Lula, arma del Partido Comunista de China para conquistar Hispanoamérica
Antes de ir a China, Lula da Silva se dio una vuelta por Estados Unidos, donde un complaciente Joe Biden le dio un espaldarazo
Luiz Inácio Lula da Silva ha anunciado que viajará a fines de marzo de 2023 a China, que es el principal socio comercial de Brasil. El día 28 de ese mes se encontrará con Xi Jinping -quien no necesita presentación, siendo el rostro de la hegemonía del Dragón Rojo, la cabeza de Eurasia-, y, hay que decirlo, es previsible que hará algo incluso peor para las soberanías nacionales americanas, y más paradigmático, que Alberto Fernández en su viaje con el “emperador rojo” durante los Juegos Olímpicos de Invierno.
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El 6 de febrero de 2022, Xi Jinping y Fernández se encontraron en el Gran Palacio del Pueblo en Pekín, donde se ofreció un desayuno para todos los jefes de Estado que asistieron a la ceremonia de inauguración de tales juegos.
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Alberto Fernández no tuvo empacho en homenajear a Mao Tse Tung, colocando flores en su tumba, en su mausoleo, situado justamente en otro lugar de oscura historia, como es la plaza de Tiananmén, donde no se puede olvidar que el régimen dictatorial y comunista masacró a cerca de 2000 estudiantes en 1989, usando al ejército para este fin. Y encima, persiguió a quienes criticaron este genocidio, y expulsó a la prensa extranjera.
Eso es el comunismo real. Y con ese mismo régimen, el del Partido Comunista de China (PCCh), es con el que Alberto Fernández fue a estrechar las manos y a rendir pleitesía. Pero eso no es todo.
Estamos hablando del contexto y de los antecedentes de lo que será en marzo la ida de Lula a China. Fernández en ese mismo viaje, en febrero de 2022, firmó la adhesión de Argentina a la Nueva Ruta de la Seda.
¿Qué es esa ruta? Básicamente es el mega proyecto de conquista e invasión mundial que tiene el comunismo chino para hacerse de las materias primas y soberanías de países en desarrollo, a quienes como estrategia, «presta» miles de millones de dólares, para infraestructura, misma que usará para sus propios fines, y en donde apoya a tiranos de izquierda y regímenes socialistas, y a cambio podrá saquear libremente todo lo que necesite para consolidar su hegemonía, empezando por el litio.
Pero luego esos países se ven incapacitados para cubrir esa deuda y entonces viene el cobro no con dinero, sino con soberanía. Y eso, si tales mandatarios tenían acaso la más mínima intención de pagar la deuda, que contraen con el único interés de tener algo de «cash» para buscar permanecer en el poder.
¿Habrá interés en conquistar, en dominar América del sur, por parte de China? Bastante obvio, y la respuesta, en mucho, se basa en lo siguiente: 68 % del litio del mundo está justo en esa región. Más específicamente, concentrado en tres países: Bolivia (30 %), Chile (21 %), y Argentina (17 %).
Y no es ninguna casualidad que ya China está metida hasta los huesos en esos tres lugares. China, por sí misma posee 17 % de litio, que no es poca cosa. ¿Podemos imaginar el auge de su producción anual para lo cual ese porcentaje le resulta totalmente insuficiente? En comparación, Australia tiene 7 % de litio. Canadá y México tienen cada uno sólo 3 %, y Estados Unidos 2 %.
Alberto Fernández, así las cosas, obtuvo a cabo de su entreguismo total al comunismo más radical y violador de los derechos humanos más básicos, financiamiento por más de 23.700 millones de dólares.
Este monto le será entregado a Argentina en dos etapas: la primera, por 14.000 millones de dólares, según quedó signado en la V Reunión del Diálogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica.
La segunda incluye un paquete de 9700 millones de dólares, relacionado con el “Grupo Ad Hoc”, integrado por Argentina y China para coordinarse en un “Plan de Cooperación”, dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda.
Además de venderse a China, vía la Nueva Ruta de la Seda, Fernández firmó 13 acuerdos con el Dragón Rojo. Tales convenios incluyen los siguientes rubros, entre otros: «Desarrollo verde, economía digital, área espacial, tecnología e innovación, educación y cooperación universitaria, agricultura, ciencias de la Tierra, medios públicos de comunicación y energía nuclear».
China, en cierta forma ya tenía desde antes en la bolsa a Argentina, si pensamos que le compra 90 % de su producción de soya de exportación, y 65 % de carne, que no es poca cosa. Además, ha venido sumando otros productos, como cebada, pollo, vino y cítricos.
Según la propia Cancillería argentina, su principal socio comercial, hasta ahora, es Brasil, pero enseguida sigue, de inmediato, China. Luego viene la Unión Europea y Estados Unidos.
Hay que subrayar que Argentina se convirtió así en el país número 21 dentro de Hispanoamérica y el Caribe, en integrarse a la Nueva Ruta de la Seda. Pero es el primero de las grandes economías de habla hispana en América.
El proyecto arrancó en el año de 2013 y llegó a América hispana en 2017, siendo Panamá el primer país en adherirse, a lo cual se fueron sumando luego, en orden alfabético: Antigua y Barbuda, Barbados, Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Granada, Guyana, Jamaica, Perú, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
Sólo faltan sumarse México, que está muy comprometido en lo económico con Estados Unidos, del que depende totalmente, por muy socialista que se sienta Andrés Manuel López Obrador; y claro, Brasil. Esto explica la urgencia de Lula da Silva de visitar China cuanto antes, y penosamente hacer las veces de punta de lanza del Dragón Rojo para su conquista de Hispanoamérica.
Brasil exporta soya, mineral de hierro, petróleo crudo, azúcar y carne bovina congelada, a China, sumando 67,9 mil millones de dólares. Muy por debajo de esto viene su exportación a Estados Unidos, por sólo 21,9 mil millones de dólares.
El 25 de enero de 2023, luego de la cumbre de la Celac en Buenos Aires, cuando Lula visitó Uruguay y se reunió con Luis Lacalle Pou, vimos titulares como éste: «Lula considera urgente cerrar acuerdo de Mercosur con UE antes de negociar con China».
Resulta que el presidente de «derecha» de Uruguay, tiene la firme idea de firmar un tratado de libre comercio con China, pero como su país pertenece al Mercosur, no podría firmarlo de forma aislada.
Pero eso fue un pase a gol para el expresidiario Lula, quien muere de ganas por ser quien encabece la entrega al Dragón Rojo de toda la región, de toda Hispanoamérica, con lo cual, de paso, le arrebatará el liderazgo de esta zona a López Obrador, quien se había colocado al frente del bloque rojo americanista, gracias sobre todo a su papel como cabeza de la Celac durante dos años seguidos.
López Obrador quería acabar con la OEA, y sustituirla por la Celac, pero no pudo. El mexicano ya se va del poder en 2024, si es que no se da un autogolpe de Estado para quedarse en la silla, y en cambio Lula va llegando y se va hasta enero de 2027. Pero China le será útil para gobernar cuatro años más. Y tal vez, muchos más…
La «urgencia» de Lula de convertirse en el arma geoestratégica de China para la conquista de Hispanoamérica no es, por supuesto, gratuita: le dará un gran respaldo político y económico al brasileño para financiar todo tipo de obras en su país, inversiones, y la posibilidad de reelegirse por al menos cuatro años más. Pero es previsible que reformará las leyes para poder perpetuarse con reelecciones ad infinitum.
El volumen total del intercambio comercial en 2021 entre Argentina y China sumó 19 mil 689 millones de dólares. Si Argentina recibe 27000 millones de dólares de China al firmar la Ruta de la Seda, ¿cuánto podría recibir Brasil, que es la economía más fuerte a nivel continental, en Hispanoamérica?
Lula buscará ser quien coordine la firma del Tratado de libre comercio entre los países integrantes del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) y China.
Argentina ya está en la Ruta de la Seda: es la nueva «adquisición de Xi Jinping». Venezuela ya es parte, aunque tiene sus derechos «suspendidos». Nada que no se pueda arreglar ahora. Restan entonces sólo Paraguay, Uruguay y, claro, Brasil como joya de la corona.
En junio termina la presidencia pro tempore de seis meses de Alberto Fernández en el Mercosur, y no hay muchas dudas de que el siguiente sería una vez más, Lula da Silva, quien ya ocupó tal cargo en 2006, 2008 y 2010. Para ese entonces ya habrá podido tejer fino todos los acuerdos necesarios para sacar provecho a la entrega de la región a los brazos del Dragón Rojo.
El BRICS, por su parte, está integrado desde su fundación en 2006 por Brasil, Rusia, India, China, y luego en 2011 se sumó Sudáfrica. La agenda para 2050 de este bloque de naciones con economías pujantes, aspira a superar a los países del G-7, lo cual se traduce en un cambio de hegemonía en el mundo y en sus equilibrios geopolíticos actuales. Por esto, Brasil se convertirá en el alfil del Dragón Rojo para América hispana.
Antes de ir a China, Lula da Silva se dio una vuelta por Estados Unidos, donde un complaciente Joe Biden le dio un espaldarazo y comparó la situación de ambos, uno ante la toma del Capitolio en enero de 2021, y el otro ante las protestas postelectorales en sedes del gobierno en Brasil en enero de 2023. Dicho de otro modo: Si Trump y Bolsonaro son iguales, entonces Biden y Lula son muy parecidos, «defensores» de la democracia… Entre izquierdistas te veas.
En la agenda de Lula en su viaje a China está poder quedarse con el cargo de presidente del Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS, justamente. ¿Y a quién quiere poner Lula? Nada menos que ya está planchado que sea Dilma Rousseff, su prosélita favorita.
El Nuevo Banco de Desarrollo -que tiene su sede en Shanghái, China- es el instrumento del BRICS para contrapuntear el poderío del Banco Mundial, así como del Fondo Monetario Internacional.
Dicho de otra forma: BRICS es una herramienta para impulsar el proyecto Eurasia, donde China es la cabeza mundial. Lula, entregado al nuevo orden mundial, ese donde el lenguaje es el fuego del hocico del Dragón Rojo, ese donde la democracia y los derechos humanos son cosa del pasado. Pobre Hispanoamérica en manos de las izquierdas, las alfombras del PCCh.
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