El consumo y los salarios: ¿Se está dando el debate necesario en Venezuela?
Lo que preocupa es que el debate se vuelve a centrar en el monto del salario mínimo y no en cómo lograr que sea sostenible. Un ajuste salarial, principalmente en el sector público, debe cuidar que no afecte o incida en una mayor presión inflacionaria.
El consumo de bienes y servicios se ha ralentizado en lo que va de año. Esta tendencia es cada vez más evidente con cada nueva encuesta o estudio de mercado que aparece.
De acuerdo con cifras recientes a las que hemos tenido acceso y en conversación con nuestros clientes, observamos un descenso de la demanda de alimentos y bebidas, mientras que también ha caído la demanda de algunos servicios con prestadores privados, como telecomunicaciones.
Es evidente que el año ha comenzado con una ralentización económica determinada, en esencia, por una aceleración de la inflación que se combina con el efecto producido por la merma del poder adquisitivo de la mayoría de la población venezolana.
Hay sectores que esperaban un comportamiento más dinámico, aunque generalmente el primer trimestre no es un lapso que permita proyectar el resto del año con un razonable nivel de precisión, por lo que es posible que la situación mejore; no obstante, es importante que se priorice este tema como un elemento central de la política económica.
Esto nos lleva, sin duda, al debate sobre el incremento salarial. Nadie niega que es esencial que las remuneraciones mejoren en un contexto económico como el que tenemos, puesto que con una demanda deprimida, no hay esfuerzo de expansión económica que pueda ofrecer resultados adecuados.
Sin embargo, lo que preocupa es que el debate se vuelve a centrar en el monto del salario mínimo y no en cómo lograr que sea sostenible. Un ajuste salarial, principalmente en el sector público, debe cuidar que no afecte o incida en una mayor presión inflacionaria y en un aumento en el tipo de cambio, recordemos que la mayor incidencia en estos dos indicadores es de carácter monetario.
Los gremios sindicales apuntan diversas opciones de aumento y van coincidiendo en añadir el componente de indexación a la inflación como elemento fundamental.
Esta sin duda parece la mejor vía para institucionalizar la carrera perniciosa y sin sentido entre salarios e inflación, la cual, sin lugar a dudas, siempre van a perder las remuneraciones, aparte que en un país donde el nivel de informalidad es tan alto y el empleo formal es escaso, fijar escalas salariales que no tomen en cuenta la situación real del aparato económico es prolongar y, posiblemente, profundizar la precarización salarial.
En nuestra opinión, es importante que los salarios aumenten en función de la dinámica del crecimiento de la economía, lo que no significa que no existan políticas compensatorias eficaces para enfrentar el drama social de los menos favorecidos.
De hecho, el sector privado ha venido haciendo un esfuerzo de ajuste que se debe ponderar adecuadamente, porque la diferencia entre las remuneraciones de las empresas privadas y las que devengan los trabajadores públicos se ensancha, por lo que la determinación de un salario mínimo es un problema realmente casi exclusivo del Estado.
Obviamente, en un contexto de escasa renta petrolera, el salario mínimo representa un asunto que el sector privado debe mirar, porque puede incidir en una mayor presión tributaria, ya que el Gobierno va a tratar de mantener su estrategia de control de la inflación.
En consecuencia, es importante que se introduzcan temas en el debate de las remuneraciones, como la necesidad, por ejemplo, de una reforma integral de la Administración Pública, un programa de privatizaciones de empresas hecho con transparencia y eficiencia, revisar la estructura organizativa del Gobierno y generar programas de capacitación con miras a promover la transferencia de mano de obra a la empresa privada y la promoción del emprendimiento como opción de empleo, como alternativas al empleo público.
Es posible que la recuperación de la renta petrolera, que a eso seguramente apuestan en el Ejecutivo Nacional, no sea cuestión de meses o no solo dependa de que se levanten las sanciones que pesan sobre el sector nacional de hidrocarburos.
No hay que engañarse y negar que el deterioro de nuestra principal industria requiere de un plan integral que exige grandes inversiones y un arduo trabajo técnico y gerencial, de manera que no hay que hacerse ilusiones sobre una recuperación mágica.
El deterioro de los indicadores de consumo da una señal clara, así como el comportamiento de los precios, por lo que ciertamente hay que hacer un esfuerzo por generar rápidamente una recuperación de la capacidad de compra de la población; pero ya es tiempo de tomar decisiones más de fondo, que ataquen las verdaderas raíces del problema.
Un aumento del salario mínimo como medida aislada o mantener indefinidamente una política de subsidios que ayudan, pero que son insuficientes frente al alza de los precios, claramente no constituyen las respuestas adecuadas y verdaderamente eficaces.
Buscar esas respuestas debe centrar el debate sobre la economía, especialmente ahora cuando el país va a entrar en un nuevo período electoral.
En el Informe Privado de Aristimuño Herrera & Asociados de la semana pasada, además del análisis editorial sobre el tema del consumo y el salario, se presenta, un análisis sobre el nuevo acuerdo comercial con Colombia en algunos sectores críticos de la economía venezolana. No es oro todo lo que brilla. Igualmente, publicamos un completo y exhaustivo análisis sobre la elasticidad de la demanda y como impacta el precio de los bienes y servicios en Venezuela. Igualmente, se reseña el Grafico de la Semana, resaltando aspectos estadísticos claves de la economía venezolana, con el fin de coadyuvar la toma de decisión del sector empresarial. Se destacan, asimismo las 10 noticias más leidas de la semana.
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