, perfectible, adolescente, pero con instituciones que nadie se ha atrevido a destruir hasta ahora.
O bien, la vuelta atrás, impulsada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y sus seguidores zurdos, a una dictadura de grupo, de partido, encabezada por el “líder moral”, por un autoritarismo unipersonal, que dentro del espectro del socialismo blando, está siendo una copia burda de lo que hizo Hugo Chávez a Venezuela.
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Este domingo la gente que ama la democracia saldrá a las calles en más de 100 ciudades, al Zócalo capitalino, a las principales plazas, para exigir se respete al Instituto Nacional Electoral (INE), que no se le sequen los recursos ni se le desaparezcan oficinas en todos los estados.
Porque si esto sucede, como plantea AMLO, el pilar estratégico en el que descansa la libertad electoral, la democracia electoral, va a convertirse en una oficina de súbditos del régimen, en un apéndice obediente del socialismo que ha llegado a México para intentar quedarse.
Ya en México no hay más tiempo, ni más oportunidades. Es ahora o nunca. Y la presencia en las calles, seguramente de más de un millón de personas, ayudará a una por desgracia habitualmente progresista Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a no ser cómplice de Obrador, sino a preservar la autonomía del INE ante los embates esclavistas.
El llamado “Plan B” de AMLO consiste en operar los cambios legales que no pudo hacer a nivel constitucional, ahora mediante reformas a leyes secundarias, pero buscando exactamente lo mismo: lograr el sometimiento total del INE, y con ello, tener ya todo en la bolsa, todas las instituciones, para un reinado rojo que hará que las próximas generaciones no conozcan un país libre. Así de plano.
Ante este oscuro panorama para la democracia, en un país donde hay un 77% de católicos y un 11% de protestantes, habría que estar seguros que todos los cristianos estemos unidos y conscientes que un sistema democrático y libre no es lo único que está a punto de arrebatarnos el socialismo, sino apenas uno de los frentes, uno muy grande y valioso, pero no el único.
Porque estamos viendo además cómo el supremacismo feminista vandaliza y profana templos, ataca fieles, cómo el supremacismo LGBT se burla de la Virgen María, del nacimiento de Jesús, incluso afuera de la Catedral Metropolitana.
Vemos cómo sacerdotes son multados por usar su inalienable libertad de expresión, y cómo el gobierno federal mexicano está ya adoctrinando desde los libros de texto a nuestros hijos, con asesoría de chavistas en la Secretaria de Educación Pública, que el Estado desea tutelar, anulando a la familia.
Vemos un sinfín de ataques a los valores tradicionales de Occidente, en suma. Muchos de ellos, en plena sintonía con otras embestidas que se dan en la arena internacional: la impresionante persecución contra cristianos en Nicaragua, el arresto del estudiante Josh Alexander en Canadá por no estar de acuerdo en que el baño de mujeres sea usado por hombres vestidos como mujeres, y por predicar el Evangelio en una escuela “católica”, pero que actúa bajo las órdenes del supremacismo progresista porque se fondea del Estado.
Vemos que la zoofilia ha sido despenalizada en España, entre otras locuras aberrantes del estilo de las que acostumbra la ministra de “igualdad”, Irene Montero.
Vemos a un Trudeau que admira el control social hiper policiaco del Partido Comunista de China (PCCh), y que es una suerte de “dictador de género”.
Vemos un Joe Biden del que China se burla con globos que pasan sobre su cabeza y sobre sedes militares, y a quien Trump acusa públicamente de estar vendido al Dragón Rojo, al tiempo que se molesta hasta la rabia cuando jueces conservadores destruyen el legado del caso Roe vs Wade, pasando el aborto a la jurisdicción de los estados.
Todo esto junto, más las agendas del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla, las políticas públicas e iniciativas de ley de Gustavo Petro con su narco-socialismo ecologista en Colombia, y de Gabriel Boric con su afán de hacer tabla rasa en Chile y arrancar las raíces cristianas, y no se diga el entreguismo de Alberto Fernández al comunismo chino buscando su reelección, o la de su grupo, a cambio de poner en charola de plata las materias primas a la voracidad del Dragón comunista, a la cabeza de Eurasia.
Así que aquellos que piensan que las soluciones a toda esta viñeta roja que escuetamente hemos dibujado aquí, pueden nacer desde la socialdemocracia, no han acabado de abrir los ojos. Sólo se puede dar esta guerra contras las izquierdas integrando en nuestra Contrarrevolución cultural todo lo que somos, toda nuestra herencia, nuestra religión y valores.
Conversé con el Padre Mario Ángel Flores, quien es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y Director de la Dimensión para la Doctrina de la fe de la Arquidiócesis Primada de México, así como exrector de la Universidad Pontificia de México y miembro ratificado por el Papa Francisco en 2021, de la Comisión Teológica Internacional. Me dio gusto ver que la Iglesia Católica, la jerarquía, está del lado de la defensa de la libertad, de la democracia, y claro, de la fe.
El Padre Flores comenta que si bien no es la Iglesia la que convoca a estas manifestaciones en defensa del INE, la libertad y la democracia, sí brinda su respaldo a estos objetivos.
Le pregunto: “¿Es posible que un católico pueda oponerse a la democracia, es decir, optar por un sistema autoritario, cercano a una dictadura?” A lo que responde: “Nadie puede estar en ese camino. Nadie, y menos un católico”, dice firme.
Y remata: “Solamente quien tenga una intención perversa, como creo que existe en algunos personajes que tenemos ahora en el gobierno. Hay maldad. No solamente es una estrategia política: hay maldad. ¿Y cómo vamos a exponer a todo un pueblo a un pensamiento único, donde se anule la posibilidad de seguir caminando en la libertad, en la democracia, en la pluralidad”.
Cabe decir que estamos totalmente de acuerdo con el Padre Mario Ángel Flores y da gusto contar con gente de Dios tan sólida y que no abandona a los fieles cuando las cosas se ponen difíciles. Ya casi llegamos al centenario de la Guerra Cristera. Hoy hay una multiplicación internacional de Plutarcos Elías Calles – ese presidente asesino de cristianos en 1926-, y por ello nuestra respuesta ha de ser continental y más allá, pero pacífica. La Contrarrevolución es cristiana.
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