A Yomo, quien me alejaba los duendes de la
infancia
y me relataba exquisitos cuentos.
…”Veo que se siente orgulloso de su tierra natal y eso
es digno de admirar…lo felicito por ese orgullo que
emana cada vez que habla de su ciudad natal”…
Nelys Antonia Ugas Bravo
El AUTOR
Eladio Rodulfo González, quien periodística y literariamente, firma con sus dos
apellidos, nació en el caserío Marabal, hoy en día parroquia del Municipio
Mariño del Estado Sucre, el 18 de febrero de 1935, graduado de trabajador
social en la Escuela Nacional de Servicio Social y de periodista en la Escuela
de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela
Es miembro fundador de las Seccionales Nueva Esparta del Colegio Nacional de
Periodistas, donde ocupó los cargos de Secretario de Cultura y de Finanzas, la
delegación del Instituto de Previsión Social del Periodista y la presidencia
durante dos períodos del Tribunal Disciplinario y de la Asociación de
Escritores de Venezuela. También es miembro del Colegio de Trabajadores
Sociales del Estado Nueva Esparta.
Posee un título de postgrado en Administración Pública, mención Organización y
Métodos y ha sido director-editor de las revistas Visión Insular y en Órbita y
coordinador de los semanarios políticos En Acción, El Independiente y Fuerza
Popular de Nueva Esparta.
Ha representado a Nueva Esparta, como ponente, en encuentros de cultura popular
en Porlamar, Caracas, Ciudad Bolívar, Mérida, Puerto La Cruz y Carúpano.
Es autor de los libros La desaparición de menores en Venezuela, el Santísimo
Cristo del Buen Viaje, Los problemas alimentarios del menor venezolano, Niños
maltratados, Háblame de Pedro Luis, Siempre Narváez, Nueva Esparta: 1990-1994,
Caracas sí es gobernable, Carlos Mata: luchador sindical, Así se transformó
Margarita, Margarita y sus personajes (cinco volúmenes), Vida y obra de Jesús
Manuel Subero, A Briceida en Australia, La mujer margariteña, Breviario
Neoespartano, Margarita Moderna, Cuatro periodistas margariteños. Morel:
Política y Gobierno, Manifestaciones Culturales Populares de la Isla de Coche,
Francisco Lárez Granado El Poeta del Mar, El Padre Gabriel, Manifestaciones
Culturales Populares del Municipio Gómez y Manifestaciones Culturales Populares
del Municipio Marcano, entre otros.
El 15 de abril de 1997 creó el Centro de Investigaciones Culturales
Neoespartanas (CICUNE) y, en agosto de 2009, le dio inicio a la Colección de
Libros Digitales con la publicación La Libertad de Prensa en Latinoamérica y
otros Textos, Primera Antología Periodística, Festividades Patronales del
Municipio Tubores, Festividades Patronales Mariñenses y Patrimonio Cultural
Mariñense. 6
I-Introducción
El poeta e historiador margariteño Rosauro Rosa Acosta escribe, al referirse al
doctor y general Luis Mata Illas que “En 1892 se incorporó al movimiento
revolucionario que comandaba en Oriente, el General José Antonio Velutini” y
“Más tarde se refugia en Trinidad, desde donde invade por la Costa de Güiria y
libra acciones en Campo Claro, San Antonio, Maravar, Yaguaraparo y
Carúpano”.
Mata Illas era nativo de La Asunción y fue asesinado en Caracas, siendo
gobernador del Distrito Federal, el 27 de enero de 1907. Como autores de su
muerte fueron señalados los generales Isaías Nieto y Eustoquio Gómez, primo
hermano del dictador Juan Vicente Gómez.
Cabe destacar que Rosa Acosta se conocía, sin haber visitado a Marabal, el
nombre de todas las pozas del río, que aprendió de un amigo de nuestro pueblo.
(Diccionario Margariteño Biográfico, Geográfico e Histórico. Fondo Editorial
del Estado Nueva Esparta, Margarita, 1996).
Obsérvese que en la grafía de Marabal se sustituye la l final por r, lo cual
probablemente indica que así se escribía inicialmente y se modificó con el
tiempo, dada la confusión en la que incurrimos los orientales al pronunciar
ambas consonantes cuando son finales de sílabas. Es lo que los lingüistas
llaman lambdocismo.
En mi caso particular, no he podido corregir esa confusión y me metió en
problemas con el profesor Ángel Rosenblat al momento de presentar un examen de
lingüística en la Universidad Central de Venezuela.
El eminente profesor de filología, en su libro El Castellano de España y el
Castellano de España Unidad y diferenciación (Cuadernos del Instituto de
Filología “Andrés Bello”, Universidad Central Venezuela, Facultad de
Humanidades y Educación, Caracas, 1962) se refiere a “la pérdida de r final
(voy a comé, señó, etc); a veces, en zonas extremas, la confusión de r y l
implosivas (pueltorriqueño, izquielda; borsa, durse; etc.”.
La mayoría de las viviendas tienen el techo de zinc a una y dos aguas. Hay
pocas edificaciones con más de un piso. No hay servicio de cloacas, pero en los
hogares hay agua potable gratuita. La población utiliza pozos sépticos para
evacuar, lo cual constituye un avance en materia higiénica si se toma en cuenta
que antes se evacuaba en el monte sirviendo de papel toalet cualquier hoja
grande o tusa. Los puercos cumplían las funciones de limpieza que en Irapa
llevan a cabo los servicios de aguas negras. Más de una vez me piqué las nalgas
con guaritote al confundir sus hojas con las de higuereta y en cierta ocasión
fui atacado por las llamadas avispas de hoyo al no escoger el sitio adecuado
para hacer mis necesidades u obrar como se decía en la época.
El crecimiento poblacional ha venido en descenso desde 1990 y las proyecciones
de la Universidad de Los Andes publicadas en Internet indican que en 2020 habrá
17 habitantes menos en toda la parroquia.
La Hacienda Ramírez tenía la casa más bella del lugar y en mi infancia se me
parecía al balcón de la villa donde vivía Amalia, la protagonista de la novela
homónima de José Mármol ambientada en la dictadura del argentino Juan Manuel
Rosas. En la actualidad sólo existe una porción muy pequeña, la parte Norte, ya
que en el Sur fue construida una edificación moderna que la 7
privó de toda su belleza. Este inmueble fue declarado bien de interés cultural
el 20 de febrero de 2005 por el Instituto de Patrimonio Cultural.
Está elevado sobre el piso y para su fabricación se empleó madera y tierra
Tiene un espacio debajo, tipo gavetas múltiples por donde se deslizan los
secaderos de cacao y café. De esa manera, el piso funge como techo del
secadero.
Su propietario inicial fue Federico Ramírez, conocido productor de cacao de la
localidad. Más tarde pasó a ser propiedad de Ezequiel Suárez, caporal de la
hacienda donde se encuentra la vivienda. Más tarde un hijo de éste, Evelio, la
adquirió, y en la actualidad pertenece a su viuda, Iris Rodríguez de
Suárez.
Su origen se remonta a finales del siglo XIX.
Fue rebautizada como Nuevo Destino. Esta unidad productiva se llamó Tacita de
Oro en su época de apogeo. Sin embargo, entonces y ahora se le conoce en el
pueblo como Hacienda Ramírez.
Este fundo contribuyó al crecimiento de la población y al establecimiento de
braceros margariteños que llegaron en busca de trabajo, sumándose a las
familias Toledo y Guzmán, fundadores del pueblo.
Esta información, sin embargo, carece de sustento histórico, porque Guzmán era
el nombre de mi padre y su segundo apellido era Toledo por su madre Isabel
Toledo, mujer de Casimiro Rodulfo. Además, había otras familias de apellido
Rodulfo y Toledo para la época, los González, los Salazar, los Díaz, los Lárez,
los Suárez, los Marín, los Mendoza, los Brito, los Rodríguez, los Gutiérrez,
los Caraballo, los Barreto, con descendientes de primera generación. Todos mis
contemporáneos fueron de segunda generación, aceptando como válida la tesis de
que con estas familias provenientes de Margarita, especialmente de Santa Ana
del Norte, Los Hatos, como denominaban a Altagracia estas personas y Los
Gamboas, de donde proceden mis abuelos maternos y paternos y mi misma madre, a
quien no conocí ni en retrato..
Estas primeras personas, al encontrar tierras de gran fertilidad convirtieron a
Marabal en el mayor productor de plátano y de una pequeña liliácea de exquisito
sabor conocido como challota.
Esta hacienda, hoy en día propiedad de mi prima Iris Mercedes Rodríguez de
Suárez, ha confrontado dificultades con el gobierno autoritario del teniente
coronel ® Hugo Chávez Frías, según una información que me suministró Carlos
Suárez, hijo de la propietaria.
Por este informante supe que en la parte inferior de la vivienda encontró la
fecha 1710, escrita con tierra, y otra de 1830, pero en cemento, lo que me
lleva a pensar que si se quiere encontrar los orígenes de Marabal hay que
partir de la hacienda Ramírez. No le doy ninguna validez a la tesis de que el
nombre del caserío con los años convertido en parroquia procede de mararabe,
una fruta de color amarillo cuya pulpa es parecida a la del coco tierno, que
nunca se dio en la localidad, pero sí en Vericallar. Nunca conocí la planta que
lo producía, pero sí lo comí en la infancia.
De Puerto España vino la masalá (curry) que le de ese sabor característico al
tarkarí de chivo, sazonando con masalá (curry) que en su nombre original lleva
acento grave prosódico y no agudo como se incorporó en el caserío. “El Masala
(conocido también como "massala") –lee en Wikipedia- es una mezcla de
diferentes especias usadas en la cocina india que le confiere un sabor y un
aroma característicos”. De esa ciudad vinieron también la vitrola (victrola) y
los discos y agujas para usarla, el batimbol, que durante muchos 8
años fue el deporte por excelencia de los muchachos de entonces; el calalú, una
comida exquisita y la domplina o galeta, como le dicen en el pueblo.
Marabal se localiza en las coordinadas geográficas 10º 38´06´´ de Latitud Norte
y 62º 33´40´´ de Longitud Oeste, y está ubicado a 8 kilómetros aproximadamente
al norte de Irapa, la capital del Municipio Mariño, con la cual se comunica
actualmente a través de la carretera primaria, de tierra, y la carretera
pavimentada de dos vías.
En modo alguno en esta monografía he agotado la fuente del conocimiento del
pueblo que me vio nacer, pues sólo he hecho, además de cumplir un compromiso no
escrito, el de escribir las vivencias de los pocos años que lo tuve como
residencia, con la oportuna ayuda de ese milagro norteamericano llamado Internet.
Y digo, para proteger las debilidades en las que haya incurrido, cual lo diría
el profesor Enrique Alí González Ordosgoitti: “Sólo he hecho una investigación
descriptiva”. Ahondarla les corresponde a las generaciones que se están
formando en la escuela y en liceo.
Desde 1974 perdió la categoría de caserío para convertirse primero en Municipio
Foráneo del Distrito Mariño y luego parroquia.
Su base económica es fundamentalmente agrícola y comercial. 9
II. Generalidades
II.1. El río
Este caudal de agua recibe tres nombres y su mayor volumen nace en la vertiente
Norte del cerro La Vega, cerca del caserío Bucaral, pasa entre los caseríos La
Trampa y Cuzma y cerca de La Vieja y Más Nunca para llegar a Marabal, donde
recibe afluencia de aguas termales y se le da el nombre de Río de Marabal,
vocablo que viene, según una de las fuentes consultadas, de mararave,
mararaval, por la abundancia de estas palmeras en la zona. Pongo en duda la
veracidad de esta información porque esa planta no se cultivaba en Marabal,
sino en Vericallar.
Los surtidores de agua caliente a veces se pierden para reaparecer en otro
sitio, pero no son tan calientes como los de El Pilar… Sigue luego su curso
hacia el sur pasando por Vericallar como agua fría y potable hasta llegar a
formar el límite occidental de la ciudad de Irapa con el nombre de El Chuare y
reaparecer en otro sitio.
Sus coordenadas geográficas son las siguientes: 10º 36´02´´ de Latitud Norte y
62º 34´36´´ de Longitud Sur.
La longitud de su curso es de 15 kilómetros aproximadamente. Su régimen fluvial
es: corriente de agua.
Su clima es caliente. La vegetación circundante es boscosa. Su caudal es fuerte
y la anchura es variable.
La calidad del agua es transparente, templada y variable.
Dispone de varias pozas para el disfrute de los bañistas. Las más conocidas,
por su profundidad y extensión, son La Vaca, Los huevos y El 10
Danto. Igualmente cuenta con varias portadas que reciben el nombre de quienes
vivieron en sus cercanías: Mencha, Filomena, Mardonio y Sidelio. Allí es común
la preparación de sancochos, generalmente los domingos y días festivos, por
parte de quienes viven en la localidad, marabaleros residentes en otras partes
del país o descendientes de éstos.
El río y sus paisajes llenaron mi infancia de belleza poética y los recuerdos
hermosos de mi infancia tienen al río de protagonista, especialmente el día que
seguía a su crecimiento, porque era abundante y propicio para bañarse y jugar
pimpirijoyo. Este juego acuático consistía en lanzar una piedra a lo más profundo
de la poza y gritar ¡pimpirijoyo, se tira p´arriba y cae en el hoyo! El que la
encontraba ganaba y le correspondía lanzarla nuevamente, hasta que nos
cansáramos.
El 18 de agosto de 1944 el río se enfureció de verdad, abandonó su cauce y se
introdujo en la mayoría de las viviendas, provocándole un grave daño a la
población. Se conoció este fenómeno de la naturaleza como La Creciente. Yo
tenía entonces 9 años y recuerdo a tío Bernabé pico en mano abriendo un hueco
en la pared de la bodega para que las enfurecidas aguas circularan libremente
hacia el patio y no derrumbaran la vivienda.
Luego de esta crecida que parecía un vendaval, muchos marabaleros se marcharon
a los campos petroleros a rehacer sus vidas, entre ellos Eufrasio Romero y mis
tíos Vicente y Juan González que se establecieron como trabajadores de una
empresa petrolera en Jusepín, Estado Monagas.
Recuerdo que durante meses las aguas del río se mantuvieron turbias, por lo
cual la gente hacía casimbas en sus orillas para obtener el preciado líquido en
condiciones de tomarse, ya que la arena servía de excelente filtro
natural.
La casimba, para conocimiento de las generaciones actuales, era un hoyo que se
abría en la orilla del río para obtener agua potable.
Años después, en una de sus tantas crecidas el río derrumbó del burro que
montaba a mi primo Gorgonio. 11
En ese momento estaba de moda el corrido mexicano “Mauricio Rosales” y él lo
iba cantando: “Yo soy Mauricio Rosales en su caballo Palomo”, cuando de pronto
la corriente lo derrumbó cayendo estrepitosamente a las turbulentas
aguas.
Eulogio Marín, quien era decimista y albañil y, sobre todo, un gran mamador de
gallo durante varios días estuvo fastidiando a mi primo recordándole a cada
instante: “Yo soy Mauricio Rosales en su caballo Palomo”.
II. 2. Transporte
Si la memoria no me falla, el primer vehículo de la localidad lo tuvo Sinforoso
Jiménez. Era una camioneta. Luego mi padre tuvo un camión que le servía para
cargar pasajeros y transportar café y cacao a Carúpano y vender vitualla en
Güiria, Irapa y Soro. Se circulaba entonces por la vía de Valencia. También
tuvo mi padre una pick-up y una camioneta que negoció con Antonio Marín para
que éste transportara pasajeros a Irapa y viceversa. Más tarde, Felipe “Lipito”
Salazar tendría una pick-up, lo mismo Bernabé González, a quien por cierto mi
padre, que era muy mamador de gallo, le hizo una tremenda broma cuando el
citado carro se accidentó. “La pick-up se echó a perder- le dijo- porque tú le
echaste gasolina Ford y tu carro es Chevrolet”.
En mayo de 2007, según el informante Diego Mercado, caraqueño con cinco años
entonces de residencia en Marabal, prestaban el servicio de transporte entre
Marabal-Vericallar-Irapa y viceversa, 14 choferes. El servicio es realizado con
pick-up provistas de incómodos bancos, con techo metálico, fabricado por un
latonero de la localidad apodado Araguato. A esta flota vehicular se añaden un
camión 350 de la Alcaldía y un camión de los múcuros.
La democracia construyó la carretera que puso fin a la incomunicación vehicular
directa entre Marabal y Vericallar.
Antes, el mismo sistema político había puesto en funcionamiento otra vía no
asfaltada que comunicaba al entonces caserío con las localidades de Valencia,
La Concepción y Pueblo Viejo y la población de Irapa.
Fue una intensa campaña realizada por los marabaleros para lograr que el
Ministerio de Obras Públicas y la Gobernación construyeran la carretera,
todavía útil, que se hacía intransitable cuando llovía y el río crecía. Para
salir o llegar a Marabal, ante la ausencia de un puente, era necesario esperar
que la corriente fluvial bajara.
En los billetes de la época, que sí tenían poder adquisitivo, se colocaba el
siguiente texto: “Marabal necesita carretera”.
La frontera entre Valencia y Marabal la establecía el cerro “Rico Pobre”, donde
había una pila de agua en la cual durante mi adolescencia saciaba mi sed cuando
iba o regresaba de la Escuela Milá de la Roca, en Irapa, dirigida por el
maestro Manuel Rojas, a quien vería por última vez en Caracas y le regalaría,
como testimonio de agradecimiento, un libro de uno de mis poetas favoritos,
Rabindranath Tagore.
II.3. Busto de Simón Bolívar
Por mera casualidad conocí el origen del busto de Simón Bolívar situado en la
plazoleta homónima. En efecto, conversaba en Los Millanes con el ex alcalde del
Municipio Arismendi, Manuel Antonio Narváez, cuando salió a relucir el nombre
de Marabal.
“Yo conozco ese pueblo”- me confió.
-¿Cuándo lo conoció, porque ese es mi lugar de nacimiento y no Margarita, como
muchas personas piensan?
-Cuando fui a llevar el busto de Simón Bolívar, en mi condición de alcalde de
Arismendi, que pobladores de esa localidad, donde hay mucha presencia
margariteña, me lo pidieron.
Debo confesar que la noticia me sorprendió porque no sabía de la existencia de
una plazoleta en el pueblo donde nací. La visité y dejé testimonio fotográfico
de ella en mayo de 2007, con motivo de la celebración en la escuela de un
evento cultural del que hablo extensamente en capítulo aparte.
II.4. Las aguas termales
Están constituidas por dos corrientes fluviales situadas en el río. Una, la más
conocida llamada “Agua Caliente”, en la ribera derecha, frente a una longeva
mata de mango; la otra, en el margen izquierdo, proviene de una pequeña laguna
ubicada junto a la casa de Juan Mendoza. Se decía en mi tiempo que cualquier
objeto allí lanzado aparecía en las aguas termales de El Pilar.
Mis nietos Jhosué y Daniel quedaron fascinados
Sobre Agua Caliente existe la Leyenda de la Ninfa de las Aguas Termales de
Marabal, que Carmen Vásquez Ruiz recoge en su libro Irapa o Los Jardines Ayer Y
Hoy Historia de Irapa 1736-1986 (Biblioteca de Autores y Temas Sucrenses.
Edurca, Cumaná, 1985), cuyo texto es el siguiente:
Escenario: Un río con las cascadas al fondo.
Personajes: Luis y Pedro… dos jóvenes.
Juan Toledo… caballero de 1840.
Luis: -Qué hermosas son las cascadas de las aguas termales de Marabal. Según me
han dicho hay algo de misterio en ellas.
Pedro:- De todo hay un poco. Histórica y científicamente se sabe que el Barón
de Humboldt llegó hasta aquí y manifestó que las vetas de azufre continúan
subterráneas para unirse a las del Pilar y de la laguna de Campoma.
Luis:- Pues mira, yo sé algo muy cierto. Clemencia Aguilera, hija de don
Nicolás Aguilera y Doña Rafael Ruiz de Aguilera, de aquí mismo de la finca de
Rico Pobre, tejió dos ramas de café y las colocó en el remanso del río llegando
a petrificarse en una hermosa corona que parecía de porcelana y era la
admiración de todos, inclusive hizo algunas para enviar a sus amigas en la
reina Antilla de Trinidad, pues viajé a dicha isla eran frecuentes en esa
época. Pero descorramos la leyenda… Por ahí viene Juan Toledo, caballero del
año 1840… (Salen del escenario Luis y Pedro).
Juan Toledo (Entrando)- ¿Qué pasa?… El caballo se resistió a seguir… está
espantado. Tuve que mandarlo con el muchacho por otro camino.
Me he venido a pie porque oigo una dulce melodía… Se oye como que alguien se
baña… ¡A las seis de la tarde!... a estas horas. 15
¿Quién puede ser en este paraje tan solitario?... Sí… se oye también como
cuando el pie quiebra las ramas destartaladas en el césped…Me acercaré al
río…Voy a ver… ¿Qué es eso?... ¡Se me crispan los nervios! ¡Qué niña más bella?
(sic) ¿Será la ninfa del río? ¿Qué pasa?... Ay, al mirarla yo, se lanzó al
agua…vean cómo se despeñan las rocas!, y el agua hierve a borbotones… y
arrastra árboles y peñascos… Se va cambiando todo el paisaje. No resisto más.
Huyo despavorido! (sale huyendo).
Pedro y Luis (Entran de nuevo al escenario)
Pedro:- Así que… Juan Toledo llegó muriéndose de la impresión a su casa con una
fiebre que ardía, sin poder articular palabra, y cuando al día siguiente él con
los vecinos de Maraval se acercaron era cierto que se había cambiado el
panorama algo extraordinario había pasado y desde entonces las aguas ya no
petrifican con la blancura del mármol por haber osado el hombre mirar la diosa
del río.
Según la autora, “La belleza del paisaje de las cascadas de Maraval sigue
siendo el embrujo que atrae a los irapenses y visitantes a recrearse en las
playas del río”, pues “Como dice la leyenda, es un paisaje cambiante por los
movimientos sísmicos que han sucedido y muchas veces hay remoción de los
chorros o surtidores que deja de filtrar agua caliente y reaparecen en otro
sitio”.
Debo advertir respecto a esa afirmación de la maestra Carmencita Vásquez que
ambas aguas termales ni durante mi infancia ni ya en mi adultez ha cambiado de
lugar. Lo único que he podido observar es que “Agua Caliente” ha disminuido su
caudal y la otra lo ha aumentado, hasta el punto de que cuando la visité en
noviembre de 2009 tenía gran fuerza y me pareció que bañarse en ella tenía
efectos relajantes.
Otra fuente documental indica:
-Las aguas termales se encuentran en pequeños manantiales a orillas del río
Marabal y se suman al caudal de éste. Es un área natural de exuberante belleza,
por la vegetación que lo rodea y la diversidad de su fauna. Cabe destacar que
el explorador y científico alemán Alejandro de Humboldt…en 1800 refiere la
existencia de este manantial en su libro Viaje a las Regionales Equinocciales
del Nuevo Continente. Constituye un sitio de sano esparcimiento para los
habitantes del poblado. La comunidad valora este lugar por las características
y los servicios que presta a los visitantes, así como por el paisaje que
circunda las aguas termales.
II.5. Parteras
Entonces no había maternidad ni médicos obstetras, por lo tanto los niños
venían al mundo con la ayuda de parteras, que en la localidad eran La India
Toledo, Baldomera Toledo y Cruz Rondón.
II.6. Sectores
Antes existían en la localidad solamente los sectores El Alto, Colombia y y El
Bajo, y el de mayor población. Con el crecimiento de la población a los
anteriores hay que añadir El Mango, El Coco, La Vivienda, Los Naranjos, La
Playita y Barrio a Juro.
II.7. Cerros
El Tamoco, Mejillón, La Vega, Guarumal, Más Nunca, Bucaral, La Trampa,
Cangrejal, El Espejo, Los Enamorados, Las Tres Horquetas. 16
Allí están situadas las haciendas de cacao y café, productos que se cultivan conjuntamente
con el mango, la naranja, jobo la india, aguacate, ocumo, mapuey, castaña,
naranja china (mandarina) y otros frutos menores.
II. 8. Pozas
Las más conocidas, por su profundidad y extensión, son La vaca, Los huevos y El
danto.
II.9. Portadas
Antes no tenían nombre, ahora sí, y se les conoce como Mencha, Filomena,
Mardonio y Sidelio.
II.10. Electrificación.
La luz eléctrica se conoció en la localidad antes de que Cadafe instalara este
servicio en la localidad. En efecto, mi padre trajo una pequeña planta que le
servía para iluminar la casa, permitir el funcionamiento de un radio y un picot
(aparato de música con discos de acetato, ya en desuso en Venezuela) y
suministrarles electrificación a Primitivo Marín, quien también poseía un
radio, y Miguel Franco. La plantica se ponía a funcionar a las seis de la tarde
y se apagaba a las nueve de la noche. Más tarde dispusieron de ese servicio
Jesús “Chucho” Barreto, quien también tenía un picot con cuya música,
generalmente porros y cumbias colombianos, se bailaba, igual que en el negocio
de mi padre; Bernabé González y, por último, Juan González. Ambos contaban con
picot para bailes.
A la empresa de mi hermano Tobías se le encomendó la
tarea de instalar la luz de las
calles
II. 11. Los Profesionales
II.11. 1. Nativos de Marabal
Son muchos los marabaleros con títulos universitarios y, por lo tanto, les pido
disculpa a quienes no aparezcan en la lista que sigue: Ismenia Marin,
licenciada en Trabajo Social; Josefina González de Arreaza, maestra normalista,
profesora del Instituto Pedagógico Nacional y abogada; Irma González Caraballo,
maestra normalista y licenciada en Educación; Cilino González Caraballo,
ingeniero agrónomo con postgrado en la Universidad de Colorado, Estados Unidos
de Norteamérica; Eladio Rodulfo González, licenciado en Periodismo y trabador
social, con postgrado en Administración Pública; Iván González Rodulfo (f)
biólogo marino; Donaira González Rodulfo, enfermera, Maura Alcides Rodulfo,
maestra normalista, y Emelia González Caraballo, licenciada en Nutrición.
II.11.2. Hijos de marabaleros
La disculpa anterior también vale para la información siguiente: Reyna Moreno
González, maestra normalista, licenciada en Administración y abogada, y Carmen
Moreno González. Hijas de Celestino Moreno y Albina González de Moreno. Carlos
González Caraballo y Richard, coronel y mayor del Ejército, respectivamente;
Ludmila González Caraballo, médica, y Joel González 17
Caraballo, TSU, hijos de Melquíades González Caraballo; Edgar González Marín,
médico, hijo de Roberta Marín; Zuleydi Rodulfo Meneses, licenciada en Educación
Integral, y José Gregorio Rodulfo Meneses, TSU y abogado, hijos de Sósimo
Arquímedes Rodulfo; Juan Carlos Salaya Rodulfo, médico; Oswaldo Salaya Rodulfo,
abogado; Richard Salaya Rodulfo, TSU, e Iria Salaya Rodulfo, TSU y licenciada
en Educación Especial, hijos de Iria Rodulfo Salazar; Alfredo Cazorla Rodulfo,
ingeniero; Frank Eduardo Cazorla Rodulfo, abogado; Roger Cazorla Rodulfo,
ingeniero, y Rubén Cazorla Rodulfo, arquitecto, hijos de Maura Alcides Rodulfo;
Adriana Cubillán, TSU, hija de Cruz Isabel Rodulfo Salazar; Luis César Jiménez
Rodulfo, ingeniero, hijo de Belkina Rodulfo Salazar; Juan Ramón Rodulfo Moya,
licenciado en Ciencias y Artes Militares con postgrado en Administración de
Recursos Humanos, y Gabriela Lucila Rodulfo Moya, TSU en Mecánica Naval, hijos
de Eladio Rodulfo González; Maryelyn González Marín, TSU y licenciada en
Administración y Tomàs González Marín, licenciado en Administración, hijo de
Tomás González Caraballo y Maximina Marín de González; Oliver Arreaza González,
ingeniero industrial, con postgrado en Finanzas; Odrian Arreaza González,
licenciado en Administración, y Odriana Arreaza González, ingeniero en
Sistemas, hijos de Josefina González de Arreaza; Oswaldo Verde González, TSU;
Hildemaro Verde González, TSU y Lidia Verde González, TSU, hijos de Alfonsina
González de Verde; Armando Velis Rodulfo, TSU; Alexander Velis Rodulfo, TSU;
Carlos Velis Rodulfo, TSU y Belkis del Valle Velis Rodulfo, abogada, hijos de
Belkis Rodulfo de Velis; Delis Rodulfo Salazar, TSU, hija de Guzmán Rodulfo y
Martina Salazar de Rodulfo; Darío Rodulfo, TSU (f), hijo de Tobías Rodulfo
Salazar; Yosmar González, ingeniero, y Raymar González, ingeniero, hijos de
José González Caraballo; Tomás Moya Salazar, licenciado en Ciencias y Artes
Militare y teniente coronel del Ejército, hijo de Laura Salazar de Moya; Carlos
Alberto Rivas Marín, ingeniero eléctrico; César Enrique Rivas Marín, ingeniero
eléctrico, y Luciano Rivas Marín, hijos de Engracia Marín; Azael Bello Marín,
ingeniero; Giovanni Bello Marín, licenciado en Comunicación Social, Nelson
Bello Marín, ingeniero eléctrico, y César Bello Marín, ingeniero, hijos de
Daría Marín; Ednio González, administrador comercial, hijo de Andrés González
Marín, y Ángel Marín, licenciado en Trabajo Social, hijo de Cleofe Marín.
II.12. Población
Las proyecciones de población publicadas por la Universidad de Los Andes en
Internet arrojaron los siguientes resultados:
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999
2.447 2.444 2.441 2.438 2.435 2.432 2.429 2.426 2.423 2.420
2000 2005 2010 2015 2020
2.417 2.373 2.343 2.335 2.330
El Censo 90 reveló, sin embargo, que la población real en el primero de los
años proyectados fue inferior, 2.217 habitantes, con un error absoluto de 230
personas.
Para el año censado la relación por género fue de 1.172 varones y 1.045
hembras. II.13. Matrimonios
El Instituto Nacional de Estadísticas informó en Internet al respecto que entre
2001 y 2007 se produjeron en toda la parroquia 55 casamientos, distribuidos
asÍ: 11 en 2001; 5 en 2002; 6 en 2003; 8 en 2004; 6 en 2005; 11 en 2006 y 8 en
2007.
II. 14. Natalidad
En 2007 se produjeron en toda la parroquia 14 nacimientos vivos.
II.15. Aseo Urbano
La recolección de la basura se hace una vez en la semana, mediante servicio que
presta la Alcaldía.
II.16. Viviendas
El Censo 90 registró la existencia en la parroquia de 431 viviendas, de las
cuales 76 estaban desocupadas, 52 tenían un uso ocasional y 2 se encontraban en
construcción. Estaban ocupadas por 2.401 personas para un promedio de 4.62
individuos por vivienda.
II.17. Trapiches
En mi infancia había uno en la parte baja del pueblo propiedad de José Toledo,
y otro en el cerro Mejillón, de Pedro Lárez. Ambos producían un excelente
papelón.
II.18. Farmacia. Miguel Franco tuvo un expendio de medicinas regentado por
Jesús Verde. Funcionó en lo que entonces era su vivienda y bodega. En la
actualidad funciona allí el bar y restaurante Las Acacias al
ampliarse la casa de mi tío Bernabé hasta dicha vivienda, separada de la
primera por un terreno donde sólo crecía monte.
II.19. Bodegas.
Ejercían el comercio, además de mi padre, Jesús Barreto, Primitivo Marín,
Victoria González, Bernabé González, Raúl Rodríguez, Saturnino Gutiérrez,
Miguel Franco y Cosmito.
II.20. Nomenclatura
En mi época sólo una calle tenía nombre, Guate Puerco, donde estaban situadas
las casas de mi abuela Romana y Mercedes Lárez.
En mayo de 2007 existían las calles Arismendi, Mariño, Andrés Bello y Bolívar,
en la parte baja de la localidad, y Santa Ana en El Alto.
II.21. Agua potable
Antes de instalarse la pila en las cercanías de la casa de mi tío Juan la gente
cargaba el agua desde el río. Recuerdo de esa época a Miguel Franco con dos
latas de manteca unidas por un palo en los hombros cargando el vital líquido
para regar su sembradío de coco. Por cierto, trató inútilmente de construir un
aljibe para regadío.
El primero que tuvo agua en la casa fue mi padre.
II.22. Frutas
Níspero, anón, pomalaca, tamarindo, mango (dudú, tin, rosa, de hilacha, carvá y
trementina), piña, jobito, jobo la india, guayaba, con cuyas ramas se hacían
los trompos, níspero, naranja, cereza, naranja china (mandarina), azucarita,
lechosa, patilla, naranja cajera, catuche o guanánaba, cambur, parcha,
ponsigué, ciruela y guama, entre otras.
II.23. Alimentación
Se consumía todos los días en el almuerzo sancocho de pescado, aves, puerco o
res. Eventualmente se comía platos preparados con carne de animales silvestres
como váquiro o venado. Excepcionalmente, los alimentos se guisaban. El sancocho
era elaborado con pescado salado o fresco. El acompañamiento consistía en bola
de plátano especialmente cuando la comida era múcuro guisado, arepa amarilla,
blanca o raspada, casabe fabricado con yuca brava en Valencia o arroz.
El desayuno generalmente era huevo frito, chorizo, chicharrón, morcilla o
pescado asado o frito, siempre acompañado con arepa o cachapa.
La domplina se comía en la cena.
El café con leche de vaca o cacao se consumía en el desayuno o en la
cena.
Los recién nacidos, hasta cierta edad, además de la leche materna, se
alimentaban con zulú, una harina de gran poder nutricional fabricada con la
raíz de una planta llamada pericaguán.
Debo explicar que las bebidas se mezclaban con unos batidores construidos en
madera o este material y alambre.
El 20 de febrero de 2005 este alimento fue declarado bien de interés cultural
por el Instituto de Patrimonio Cultural. Igualmente el múcuro guisado, la bola
de platano y las bolitas de cacao con las que se fabrican, acompañadas de leche
en polvo o pasteurizada, la bebida caliente homónima.
II.24. Bebidas
Las había refrescantes y espirituosas. Entre las primeras se encontraban el
mabí, la chicha, el guarapo de caña, el guarapo de papelón y el guarapo de
21
frutas como limón, naranja y naranja cajera, las únicas a las que se les podía
extraer el jugo exprimiéndolas por la carencia de licuadoras. Entre las
segundas podemos mencionar el ponsigué, el chinguirito, el cacaito, la leche de
burra, el ponche de crema, anisado y vino, para consumo generalmente de las
mujeres, y ron blanco.
II.25. Patrimonio Cultural
El 20 de febrero de 2005 el Instituto de Patrimonio Cultural reconoció como
bienes de interés cultural el bar San José, la Hacienda Ramírez, las aguas
termales, el río, las festividades de Santa Ana, las herramientas agrícolas,
los secaderos de cacao, el peso de la bodega Los Almendrones, el zulú, el
cacao, la hallaca o pastel, el caituco u onoto, el tarkarí de chivo, el bofló,
la torreja o flota, la domplina, el socó, la pelota de caucho, la bola de
plátano, el turrón de coco, las bolitas de cacao, el volador, la gallera Los
Almendrones, la barriga de vieja, los cultivos de ocumo, plátano, mapuey, maíz,
banana o cambur, el cundeamor, que se utilizaba para lavar; el batimbol, las
planchas de hierro, los cultivos de yuca, el múcuro guisado, la conserva de
batata o chaco. Igualmente al ebanista Justo Pastor López y el curandero
Agustín López.
III. Campo Cultural Residencial
Es el espacio habitable, el escenario de realización sociocultural por
excelencia y su origen está implícito en la aparición del hombre sobre el
planeta, según lo registra el profesor Enrique Alí González Ordosgoitti, quien
añade: “Su circulación y consumo se efectúa a través de circuitos cuya
tendencia es cubrir un pequeño espacio del tejido social rigurosamente
delimitado por los miembros de la comunidad donde se crea”.
III. 1. Juegos infantiles.
Algunos de estos juegos tenían lugar durante el día, la mayoría, y en horas de
la noche. Sólo uno tenía como escenario el río, especialmente después de la
crecida, cuando abundaban las pozas. Se trata del pimpirijoyo.
III.1.1. Volador. Es el conocido cometa o papagayo. Se construía con vera y
papel de color. Su larga cola consistía en una tira de trapo. Se pegaba con
cautaro o con almidón.
III.1.2. Carrito. A una caja de madera se le colocaban cuatro ruedas de igual
material. Era impulsado por una cabuya o hilo. También a dos semillas de
jabillo, por ser redondas, se les unía mediante un palo y se impulsaba con una
horqueta. La misma operación se hacía con dos pedazos de tusa.
IIII.1. 3. Trompo. Se construía en forma de pera y en la parte más aguda se le
colocaba una punta de metal, generalmente clave. La madera más resistente era
la procedente de la mata de guayaba.
III.1.4. Picha. Se le llama metra en otras partes del país. Aparte de la riña,
se jugaba socó, que quien perdía tenía que recibir el respectivo castigo del
ganador. Cabe advertir que ante la ausencia de picha, se empleaban pariolas o
paraparas. Picha también era el nombre del caramelo, llamado bolombola uno de
gran tamaño y redondo procedente de Trinidad.
III.1.5. La viejita Inés. Era un juego nocturno. Consistía en simular el toque
de una puerta. Tun tun. ¿Quién es? La viejita Inés. ¿Qué busca? Una ramita de
brusca. ¿Para qué? , etc.
III.1.6. La Semana. Este juego consistía en trazar en el suelo varias cuadritos
representativos de cada día de la semana. Había que mover con los pies, dando
salto, una piedra o una tapa. Se perdía cuando la tapita salía del
cuadrito.
III.1.7. Pimpirijoyo. Se lanzaba una guaratara a lo más hondo de la poza al
grito de:” ¡Pimpirijoyo, se lanza pa´rriba y cae en el hoyo!”. Ganaba quien
primero agarraba la piedra.
III.2. Juegos de adultos
Dominó, baraja (ronda carga la burra y truco, un juego muy escandaloso).
Igualmente, el batimbol, venido de Trinidad, ajiley, la pega de cocos, traído
por los margariteños, y la pelea de gallos.
III.3. Carnaval. Se jugaba en general con agua y un polvo o talco que venía en
una papeleta desde el domingo hasta el lunes. El martes era declarado bandera
negra, donde todo estaba permitido. No recuerdo que por el Carnaval se haya
producido ningún hecho de violencia en la localidad, entonces un caserío. Nunca
se me olvida que Elpidia, la mujer de mi tío Bernabé, me echó en la cabeza y el
resto del cuerpo una lata llena de aceite de carro quemado. Afortunadamente,
para la época el río quedaba cerca y me lancé rápidamente a sus aguas para
lavarme. Juré vengarme, pero esa venganza nunca se produjo.
Algunos hombres se disfrazaban de mujer. Era la época en la cual salía a la
calle Eladio Ugas, con unos cachos de toro en la cabeza.
III.4. Semana Santa. Existía la costumbre, heredada tal vez de los ancestros
margariteños, de no comer carne ni de aves, ni de puerco, ni de chivo, ni de
res, ni de animales silvestre alguno durante los días de la Semana Mayor. Sólo
estaba permitido el consumo de pescado y una comida preparada con carne de
morrocoy.
El Viernes Santo, para no volverse pescado, había que bañarse con los pies
colocados contra la corriente del río, donde entonces se pescaba camarón,
cangrejo, guabina, guaraguara, querepe, etc.
III.5. Navidad. La comida propia de la fecha que se atribuye al nacimiento de
Jesucristo era el pastel o hallaca como lo llaman ahora. Los aguinalderos eran,
entre otros, Félix Barreto y Francisco Toledo. Iban de puerta en puerta
entonando sus aguinaldos recibiendo como gratificación pastel o bebidas
alcohólicas como anis, vino Gancia, ron blanco, ron con ponsigué o guarapita,
un licor de piña o jobo la india. No había cena especial ni nacimientos en las
casas.
III.6. Hipocorísticos
Dícese de los nombres usados en forma diminutiva, abreviada o infantil, como
apelativos cariñosos familiares o eufemísticos. Mi memoria ha rescatado los
hipocrísticos que siguen:
-Andresito. Hipocorístico de mi tío Andrés González, cronista “ad honorem” del
pueblo.
Angelito. Hipocorístico de Ángel Coello.
Bajita. Hipocorístico de Evangelista.
Baldó. Hipocorístico de Baldomera Toledo, una de las parteras del
caserío.
Billo. Hipocorístico de mi primo Brígido Toledo.
Camucha. Hipocorístico de Carmen Medina.
Canchón. Hipocorístico de Encarnación Mendoza, integrante de la primera
Hermandad de Santa Ana.
Catana. Hipocorístico de Catalina, mi tía materna.
Cuchero. Hipocorístico derivado de Cruz, padre de Félix Barreto, llamado Félix
Cuchero. A un hermano de éste lo llamaban Calimbe Cuchero.
Chaía. Hipocorístico de Isaías.
Chalía. Hipocorístico de Rosalía.
Charo. Hipocorístico de mi tío José Rosario González.
Che. Hipocorístico de José Aliendre, asesinado en plena vía pública del caserío
por un sargento de la Guardia Nacional.
Cheba. Hipocorístico de Eusebia Salazar Rondón.
Chebo. Hipocorístico de Eusebio.
Chela. Hipocorístico de Gisela León.
Chemeche. Hipocorístico de José Mercedes. Era de apellido Brito y padre de
Marina, con su esposa Belén, y de Salomón, que en noviembre de 2009 competía en
edad con Ñomaña, y Eugenio, de madres para mi desconocidas. Se regresó a Santa
Ana del Norte, Estado Nueva Esparta, con la señora Belén. De allí procedían y
en dicha ciudad capital del Municipio Gómez murieron.
Chente. Hipocorístico de Vicente Toledo, mi tío.
Chepa. Hipocorístico de Josefa Gutiérrez.
Chepele. Hipocorístico de Juan José, mi tío. Vivía en Vericallar.
Chico. Hipocorístico de Francisco Javier y Francisco Marín.
Chilo. Hipocorístico de Cecilio Carvallo.
Chucho. Hipocorístico de Jesús Barreto, comerciante. Tuvo primero un picó en su
casa, donde se bailaba, y luego estableció el bar San José, el primero del
caserío, en el cual instaló la primera rockola lugareña.
Chuito. Hipocorístico de Jesús.
Darito. Hipocorístico de Darío Rodríguez, hijo de Lola. Donó a Santa Ana el
primer cañón que se disparaba con pólvora y trapo frente a la casa de mi tío
Bernabé González. Era uno de los carpinteros del caserío. Se residenció en
Santa Ana del Norte.
Docho. Hipocorístico de Eudocio Salazar.
Eduardito. Hipocorístico de Eduardo Marín.
Evaristico. Hipocorístico de Evaristo, hijo de Evaristo Salazar.
Facho. Hipocorístico de Eufrasio Gamboa.
Felito. Hipocorístico de mi primo Félix, hijo de tía Guillermina, fallecido en
la infancia.
Faño. Hipocorístico de Epifanio.
Gabrielito. Hipocorístico de Gabriel Rodríguez, hijo.
Gacha. Hipocorístico de Engracia Marín.
Geño. Hipocorístico de Eugenio, hijo de José Mercedes Brito.
Juancho. Hipocorístico de mi primo Juan González Caraballo. También se le
llamaba Juancito.
Justinita. Hipocorístico de Justina.
Mañengo. Hipocorístico de Manuel Rivas .
Lapo. Hipocorístico de Serapio.
Lipito. Hipocorístico de Felipe Salazar, hijo.
Lola. Hipocorístico de Dolores Rodríguez.
Lula. Hipocorístico de Lourdes, esposa de Francisco Marín.
Llano. Hipocorístico de Aureliano Mendoza.
Machelo. Hipocorístico de Marcelo y Marcelino.
Mayía. Hipocorístico de mi abuelo Manuel María González, extendido a mi tío
Juan.
Meca. Hipocorístico de mi primo Melquiades.
Melita. Hipocorístico de Emélida Caraballo de González, esposa de mi tío Juan,
y madre de Lope, Tomás, Irma, Albina, José de los Reyes, Freddy, Petronila
(murió en plena adolescencia), Juan, Vallita, Melquiades, Alfonsina y
Cilinio.
Mencha. Hipocorístico de Enemencia, cuyo nombre fue dado a la portada del río
cercana a su residencia.
Mercedita. Hipocorístico de Mercedes.
Moca. Hipocorístico de Mónica.
Modestica. Hipocorístico de mi prima Modesta Rodríguez.
Monchina. Hipocorístico de mi prima Alfonsina.
Nila. Hipocorístico de Petronila, la hija de Paula, madre de Aquiles. La
llamaban Nila Paula.
Pabín. Hipocorístico de Pablo Caraballo. Desde muy joven abrazó la religión
evangélica, de la que fue pastor. Estuvo entre los que colaboraron en el
caserío con la construcción del sitio de oración de esa congregación. 25
Pancha. Hipocorístico de Francisca, madre de mis primos Benilde, Matilde, Petra
María, Tirsa, Florinda y Edelmira.
Panchita. Hipocorístico de Francisca, esposa de Evaristo Salazar.
Paulita. Hipocorístico de Paula, esposa de mi tío José Rosario González.
Perucho. Hipocorístico de Pedro.
Pijuila. Hipocorístico de mi prima Evangelista.
Tibón. Hipocorístico de Primitivo Marín, que vivía en El Alto, pero tenía su
bodega en la parte baja del entonces caserío.
Tomaco. Hipocorístico de mi primo Tomás.
Toto. Hipocorístico de Alfonso Díaz, propietario de la gallera local y de la
bodega Los Almendrones.
Vallita. Hipocorístico de mi prima Emelia del Valle González Caraballo.
Vicentico. Hipocorístico de tío Vicente González.
Yayita. Hipocorístico de mi tía Eladia.
Yayito. Hipocorístico de mi primo Eladio Toledo.
Yayo. Hipocorístico de Eladio Rodulfo.
Yiyo. Hipocorístico de mi hermana Iria Isabel.
Yomo. Hipocorístico de Jerónimo Barreto.
Otros hipocorísticos cuyos nombres no pude identificar son: Beche, Lencha,
Chicho, Licha y Conchita. De esta última persona puedo afirmar que era hija de
Evaristo Salazar y esposa de Isaías.
III. 7. Apodo
Sinónimo de sobrenombre o alias. Nombre que suele darse a una persona en
sustitución del propio, normalmente tomado de sus peculiaridades físicas o de
algunas otras circunstancias. (wordreference.com). Recuerdo los
siguientes
Bandalaje. Así llamaban a Miguel Franco, que fue comerciante, procedente de
Margarita, a donde se regresó arruinado. De él decíamos los muchachos de mi
época que tenía pacto con el diablo, por la riqueza que se le atribuía.
Un día cualquiera me lo encontré en el viejo mercado de la ciudad de Porlamar.
Oí una voz parecida a la suya y le pregunté si en efecto era Miguel Franco. Me
contestó que sí y me abrazó diciéndome “Yayo, Yayo”. Había perdido la vista. Lo
volví a ver varias veces en el Complejo Cultural Rómulo Gallegos, donde yo era
director de la Escuela de Folklore, Teatro y Títeres. Vivía en un barrio
situado frente a esta institución. Era rezandero y en una oportunidad me
santiguó. Estaba en la mayor pobreza.
Beche. Nunca averigüé su nombre de pila, ni por qué se decía en la localidad “A
corré que viene Beche con su machete”.
Brujo. Dionisio Toledo. Nunca supe la razón por la cual se le conocía con ese
apodo que sustituyó su nombre de pila.
Compañero. Nunca supe su nombre ni de dónde procedía. Debió haber leído la
Biblia porque mencionaba el proverbio de Salomón “Vanidades de vanidades, todo
es vanidad”. Se marchó del pueblo con unos maromeros. Lo vi por última vez en
Carúpano. Vendía cotufas en forma ambulante.
Gusa. No recuerdo quién llevaba ese sobrenombre.
India. Era la partera del caserío. Nunca supe su nombre, pero sí su apellido,
Toledo. 26
Indio. Sobrenombre de Francisco Toledo. Padre de Liduvina, Álida, Francisco y
Julio, entre otros. Lo llamaban el Indio Toledo.
Loco. Así llamaban a Vicente Hernández, de una voracidad asombrosa.
Loca. Así llamaban a Valeriana Aguilera, madre de Esperanza. quien en mi época
se encargaba de preparar a los muertos para evitar el estado de
putrefacción.
Mocha. Por este apodo era conocida mi tía Bernarda Rodulfo.
Ñeco. Nunca supe su nombre. Hermano de Evelio Suárez.
Pat´e gallina. Apodo que sustituyó el nombre de Saturnino Gutiérrez.
Pepita. Sobrenombre de Ramón Marín.
Pitirre. Sobrenombre de un hijo de Ramón Rodríguez, el que mataba puerco.
Piturca. Llamaban así a Petronila, la que vivía en El Alto y hacía arepa
raspada que vendía en la bodega de mi padre.
Vieja. Apodo de Dolores, viuda de Domicio Salazar.
Virula. Así apodaban a Santos, hijo de Eulogio Marín.
III.8. Personajes populares
En mi tiempo abundaban las personas que por una u otra razón podían
considerarse populares. Entre ellas podemos citar a Ramón Rodríguez, quien
vivía en el otro lado del río, y mataba puercos para vender la carne y elaborar
chicharrones, chorizo y morcilla, que dejó de producir al convertirse a la fe
evangélica; Pablo Caraballo “Pabín”, quien también abandonó el catolicismo para
abrazar el evangelismo, y llegó a ser pastor de esa religión; Eulogio Marín,
que se dedicaba a la albañilería y componía décimas; Urbano López, quien curaba
las picadas de culebras con oraciones e irónicamente una culebra lo privó de la
vida; Sabina Toledo, quien santiguaba y era la abuela de todos los niños y niñas
del Marabal de mis amores de entonces; Vicente Hernández, al que llamaban
Vicente El Loco; Valeriana Aguilera, más conocida como La Loca, la cual era la
encargada de arreglar a los muertos para impedir su descomposición o
podredumbre; Pascal Barreto, uno de los barberos de entonces, sobre el cual
surgió el dicho “Lo que comió Pascal en Valencia”, que por cierto no es
original, porque he oído en Margarita “Lo que comió el cura en Valencia”;
Martina Salazar de Rodulfo, mi madre de crianza, una de las propulsoras de las
fiestas de Santa Ana y la primer mujer de la localidad en manejar un carro;
Ñomaña, quien todos los días viajaba a la Costa de Paria en su burrito a
comprar pescado fresco que luego revendía en la localidad y Luis Medina, a
quien todos los muchachos y muchachas de mi generación les teníamos miedo y
corríamos a escondernos al verlo, y como entonces las parejas usaban bacinilla
para orinar durante la noche y muchas veces se olvidaban de vaciarla en la
mañana, en más de una oportunidad me ensucié de orina al esconderme debajo de
la cama cuando huía asustado al ver a la persona que en mi lejana infancia era
el terror de los pequeños, pero que ya grandecito descubrí en él grandes
cualidades humanas. Era compadre de mi padre y socio en un pequeño conuco
situado por los lados de Colombia. Me llamaba cariñosamente Yayo. Hay muchos
otros que se escapan de mi memoria. Ñomaña compite en edad con Salomón (Ambos
ya fallecieron).
Llegó al caserío desde Yaguaraparo,
según nos informó su hija Josefina. Su verdadero nombre es Leandro
Villegas.
Madrugaba todos los días para viajar, en compañía de su burrito, hasta la Costa
de Paria. De regreso venía cargado de pescado fresco que rápidamente vendía a
los pobladores de Marabal
Ramón “Pepita”. El 4 de mayo de 2007 tuve la siguiente conversación con
él:
-¿Cómo te llamas?
-Ramón Marín.
-No, tú no te llamas Ramón Marín. Tu nombre es Ramón Pepita. Ante mi
observación, se disgustó e iba marcharse, lo cual no hizo porque le dije:
-No te pongas bravo. Yo soy Eladio.
-Eladio, mi hermano, perdóname. Yo no sabía que eras tú.
Me abrazó todo emocionado.
Lo volví a ver en El Alto, donde siempre ha vivido, y conversamos
respetuosamente.
Lepo. Es agricultor. Cultiva ocumo para el consumo familiar y la venta del
excedente. El conuco está situado en las cercanías de su humilde residencia
sita en el cerro aledaño a la llamada portada de Mencha. Es hijo de Manuel
Rivas “Mañengo” y Filomena, alegrándose de que conociera a sus padres y fuera
paisano de ambos.
-Esto de Marabal –me dice- es una belleza. Hay ocumo, aguacate, topocho,
cambur, maíz para hacer arepa raspada. Aquí se hace de todo. Lo que llaman
domplina por ahí, aquí se llama galeta. El maíz raspado es con ceniza. Es una
comida especial que no tiene ningún tipo de química. Lo que queremos es vivir
felices y contentos con el pueblo de Marabal. Ahí están unas guayas. Nosotros
en Semana Santa ponemos un equipo, una corneta para escuchar música, bailar y
gozar.
Vale la pena señalar el
habla marabalera de mi tiempo, a saber:
- HABLA MARABALERA DE MI TIEMPO
Viví en el pueblo de mi
nacimiento, Marabal, para la fecha un caserío del Distrito Mariño, Estado
Sucre, convertido con los años en parroquia homónima, hasta los 17 años, cuando
como muchos viajé a otras tierras en la búsqueda de un mejor destino.
Así como crecido
demográficamente, pienso que también ha cambiado su manera de hablar.
Era común entonces
convertir durante la pronunciación la “r” final de las palabras en “l”, de tal
manera que chofer, por ejemplo, se pronunciaba chofel y al pluralizarse la
palabra se decía chofeles.
De igual manera, la “r”
intermedia de palabras como carne o Carlos desaparecía para convertirse en “s” .
Se decía, por consiguiente, casne y Caslo,
respectivamente.
En palabras como
ciruela o viruela se añadía en la pronunciación la letra g entre la r y la u
dando como resultado cirgüela y virgüela.
A continuación. en
orden alfabético, el vocabulario corriente en Marabal de mis amores, que
supongo ya en desuso:
Aceite Castilla. Aceite
para la comida.
Agalla. Amígdala,
tonto.
Aguinaldo. Regalo y
música navideña.
Almorrana. Hemorroide.
Alabancioso.
Presuntuoso.
Ambislado. Atontado,
sorprendido.
¡Ancó! Exigir la repetición de una pieza musical
cuando se está bailando
Arbolario. Irreverente.
Ardita. Ardilla.
Aripo. Budare.
Arriscado o arriscada.
Bien acicalado o acicalada.
Barriga de vieja.
Merienda elaborada con papelón, yuca y especies.
Bembe. Labio.
Bofló. Merienda hecha
con papelón, harina de trigo y especies.
Bongo. Olla grande de
aluminio y peltro para cocinar sancocho.
Bonifato. Mamarracho.
Boquinete. Nombre dado
a la persona de labio leporino.
Cacho: Chiste, relato
breve.
Calentura. Fiebre muy
alta.
Capuchina. Cayena.
Carga la burra. Juego
con baraja española.
Cautaro. Planta cuyo
fruto se utilizaba para pegar el papel de los voladores.
Citronela. Yerbaluisa
Cocuyo. Luciérnaga.
Cortejo. Especie de
peineta que usaba la mujer para arreglarse el cabello.
Cosa. Órgano genital
femenino, llamado también pepita y cocuna.
Culebra. Serpiente.
Chifle. Persona que
entraba a una fiesta sin ser invitado. Usar ropa de otro.
Chigüina. Aparición
fantasmal nocturna.
Chimbombó. Quimbombó,
planta de fruto comestible.
China. Honda, artefacto
de fabricación manual constante de una horqueta, dos gomas de carro o bicicleta
atadas a un pedazo de cuero de zapato donde se colocaba una piedra y era
utilizado para matar pájaros.
Chiguirito. Bebida
espirituosa dulce que se brindaba al nacer un niño.
Chiro. Parte genital
masculina también llamada pipe.
Chola. Calzado,
alpargata de cuero o de goma, traída desde Margarita por comerciantes de esa
isla del Estado Nueva Esparta.
Capotera. Se decía de
la persona a quien todos golpeaban.
Carare. Nombre popular
del vitíligo.
Comer gofio. Pelar pava
los novios.
Chaco. Batata.
Chicharra. Nombre en
inglés del insecto volador cigarra adoptado en Marabal por su cercanía con
Trinidad.
Chifle. Persona que
entraba a una fiesta sin ser invitado. También usar la ropa o el calzado ajeno.
Chupaflor. Colibrí.
Chuslear. Abuchear.
Domplina. Arepa de
trigo, que llegó a Marabal desde Trinidad.
Encetar. Abrir por
primera vez una botella generalmente de licor.
Engüerao. Contento por
el nacimiento de un hijo.
Encant´ao. Tonto, bobo.
Esnobol. Helado de
origen trinitario conocido en otras partes de Venezuela como raspado o bola de nivel.
Se fabricaba con una panela de hielo cepillado con un artefacto especial, luego
de lo cual éste se endulzaba con sabores
frutales.
Fatiga. Asma.
Flor. Piropo.
Gañote. Garganta.
Garrete. Tobillo.
Gato. Ladrón muy
astuto.
Jabón de olor. Jabón para
baño.
Jaque. Buscador de
pelea, jaquetón, zafio.
Jumo. Ebrio, borracho.
Lázaro. Lepra.
Leche Klim. Marca de
una leche en polvo dado a todas las demás.
Lechero. Pichirre,
tacaño, miserable.
Locha. Moneda de níquel
cuyo valor era 12, 5 céntimos de bolívar.
Maluco. Amanerado.
Mapleto. Persona torpe.
Mariquita. Moneda de
plata de 025 bolívares. Nombre que se empleaba para pedir al padrino luego del
bautismo.
Mariquito. Amanerado.
Maruto. Ombligo.
Masalá. Masalá. Curry, condimento de origen trinitario utilizado para preparar
tarkarí de chivo.
Mato. Lagartija. Había
también una especie de mayor tamaño que por comerse los pollos pequeños era
llamado mato pollero.
Mojiganga. Persona que
se la daba de payaso, de cómico.
Moriana. Morisqueta.
Moriquite. Búho
Miao. Bebida,
generalmente ponsigué o chinguirito, que se pedía al padre cuando le nacía un
hijo.
. Naranja china.
Mandarina, fruta que tiene gran uso medicinal y alimenticio entre los chinos.
Ñapa. Obsequio,
generalmente caramelo o papelón, que se hacía al comprador para incentivar las
ventas.
Ñinga. Porción pequeña
de un alimento.
Ñinguita. Diminutivo de
ñinga.
Palometa. Mariposa.
Paño de mota. Toalla
para secarse después de bañarse.
Papera. Parotiditis,
enfermedad que se curaba introduciendo la cabeza en un pilón el cual era
golpeado por fuera con el bate redondo que se empleaba para
pilar.
Pariola. Sinónimo de
parapara.
Pascua. Navidad.
Pastel. Hallaca.
Pelar pava. Se decía de
las conversaciones de los novios en la sala el día de visita, generalmente
vigila por el padre o la madre de la novia.
Pescuezo. Cuello.
Picha. Caramelo, metra.
Pirgaña. Porción muy
pequeña de alimento
Posicle. Cubitos de
helado de diversos sabores que se cuajaban en nevera.
Remojo. Lo que se pedía
a alguien cuando estrenaba cualquier prenda de vestir.
Sobaco. Axila.
Tarcarí. Comida,
generalmente de chivo, condimentada con masalá, nombre que se le daba al curry,
que se traía de Trinidad.
Tísico. Tuberculoso.
Vejiga. Lechina.
Virula. Bizco.
Vitrola. Aparato de
cuerda para reproducir música.
Volador. Papagayo.
Yilé. Hojilla de
cualquier marca. Proviene del sonido español de Gillette.
Zafio. Jaquetón.
Zoquete. Tonto.
III.9. Fiestas patronales
La patrona es Santa Ana y los iniciadores de las fiestas fueron Martina Salazar
de Rodulfo, Encarnación Mendoza, Bernabé González, Andrés González, Felicidad
Marín, Guzmán Rodulfo, Nicasio Rosquel y Román León, entre otros.
Felicidad Marín fue la tesorera de la Hermandad de Santa Ana y Nicasio Rosquel
y Martina Salazar de Rodulfo la presidieron en sus orígenes.
Fueron iniciadas en 1945.
Tanto para la construcción de la capilla y la verbena situado a su lado, como
para la adquisición de la imagen, que tuvo un costo de 600 bolívares, se hizo
una colecta pública, tanto en Marabal como en otras poblaciones
sucrenses.
El encargado de adquirir la imagen fue el entonces cura párroco de Irapa,
Romero Mata, a quien hubo que amenazar con el obispo para su entrega.
Con este personaje, que luego ahorcaría los hábitos, la Hermandad tuvo un
incidente respecto a la capilla, pues quiso construir un mamotreto que no fue
aceptado por ésta. Su constructor fue el albañil Ramón Requena. 29
Este ex cura le echó una maldición a Marabal para que desapareciera.
Hablando con Darío Rodríguez, un marabalero que reside en Santa Ana del Norte,
nos informó que en 1948 le hizo entrega a la Hermandad de Santa Ana de un cañón
con la siguiente inscripción: “Recuerdo de Darío Rodríguez para Santa Ana de
Marabal”. Lo construyó cuando vivía en Maturín. Yo recuerdo que ese cañón lo
disparaban frente a la casa de mi tío Bernabé, pero ignoré hasta 2007 quién lo
había donado.
Entre los nombres de residentes en Marabal para ese año 1948 cita a sus padres
Antero Salazar y Eugenia Rodríguez, Ramona, Evaristo, Felipe Salazar, Evaristo
Salazar.
III.10. Apariciones. Existía la creencia de que a media noche aparecía un
espanto llamado La llorona. Daba gritos y lloraba desgarradoramente. No se
dejaba ver porque cuando la persona se le acercaba desaparecía.
Según explican Angelina Pollak-Eltz y Cecilia Istúriz (Folklore y Cultura en la
Península de Paria (Sucre) Venezuela, Biblioteca de la Academia Nacional de la
Historia, Caracas, 1990) este persona “fue una mujer que mató a su hijo pequeño
con una mano de pilón, porque lloraba mucho y no la dejaba pilar, por ello al
morir fue condenada a vivir errante y oír todos los llantos de los niños del
mundo”.
Ambas autoras se refieren también a la Chimigua, que en Marabal llamábamos
Chinigua, que era el espíritu de una dama muy bella que aparecía durante la
noche y enamoraba a los galanes trasnochadores, a los que llevaba a una lugar
apartado donde se despojaba de sus largas crinejas y comenzaba darles latigazos
con ellas castigándolos sin piedad.
No supimos de nadie a quien les salieran ambos espantos, pero sí se conoció que
a mi primo Adolfo, hijo de Baldomera, se le apareció el Diablo una noche
cualquiera en la Ceiba, un centenario árbol muy frondoso situado cerca de la
casa de León Velásquez, derribado criminalmente alegándose una presunta
enfermedad que lo haría caer poniendo en peligro la vida de las personas que en
ese momento circulara por allí. Esa fue la explicación que nos dio en mayo de
2007 la entonces directora de la escuela de Marabal, profesora Omaira Aguilera.
De los duendes, seres de diminuto tamaño, que al parecer llevaban la cabeza
cubierta con un sombrero de cogollo de los llamados pavas, elaborados en
Margarita, se dijo en el entonces caserío que a unas hijas de mi prima
Modestica, que para la fecha vivía en el otro lado del río, se les había
aparecido. Estas sobrenaturales apariciones fueron declaradas patrimonio
cultural del Municipio Mariño.
Para alejarlos se rezaba:
“San Gerónimo, préstame tu cordón para hacer salir este vagabundo de aquí.
Juan, yo te bautizo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Se decía que los duendes eran niños muertos sin recibir las pilas bautismales.
Herejes les decían.
III.11. Nombres
Casimiro Rodulfo (mi abuelo paterno), Isabel Toledo (mi abuela materna),
Dionisio Toledo, Dorotea Frontado, Evelio Suárez, Miguel “Bandalaje” Franco,
Bernardo Díaz, Sabina Toledo, Romana de González (mi abuela materna), Primitivo
“Tibón” Marín, Nicasio Rosquel, José Dolores Gutiérrez “Checo Checo”, Ezequiel
Suárez, Jesús “Chucho” Barreto, Bernabé González, Juan Toledo, Francisco Toledo
(había varias personas con igual nombre y apellido), José Mercedes Brito
“Chemeche”, Juan “Mayía” González (padre e hijo, mi abuelo materno y mi tío,
respectivamente), Luis García, Francisco “Chico” Marín, Francisco Javier “Chico
Javier”, Julio Toledo, Andrés Avelino, Fortunato, Salvador, Olimpio Rodríguez,
Modesto Rodríguez, Honorio Rodríguez, Gumersindo Rodríguez, Raúl Rodríguez,
Reinaldo Suárez, Rosa Amelia Rodríguez, Rosa Esther Suárez, Iria Rodulfo,
Genaro Rodulfo, Cruz Rodulfo, Cruz Rondón, Maura Alcides Rodulfo, Belkina
Rodulfo, Belkis Rodulfo, Felipe Salazar, Felipe “Lipito” Salazar, Juan José
“Chepele” González, Bernabé González, Pablo “Pabín” González, Saturnino
Gutiérrez “Pa´te gallina”, Nicasio Rosquel, Cupertino Suárez, Alberto Suárez,
León Velásquez, Blanca Rodulfo, Félix “Cuchero” Barreto, Darío Rodríguez,
Domicio Salazar, Andrés González, Román León, “Culí” León, Eduardo Romero, Modesto
Rodríguez, padre e hijo; Modesta “Modestica” Rodríguez, Sicarión Barreto, José
Toledo, Guzmana, “El Indio” Toledo, “La India” Toledo, Belén de Brito, Marina
Brito, Emélida “Melita” Caraballo, Tomás González, Melquíades González,
Alfonsina “Monchina” González, Lope González, Melquíades González, Petronila
“Nila” González (murió muy joven y era mi prima); Vicente Toledo, Eladia
“Yayita” Toledo, Eladio “Yayito” Toledo, José “Che” Aliendres (asesinado
vilmente por un sargento de la Guardia Nacional, criminal indigno de ser
mencionado en esta monografía), Martina Salazar de Rodulfo (mi madre de
crianza), Juan Rodríguez Moreno (mi maestro de primeras letras); Isabel
Arismendi (maestra), Lupercia González, Gisela “Chela” León; Felicidad Medina,
Felicidad Marín, Felicidad, la hija de Valeriana, conocida como “La loca”,
Marcelino Mendoza, Galo Marín, Aureliano González, Salomé Toledo, Melquíades
Toledo, Félix Valois, Guzmán Toledo, Luis Medina, Andrés Avelino Toledo, Celia
Marín, Petra, Pancha, Panchita, Edecio Romero, Santiago Romero, Eufrasio
Romero, Eduardo Romero, Hilda de León, Justina Romero, Gabriel Rodríguez, padre
e hijo; Ramón Rodríguez, Vicente “El loco” Hernández, Bonifacio Rojas, Antero
Salazar, Sósimo Arquímedes Rodulfo, Gorgonio Barreto Rodulfo, Guillermina
Rodulfo, Olivia Rodulfo, Aracelis Rodulfo, Catalina Coello, Catalina Aguilera,
Jerónimo “Yomo” Barreto, Miguel Ángel Coello, Dionisio Brito, Urbano López,
Elia Mendoza, Serafina Mendoza, Aristóbulo Mendoza, Mercedes Lárez, Adolfina
Coello, Maximina Toledo, Pascual Gil, Pedro Lárez, Evaristo Salazar, Eudosio
“Docho” Salazar, Carmen Salazar, Evaristico Salazar, Joselito Coello, Serapio
Romero, Adolfo Toledo, Rafael Toledo, Fermina, Tirsa, Edelmira “Mironga”,
Bernadina, Loudes Marín, Esteban Toledo, Cosme “Cosmito”, Victoria, Petronila
“Piturca”, Ramón Marin (Ramón Pepita), Antonia Barreto, José Bermúdez, Antonio
Bermúdez, Prudencia Gil, Bruno Bermúdez, Eulogio Marín, Albina González, Irma
González, Lucrecia, Mireya Salazar, Raimundo 31
“Mundo” Marín, “Morocho” Marín, Nicanor Salazar, Eleazar Salazar, Régulo Marín,
Adelis Díaz, Alfonso Díaz, Ramón Marín, Tiburcio Toledo Tirso, Tirsa, Emelina,
Teófano Toledo, Álida Toledo, Adelaida, Aquiles, Santos Velásquez, Leonidas,
Esteban Toledo, Rufino, Ceferina Rodulfo, Vicente González, Gorgonio Barreto,
Félix “Felito” Rodulfo (murió en la niñez); León Velásquez, Marciano Marín,
Jerónima Jiménez, Catalina Coello, Santiago Pacheco, Heraclio Gotilla, Victoria
González, Eugenia Rodríguez, José Bermúdez, Justo Bermúdez, Bruno Bermúdez,
Antonio Bermúdez, Luis Medina, Petra de Medina, Felicidad Medina, Felicidad
Marín, Antero Salazar, Jerónimo Ordaz, Petronila Ordaz, Nicanor Salazar, Carmen
Salazar, Dionisio Brito, Cirilo Brito, Adela de Brito, Antonio Salazar, Nicanor
Salazar, Conchita Salazar, Donaira González, Vicente González, Iván González,
Gabino Pastrano, Germán González.
III.12. Galleras. Hubo una en la casa de mi padre y otra donde Genaro López, en
Valencia. Algunas veces iba a este último lugar y pienso que las pesadillas que
con cierta frecuencia padezco se debe a las escenas gallísticas que vivencié
entonces. Mi sospecha se origina en el hecho de que en los sueños aparece como
una constante la vivienda donde estaba este lugar de pelea de gallos. En la actualidad
existe en la localidad la gallera Los Almendrones, de Alfonso Díaz, declarada
bien de interés cultural el 20 de febrero de 2005.
IV. Campo Cultural Académico
Según el profesor Enrique Alí González Ordosgoitti, el Campo Cultural Académico
está constituido “por aquellas realizaciones culturales que tienen como
característica una alta formalización de la información tanto en la producción
como en la transmisión de mensajes y bienes, cuya circulación y consumo se
realiza a través de circuitos rigurosamente delimitados, las más de las veces
dirigidos (directa o indirectamente) por el Estado (como en la actualidad),
conduciendo a que el acceso a los mismos esté definido por reglas explícitas y
legalmente oficiales”. Su dominio se extendió hasta mediados del siglo XX,
cuando fue desplazado por el Campo Cultural Industrial Masivo
En Marabal este campo de la cultura está representado por la Escuela Básica
homónima, cuya fundación data de septiembre de 1962, y el liceo.
Pero las primeras escuelitas que funcionaron en la localidad estuvieron a cargo
del maestro Juan Rodríguez Moreno, que comenzó siendo privada hasta que pasó a
depender del Ministerio de Educación, y la maestra Isabel Arismendi.
Mis primeros conocimientos educativos me los transmitió el maestro Juan, a
quien recuerdo como una persona de color blanco, estatura regular y ojos
azules.
En la época era usual en las escuelas el uso de la palmeta, con su agarradera
redonda y la parte superior aplanada, de forma avalada,
Recuerdo que cuando fui llevado por primera vez a la escuelita, situada en su
propia casa de habitación, lloré mucho, pero rápidamente me adapté. Comenzó
siendo privada y luego pasó a depender del Ministerio de Educación
Nacional.
Entre mis condiscípulos estaban, entre otros, Hipólito, Chuito, Antonino
Bermúdez, Cleofe Marín, Teófano Toledo, Alejandro Ugas y Dimas. A este último,
mayor que yo, le hice una tremendura que me costó mis buenos golpes de parte
suya. Él iba a recostarse en la silla y yo le coloqué detrás un lápiz afilado cuya
punta se reventó en su espalda, pegando tremendo grito y 34
reaccionando violentamente contra mí, que lo que hacía era reírme de lo que
consideré una gracia.
Los exámenes de fin de año estaban a cargo de un jurado proveniente de Irapa.
Juan “Juancho” Fermín Villarroel era uno de ellos. Las preguntas eran orales y
se referían a historia de Venezuela y universal, gramática y las cuatro
operaciones aritméticas. También nos ponían a leer en voz alta.
Con los conocimientos que recibí de mi primer maestro, ingresé al cuarto grado
en la Escuela Milá de la Roca, de Irapa.
Algunas veces nos hacía preguntas y si no las sabíamos, quien respondiera
correctamente, caía a palmetazos en la mano al ignorante.
En el fondo de su casa, ya inexistente, según información que recibiera de
Alfonso “Toto” Díaz, había una mata de cereza. Un día me comí varias de esta
rica fruta de color rojo, con semilla y todo, y me tapé, teniendo necesidad de
someterme a lavado anal con una perilla llena de agua tibia.
No asistí a su entierro porque cuando murió yo me encontraba en Jusepín
operándome las agallas (amígdalas) y al regreso se me informó la triste
noticia.
Los alumnos debíamos llevar al pequeño salón de clases nuestro propio asiento,
consistente en una sillita de madera o un banco de igual material.
Los libros que utilizábamos como material de apoyo didáctico eran el Manilla,
el de lectura de Alejandro Fuenmayor y el Manuel de Urbanidad y Buenas Maneras,
de Carreño, repartido gratuitamente por el Ministerio de Educación Nacional.
En el libro de Alejandro Fuenmayor había un texto que decía:”Antonino fue por
vino/ y quebró el vaso en el camino/ pobre vaso, pobre vino/ y pobres nalgas de
Antonino”, que por inocente maldad le leíamos al condiscípulo de igual nombre
para hacerlo rabiar. Igualmente un largo decimario del poeta Tomás Ignacio
Potentini, inspirado en los héroes de la independencia de Venezuela. Se me
grabó para siempre en la memoria la décima dedicada a Bolívar:
Cuentan que tuvo en su faz
lo que salva y lo que aterra:
rayo de muerte en la guerra
y arco iris en la paz.
Cuando creyeron quizás
que se cansaba su brazo,
hizo en la América un trazo,
y volando, casi loco,
con aguas del Orinoco
fue a regar el Chimborazo.
La escuela de la maestra Isabel Arismendi funcionó en la casa propiedad de mi
tío Bernabé González, a quien recuerdo dándole vivas a la Revolución de
Octubre, de donde surgió una Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por
Rómulo Betancourt, que en menos de tres años estableció por primera vez en Venezuela
el voto directo, universal y secreto para venezolanos y venezolanas mayores de
18 años supieran o no leer y escribir, modernizó las Fuerzas Armadas, reactivó
el aparato productivo, erradicó la tuberculosis, creó la Corporación Venezolana
de Fomento, puso en funcionamiento escuelas y 35
liceos a lo largo y ancho del país, facilitó el funcionamiento de partidos y
sindicatos, redujo en 50% las ganancias de las empresas petroleras en beneficio
del erario público, decretó la creación de un tribunal especial para recuperar
los bienes nacionales sustraídos por funcionarios gomecistas, lopecistas y
medinistas, combatió la corrupción administrativa, etc.
Esta revolución, tuvo lugar el 18 de octubre de 1945 y marcó el paso de
Venezuela al siglo XX.
Había visitado a Marabal el presidente del Estado Sucre, doctor Simón Gómez
Malaret, como se llamaba entonces al gobernador. Un decreto emanado de la Junta
Revolucionaria de Gobierno produjo la modificación de presidente a
gobernador.
En 1962, siendo presidente de Venezuela don Rómulo Betancourt, pero
constitucionalmente, el gobernador sucrense de la época, Ángel Fariñas Salgado,
dotó a los niños marabaleros de su moderna escuela, que debería honrarse con el
nombre de Juan Rodríguez Moreno, el primer maestro de la localidad, sin
biografía escrita. La matrícula para el año escolar 2006-2007 era de d82
alumnos.
En 2005 egresó del liceo la primera promoción de bachilleres en Ciencias y
Humanidades
Precisamente, el 4 de mayo de 2007 le correspondió a la escuela ser anfitriona
del Encuentro Escolar de Cruz de Mayo, un evento cultural organizado por el
Distrito Escolar Nº 10, para la fecha bajo la dirección de la profesora Omaira
Aguilera de Marcano, con el apoyo logístico de la Alcaldía del Municipio
Mariño.
El Velorio de Cruz de Mayo es una de las manifestaciones culturales más ricas
de Venezuela, que se ha transmitido de generación en generación desde la
colonia, mezclándose con aportes indígenas y africanos.
Con su celebración la Iglesia Católica recuerda el hallazgo que hiciera Elena,
madre del emperador Constantino, del madero en el cual murió Jesucristo, en el
año 324.
La historia revela que Elena, elevada después a los altares de la santidad,
viajó a Tierra Santa con la intención de encontrar la Santa Cruz, cuyo día, en
el santoral católico, es el 3 de mayo. 36
-Lo hizo sin demasiadas dificultades –leemos en la verdad.com- y, tras
constatar sus poderes milagrosos (consiguió resucitar a un finado al entrar en
contacto con el madero), Elena mandó dividir el hallazgo en tres trozos.
El día de la cruz es el 3 de mayo. Sin embargo, en nuestro país esta
celebración se lleva a cabo durante todo el mes, en el Oriente, Centro y
Occidente del país. Los únicos estados donde no se celebra son Mérida, Zulia y
Táchira.
Uno de esos trozos iría a Constantinopla; otro a la iglesia de la Santa Cruz de
Jerusalén, donde todavía se venera, y el último se quedaría en el territorio
sagrado, correspondiente al brazo izquierdo de la cruz.
-Fue éste –se lee en el texto citado- el que Santo Toribio, de peregrinación
por esos lares, cogió por orden papal y lo transportó a Astorga. El programa se
desarrolló de la siguiente manera:
1) Desfile de cruces amenizado con la banda musical del Liceo Santiago Mariño
hasta la capilla; cohetes.
2) Misa;
3) Desfile de regreso hasta la escuela.
Luego de estos eventos comenzó el Canto a la Cruz, en este orden:
1) Himno Nacional interpretado por un coro de niños de las escuelas de Marabal
y Alto Amara. Este coro lo dirigía el profesor Johnny Barreto:
2) Himno del Estado Sucre;
3) Himno del Municipio Mariño;
4) Intervención de la profesora Omaira Aguilera de Marcano, jefa del Distrito
Escolar Nº 10.
5) Canto de fulía por niños del coro formado por el profesor Johnny Barreto.
Esta fulía tiene música y letra de de Barreto.
6) Canto a la Cruz por niños de las escuelas Marabal, Creación Río Grande
Arriba, Liceo Mundo Nuevo, Escuela de San Antonio, Centro de Educación Inicial
J.E. Machado, Biblioteca Pública Carmen Vásquez Ruiz, de Irapa; Liceo Santiago
Mariño, Liceo Campo Claro, Escuela Río Chiquito Abajo, Escuela Río Seco; Sector
El Alto, de Marabal; Escuela Alto Amara, Liceo Marabal, Liceo Río Chiquito
Arriba, Escuela de Tarea Dirigida Justina de Marín, Marabal; Alcaldía de
Mariño; Escuela Vericallar, Unidad Educativa Andrés Aeloy Blanco, Escuela
Virginia Bor, Escuela Maribela, Escuela La Ceiba, Unidad Educativa Brígida
Olivier de Caraballo; Núcleo Escolar Rural 277, Núcleo Escolar Rural 168.
7) Intervención de la docente Onécima Díaz (Vallita) quien cantó las siguientes
décimas:
Santísima Cruz de Mayo
recibe todas las flores
que te brindan los cantores
desde que inician su ensayo;
y yo que no me desmayo,
te canto de corazón
la más bonita expresión
de los pueblos orientales
en los velorios centrales
con décima y galerón. 37
La Cruz de Mayo pasea
por calles de Marabal
y nos libera del mal
y de toda cosa fea.
La Cruz de Mayo desea
a todos un bienestar
sobre todo a este lugar
donde llega tanta gente
y que el Madero Viviente
venimos a homenajear.
Marabal es un erial
bueno en la agricultura;
en él se da la verdura,
la madera y el frutal.
Esta es la zona rural
donde están las bellas flores.
En él están los autores
de las obras más bonitas
y las frutas exquisitas
de nuestros agricultores.
Para todo el que visita
a mi bella población,
le va esta salutación
que les entrega Vallita
y la Santa Cruz bendita
desde su Altar Mayor
nos entrega su esplendor
y su bendición sagrada
por siempre mi cruz amada
tendrás tu puesto de honor.
Para la confección de los altares, además del tradicional papel crepe con
chapas de botellas y metras, semillas de cedro, barba de palo y flores y hojas
38
de plátano, arroz con escarcha, riqui riqui, espiga y laurel; flor de cedro,
cacao y jobito; pasta de caracolito con flores; frijoles, conchas marinas y
peonía, servilleta de pobre; semillas de caimito y hojas de cedro; orquideas
elaboradas con corropún o goma Eva, piedras y flores de cachito. 39
La dulcería en venta comprendió turrones de coco, beso de coco, suspiro,
quesillo, ponquecitos, bombas, dulce de cereza, dulce de mango y turrón de coco
con piña.
Las bebidas estuvieron constituidas por ponche de crema, leche de burra y
guarapita. 40 41
V. Campo Cultural Industrial Masivo
Este campo de la cultura estuvo representado inicialmente, hacia la cuarta
década del siglo XX, por la victrola o vitrola, como se le llamaba, procedente
de Puerto España, Trinidad, para entonces colonia británica. Río arriba, a pie,
en burro o mula viajaban las personas, quienes luego de cruzar la empinada
montaña llegaban a Tacarigua, en la costa de Paria, pernoctaban y desde allí
eran transportadas de contrabando en un bote a motor hacia la vecina isla. Yo
hice ese recorrido cuando era adolescente y recuerdo que al llegar a Boca de
Drago había que esperar que bajara la marea para poder entrar a Trinidad. Tanto
a la llegada al puerto como a la salida se daban falsos nombres de origen como
de destino al dejar la isla, una vez cumplido el objetivo de compra de
mercancías que se vendían con mucha precaución para evitar que el contrabando
fuera detectado por las autoridades respectivas.
De esa isla, hoy en día Trinidad y Tobago, procedían las vitrolas o victrolas,
unos gramófonos que funcionaban mediante una cuerda parecida a las de los
relojes. Eran semejantes a una maleta, la cual se abría y se le colocaba un
disco de acetato. En la parte superior interna tenía un porta discos. Las
agujas eran de efímero uso y se guardaban en una cajita situada en la esquina
derecha de la caja donde se colocaban los discos de 78 rpm. Para hacerla
funcionar había que darle cuerda para una sola audición. Luego se volteaba el
disco.
Dueños de estos artefactos musicales primitivos fueron Guzmán Rodulfo, Miguel
Franco, José Mercedes “Chemeche” Brito y Evelio Suárez.
Las vitrolas fueron sustituidas por equipos de música conocidos como pick-up
(picó).
Le correspondió a mi padre traer al caserío ser el introductor del primer
aparato musical de esta índole, el cual empleaba igualmente discos de 78 rpm.
En la sala de la casa, situada al lado de la bodega, se bailaba, pero la pareja
tenía que consumir refrescos, cervezas, chicles, galletas o cualquier otra
chuchería.
Los discos de moda de la época, marca Fuentes, RCA Víctor. Peerlees, Decca,
Columbia y otros sellos que no alcanzo a recordar eran adquiridos en Irapa,
Güiria o Carúpano. Entonces, como ahora, la música que más gustaba era la
colombiana, especialmente el porro y la cumbia. Piezas como Compae Heliodoro,
El tigre guapo, El huerfanito, La víspera de Año Nuevo, La araña pelúa, Dame tu
mujer José, El vaquero, la mujer celosa, El chupaflor, La pava, Ron de Vinola,
La casa en el aire, Adiós mi maye y muchos otros títulos que bajé de Internet,
porque me gustaron y me siguen gustando, eran las más solicitadas por los
bailadores. 42
Los siguientes poseedores del sustituto de la vitrola fueron Jesús “Chucho”
Barreto y mis tíos Juan, que se había marchado del pueblo hacia Jusepín Estado
Monagas, a raíz de la creciente del río del 18 de agosto de 1944, y
Bernabé.
Al pick-up lo sustituyó la rockola, siendo su introductor Jesús “Chucho”
Barreto en el único bar familiar entonces del caserío, situado junto a la
residencia de mi tía Eladia. Todavía este en pie el local donde funcionó, pero
destinado a otros menesteres.
En el otro bar familiar, de mi tío Bernabé, también operó una rockola que la
dejó fuera de funcionamiento la devaluación de la moneda y la aparición en el
mercado de las llamadas minitecas. Esta rockola todavía existe y debería ser
declarada patrimonio cultural.
Los equipos de sonido para discos de 78 rpm fueron sustituidos por otros que,
además de este formato, incluían las modalidades de 45 rpm y 33 rpm. Y éstos
fueron reemplazados por reproductores de CD.
El Campo Cultural Industrial Masivo está representado en la localidad por
equipos de sonido de alta capacidad técnica, reproductores de video, televisión
satelital e Internet. La escuela posee una sala de computación mediante la cual
se establece una vinculación entre el Campo Cultural Académico y el Campo
Cultural Industrial Masivo.
Fue también mi padre, Guzmán Rodulfo, el que poseyó el primer radio en la
localidad. Para oírlo había que utilizar una antena rústica fabricada con
alambre, la cual se ponía bien alta. Estaba muy de moda entonces la radionovela
que batió récord en el país, El Derecho de Nacer, del escritor cubano Félix B.
Caignet. Por cierto, al recuperar el habla uno de los personajes principales,
Rafael del Junco, la Billos Caracas Boys sacó un disco denominado “Ya don Rafael
habló”, cantada magistralmente por Manolo Monterrey. Esta orquesta tenía el
programa “A gozar muchachos”. Después tendría radio Primitivo “Tibón”
Marín.
La escuela cuenta con un vocero periodístico de 10 páginas manuscritas
ilustradas con recortes de fotografías periodísticas.
Se trata de El Marabalero, cuyo primer número tiene fecha noviembre de 2006.
Todo el material es elaborado por la comunidad docentes que asistió a un taller
de producción periodística.
Colaboré con el número 2, de mayo de 2007, que lo computaricé.
Fuentes
1. Bibliográficas
Gómez, José Mercedes. Historia del Estado Sucre. Presidencia de la República.
Caracas, 1981.
González Ordosgoitti, Enrique Alí. Diez Ensayos de Cultura Venezolana. Fondo
Editorial Tropikos, Caracas.
Katati, Mariana. Desarrollo Turístico del Municipio Mariño. Computarizado,
10-12-94
Pollak-Eltz, Angelina e Isturiz, Cecilia. Folklore y Cultura en la Península de
Paria (Sucre) Venezuela. Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1990.
Rosa Acosta, Rosauro. Diccionario Margariteño Biográfico, Geográfico e
Histórico. Fondo Editorial del Estado Nueva Esparta. Margarita, 1996.
Venezuela. Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables.
Servicio Autónomo de Geografía y Cartografía. Dirección de Geografía. División
de Mapas.
Venezuela. Ministerio de la Cultura. Instituto del Patrimonio Cultural.
Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Municipio Mariño.
Diccionario Geográfico del Estado Sucre. Caracas, 1981.
Venezuela. Instituto Nacional de Estadística. XII Censo General de Población y
Vivienda 1990.
2. Informantes claves
Adelis Díaz, Andrés González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario