Pol Pot: otro dictador que escapó de la justicia
El régimen comunista de Pol Pot duró hasta enero de 1979, cuando la intervención vietnamita lo obligó a huir del país y ocultarse en la selva
Pol Pot, líder de los Jemeres Rojos, había estudiado tres años en Francia durante su juventud. Allí entró en contacto con las ideas de Stalin, que lo llevaron a interesarse por el Partido Comunista Francés. Fundó el autodenominado Grupo Estudiantil de París y logró conformar un grupo de simpatizantes de las ideas comunistas, quienes serían tan responsables como el propio Pol Pot del genocidio en Camboya.
En 1970, el general Lon Nol dio un cuartelazo con el apoyo de Estados Unidos. Los Jemeres Rojos, un grupo guerrillero del cual formaba parte Pol Pot, se enfrentó al nuevo régimen hasta que, en abril de 1975, tomaron la capital, al mismo tiempo que el general golpista huía del país con un millón de dólares.
No bien entraron a la ciudad, los insurgentes, ahora victoriosos, ordenaron al pueblo desalojar la capital por un supuesto peligro de un bombardeo estadounidense.
Aquel éxodo masivo forzoso no duró solo unos días, como habían prometido los “libertadores”. La orden fue que la gente abandonara la ciudad montada en bueyes y en carros. Quienes no pudieran hacerlo, debían desplazarse a pie, incluidos los enfermos y los ancianos. En pocas horas, Phnom Penh, una de las capitales más grandes de Asia, quedó convertida en una ciudad fantasma.
En los días sucesivos, las cunetas comenzaron a llenarse con los cadáveres de las personas que no soportaron la marcha a pie. Detrás de aquella confusión, Pol Pot y sus secuaces trazaban un plan demencial, que inició cambiando el nombre del país por el de Kampuchea Democrática.
El nuevo régimen implantó una feroz batalla ideológica contra el pasado capitalista. Todos los vehículos a motor fueron destruidos, y el carro tirado por mulas devino en el medio de transporte nacional. Fábricas y bibliotecas fueron quemadas, y se prohibió el uso de medicamentos importados, porque la flamante Kampuchea estaba en condiciones de elaborar todas las medicinas necesarias, a base de sabiduría popular. Se vetó el uso de las gafas, pues el recién instaurado régimen consideraba que dicha prenda confería un estatus de intelectual, y todos los intelectuales debían ser eliminados.
Solo los campesinos se salvaron del odio de los “libertadores”, porque habían permanecido “incontaminados” de hábitos burgueses. El resto de la sociedad era un peligroso remanente del capitalismo, que debía ser reeducado o aniquilado.
Pol Pot ordenó asesinar a los elementos subversivos. La purga comenzó por altos funcionarios y militares, para luego continuar con médicos, profesores, abogados y todo el que conociera un segundo idioma.
Los mercados y la moneda fueron abolidos. Se prohibieron todas las religiones. La población extranjera fue expulsada y el país quedó aislado del resto del mundo. El programa de reeducación terminó con la población recluida en comunas agrarias con el único fin de multiplicar la producción de arroz.
Bajo el régimen de Pol Pot fueron monstruosas las torturas y la hambruna. La vida en Camboya se tornó un infierno. La propiedad privada fue borrada y nadie tenía nada. Poseer una olla era considerado delito, y las raciones de comida eran tan miserables, que varias fuentes han hablado de episodios de canibalismo. Los trabajadores morían de agotamiento y hambre por culpa de la escasez de alimentos y las extenuantes jornadas en los arrozales.
Las relaciones sexuales fueron reguladas con el único fin de aportar nuevos ciudadanos a Kampuchea, y se estableció que cada ciudadano debía producir dos litros de orina para ser entregada como abono.
El régimen de Pol Pot duró hasta enero de 1979, cuando la intervención vietnamita lo obligó a huir del país y ocultarse en la selva. El atroz dictador murió en 1998 de un ataque cardíaco, librándose de ser juzgado por sus incontables crímenes.
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