- “En la capital guatemalteca existe la arraigada tradición de elaborar alfombras para el paso de las procesiones. Mis tías viven en uno de los barrios más tradicionales y la familia elabora dos alfombras de 15 a 20 metros cuadrados con flores de papel, pino, aserrín de colores, para la procesión del Domingo de Ramos y la del Jueves Santo. Participan unas 15 personas, de entre 99 y 7 años, entre ellas algunas ateas, que aprecian la tradición desde una perspectiva cultural y de integración familiar”. —Myra Muralles, Ciudad de Guatemala, Guatemala.
- “Soy colombiano residente en Canadá. No soy creyente y defiendo el Estado laico, pero llevo la Semana Santa como parte de mi formación cultural. No sigo ningún rito religioso pero guardo un gran respeto por las celebraciones católicas y judías. Aprovecho la Semana Santa para escuchar música tradicional colombiana y visitaré la bella catedral de Montreal donde realizamos una jornada por la paz de Colombia: ¡un vínculo espiritual que une los inmigrantes!”—Jairo Millan, Montreal, Canadá.
- "En Quito se lleva a cabo una ceremonia que casi ha desaparecido a nivel mundial, el Arrastre de Caudas, en la Catedral. En lo gastronómico tenemos una tradición: una sopa llamada fanesca compuesta de fondo de pescado, generalmente bacalao seco, con zapallo, zambo, una diversidad de granos de las cosechas de esta etapa del año, y que se complementa de acuerdo a la parte del Ecuador en que se prepara. En el norte tendrá papa; en la costa reemplazarán el bacalao con camarones o atún; en el sur se incluirá mote, una especie de maíz. Se requiere de mucho tiempo y manos para realizarla; en muchas familias se conserva la tradición de reunirse para su preparación. Es un plato que con su abundancia buscaba cubrir los ayunos que los creyentes habían realizado durante el recogimiento espiritual. Cada familia tiene su receta, y todos aman la fanesca que comieron en su hogar”. —Javier Cañas B., Sangolquí, Ecuador.
- “Soy de Latinoamérica, crecí con las tradiciones españolas, eso incluía visitar siete templos, guardar el ayuno el viernes y una gran comida el domingo de Pascua. Hoy, con mis hijos ya adultos, celebro sola, a mi manera. El viernes veo Los diez mandamientos, un clásico que me vale muchas bromas de parte de mis hijos, hago una cena a base de pescado, como chocolates el domingo y voy a misa. Si puedo, visito un destino cálido”. —Adriana Saviani, París, Francia.
- “Soy inmigrante con 33 años en Japón, nacido en Perú y jubilado. Profeso la fe católica y para celebrar la Semana Santa y la Pascua acudo a la iglesia a oír misa, confraternizar y ayudar como voluntario”. —Augusto Sakihara, Yokohama, Japón.
- “Con mis padres solíamos viajar todos los años. Cada día tiene su plato específico y quien lo cocina. Mi mamá es responsable por la bacalhoada y pudín de leche. El domingo se esconden los huevos de chocolate, típicos en Brasil, cada cual con un nombre y todos tienen que encontrar el suyo. Al final se saca una foto de todos con sus huevos. Ya no vivo en Brasil y lo que hago es esconder pequeños huevos para mis hijas y poner las huellas de conejo y zanahorias mordidas en el piso”. —Taisa B., Nueva Zelanda.
- “Celebramos Pésaj en la Comunidad Israelita de Guadalajara (CIG). Nos reunimos para las cenas correspondientes al primer y segundo Seder. Por las mañanas vamos al templo, donde después del rezo comemos un desayuno que se prepara en la cocina del club del CIG. Soy de Costa Rica, allá se suele organizar en familias para las cenas y almuerzos. En el caso de Guadalajara, se hace un Seder comunitario y siempre es una especial oportunidad de recordar esa muestra de valentía de nuestros ancestros al salir de Egipto, con esa travesía de 40 años en el desierto”. —Ariel Faingezicht, Guadalajara, México.
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