El «rechazo» volverá a imponerse en la nueva constituyente de Boric
El abogado Maximiliano Lobos afirma que el voto castigo será mayoría en el plebiscito de diciembre en rechazo a una nueva constituyente, luego del fracaso que sufrió en septiembre el presidente Gabriel Boric y la izquierda chilena al no lograr aprobar un proyecto altamente ideológico
La segunda constituyente que impulsa el presidente de Chile, Gabriel Boric, comenzó sin buenos augurios. Después del rotundo fracaso del proceso anterior hace sólo seis meses –con 62 % de los votos en contra en el plebiscito– el destino del que recién empieza será el mismo, ante las divisiones partidistas y la desconfianza ciudadana.
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El pronóstico es irreversible para el abogado y autor de El Camino del conservador, Maximiliano Lobos, quien en entrevista con PanAm Post afirma que «la mayoría votó en contra del proyecto anterior porque era colectivista e ideológico, era básicamente un programa de gobierno de extrema izquierda constitucionalizado» y ahora «habrá un nuevo rechazo por motivos distintos. El texto probablemente resultará más razonable, pero el voto castigo se impondrá por haberse instaurado un nuevo proceso constituyente sin haber consultado a la ciudadanía para que diera su autorización después de que el primero simplemente se acabó».
Además de ser un proceso sin aval popular y de alto costo para las arcas públicas, la tensa situación económica, auge de la delincuencia, narcotráfico, inmigración descontrolada y terrorismo en el sur potenciarán el rechazo.
El excandidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, tiene listos a sus 72 candidatos a consejeros constitucionales para disputar la contienda, mientras que Chile Vamos –coalición integrada por la Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN) y Evolución Popular (Evópoli)– alistan la campaña con los mismos creativos de la propaganda del «rechazo».
Un proceso sin retorno
¿Está preparado Boric para otro resultado adverso? El proceso constituyente en Chile no tiene vuelta atrás. La Comisión de Expertos –21 juristas, un periodista, un economista y un sociólogo– designada por los partidos y aprobada por el Congreso, para redactar las bases de una nueva propuesta en los próximos tres meses, arrancó sus labores que representarán un avance para el trabajo del consejo constitucional de 50 miembros que será elegido por voto popular el 7 de mayo.
Verónica Undurraga, del Partido por la Democracia (PPD), y Sebastián Soto, de Evópoli, ejercerán como presidente y vicepresidente, respectivamente. Undurraga promete acciones y no palabras. Sin embargo, el protocolo y cronograma sirven de poco. «Chile está dando una muy mala imagen al abrir un segundo proceso constituyente. Escocia rechazó separarse del Reino Unido y nadie llamó a un segundo plebiscito a los escoceses. Esto es un escándalo e irrespeto».
El Palacio de La Moneda y sus aliados lo perciben distinto. Según el especialista en ciencias jurídicas «la izquierda continúa en un estado de shock, creyendo que todo Chile fue engañado y que ellos no tuvieron ninguna responsabilidad en lo que propusieron».
Una constituyente diferente pero sin éxito
Con trauma o no, el tiempo para enfrentar una nueva constituyente corre, y entre el primero y el segundo proceso hay diferencias. Por un lado, «el anterior contó con una hoja en blanco completamente disponible para la izquierda que se hizo del control total de la convención, pero este segundo proceso no es igual. Hay bordes predefinidos. El texto claramente será más suave desde el punto de vista doctrinario y no habrá espectáculos permanentes».
Nada de ello conducirá al éxito porque «quieren declarar obligatoriamente a Chile como un estado social y democrático de derecho que es contrario a las ideas de la libertad y de un estado subsidiario, eficiente y al servicio de las personas donde habrá más impuestos e intervención estatal».
Ni Boric ni el país
¿Quién necesita esta constituyente cuando 57 % del país desconfía del proceso? «Ni Boric ni el país», responde Lobos, quien cree que la izquierda detonó una tensión política de carácter romántica porque cuestiona la Constitución redactada durante la dictadura y está dispuesta a aceptar cualquier cambio que la remplace.
Lograr este cometido tampoco luce viable cuando «35 % del país rechaza la Constitución por razones ideológicas, no por los contenidos. Esa cantidad ni siquiera leyó la propuesta constitucional anterior y simplemente votó apruebo porque significaba el fin de la Constitución vigente. Es una tensión de placas tectónicas cuando el país no necesita una nueva constitución sino leyes que permitan alcanzar a los países desarrollados donde, por ejemplo, envían a prisión a los políticos corruptos como es el caso de Japón, Singapur y Finlandia».
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