miércoles, 7 de junio de 2023

Tragedia de El Callao | La angustia por respirar y el peso del oro: minero cuenta cómo se salvó

 Tragedia de El Callao | La angustia por respirar y el peso del oro: minero cuenta cómo se salvó

César López, un minero de 21 años que sobrevivió a la inundación de una mina en El Callao, relató lo que vivió y cómo logró salvarse: soltar un pesado saco de arena con restos de oro le dio ventaja para salir de la fosa de 800 metros de profundidad. Dice que tiene miedo de seguir trabajando la minería, pero asevera que no tiene otra opción

-EL PITAZO  

  

El Callao.- César López luchó para salvarse en medio del pánico que vivió en la mina La Talavera, la noche del 31 de mayo de 2023. Cuando un torrente de agua inundó la caverna, tapó el camino y quedaron apenas unas cúpulas con un poco de oxígeno en la superficie del reducido espacio, el minero no tuvo más remedio que soltar el saco en el que llevaba arena y restos de oro para salir de la fosa.

Esa decisión evitó que su nombre apareciera entre las 12 personas que fallecieron en la tragedia más grande que ha vivido el poblado minero El Callao. 

Esa noche llovía muy fuerte y él estaba a 800 metros bajo tierra. López es un minero de 21 años que logró sobrevivir a la tragedia en la mina, en El Callao, a más de 800 kilómetros de Caracas. Otras 123 personas también se salvaron, según el reporte oficial actualizado hasta este 5 de junio. 

La vida o el oro

Cuando López estaba en lo más profundo de la fosa y con el agua al cuello, casi como si se tratara de una lección de vida, se dio cuenta de que sin lo material, sin el saco de arena, con restos de oro, podía avanzar más rápido y salvarse. Y eso hizo. “Ya nos faltaba el oxígeno. Me sentía mareado, me comenzó a doler la cabeza, estaba agotado, cansado, no podía caminar”, revela.

El minero cruzó los pozos que se formaron en las galerías, mientras respiraba contadas bocanadas de aire. Cree que hacer eso con un saco en la espalda le habría costado la vida. Por eso soltó la carga a medio camino y, una vez superada la zona inundada, comenzó a escalar hacia la fangosa y resbaladiza salida, donde está la boca de la mina.

“El peso no nos dejaba pasar. Ahí pasamos horas y nada. Al final logramos pasar, pero sin el material; otros no quisieron dejar el saco y se quedaron”, lamenta al recordar. 

En Venezuela no hay un registro de cuántas personas mueren víctimas de derrumbes e inundaciones en las riesgosas faenas dentro de las galerías de los yacimientos de oro enclavados en el Arco Minero del Orinoco. Este es un proyecto extractivista iniciado por la administración de Nicolás Maduro en 2016, que abarca más de 111.000 kilómetros de superficie, incluyendo zonas protegidas de la Amazonía.

Tragedia en El Callao: estas son las 12 personas muertas por colapso de una mina

Solo en El Callao hay 800 molinos procesadores de arena y 1.200 alianzas mineras, de acuerdo con datos manejados por la alcaldía. Sobre la tragedia en mina La Talavera, el alcalde de la localidad, Coromoto Lugo, dijo que una variable a considerar es que posiblemente los mineros no tomaron la previsión del mal tiempo para internarse en la fosa a buscar oro.

“Cuando terminamos de trabajar y veníamos hacia afuera nos encontramos con que los pozos habían subido de nivel, estaban llenos. Intentamos pasar y no podíamos, había demasiada agua”, relata López, quien logró salir con otros cinco mineros.  

Un reporte de los Bomberos de El Callao reveló que la corriente de agua sorprendió a los mineros dentro del yacimiento y la mayoría murió por insuficiencia respiratoria. Otro informe difundido por la Gobernación de Bolívar el lunes, 5 de junio, añade que también hubo fallecidos por inmersión. Los 12 cadáveres fueron extraídos en una labor que duró tres días: desde el jueves 1 hasta el sábado, 3 de junio.

Pobladores de El Callao, entre ellos un familiar de un fallecido, se encargaron de echar la tierra en las fosas comunes donde fueron sepultados los 12 fallecidos.

César López tiene poco tiempo trabajando en Bolívar, apenas siete meses. Es de Maturín, estado Monagas, y se internó en las minas de El Callao empujado por la crítica situación económica que atraviesa su familia.

“No me vine atraído por el oro, me vine por necesidad. En la ciudad no hay nada, no hay trabajo. Al menos aquí uno viene, trabaja y ayuda a la familia que está allá afuera. Yo vine para acá a trabajar”, cuenta el muchacho.

En una faena de una semana, un minero en La Talavera puede sacar, en promedio, dos o tres gramos de oro, el equivalente a unos 160 dólares. Pero no todo el dinero es del minero, una parte se debe quedar con el grupo que controla la zona en la que se trabaja o con la alianza minera. El gramo del metal en los locales de El Callao y Puerto Ordaz se vende en 53 dólares.

El minero dice que el día de la tragedia solo tenía a su familia en la cabeza. Pensaba en que si le pasaba algo dentro de la mina nadie iba a reclamar su cuerpo. También le preocupaba que sus parientes en Maturín se quedarían sin el dinero que él envía desde El Callao. 

“Todavía hay gente muerta en los pozos”

César López afirma que dentro de la mina todavía hay personas que no han sido rescatadas. Es una versión que también repiten familiares y pobladores de El Callao, pero las autoridades no la confirman. 

De hecho, el lunes, 5 de junio, se realizó una última inspección en la mina para verificar si quedaban otras víctimas, pero los organismos de rescate no han emitido un reporte oficial al respecto ni han informado sobre nuevos hallazgos. 

“Yo fui uno de los que entró a sacar los cadáveres, porque los funcionarios no podían sacar a la gente. Como nosotros conocemos cómo es la cuestión allá abajo, armamos una cuadrilla y nos pusimos a ayudar. Entramos y sacamos a los muertos. Todavía hay gente muerta en los pozos”, dice el joven.

–¿Recuerdas cuánta gente había?

–Mira, mucha gente y de todos lados. La mayoría salió por la empresa Corporación Venezolana de Minería (CVM).

La mina

La mina La Talavera ha cambiado de nombre a lo largo de los años. El alcalde de El Callao agrega que es uno de los yacimientos más antiguos y peligrosos por la acumulación de gases y riesgo de inundación.

Para llegar a esa mina hay que subir un empinado cerro que tiene improvisadas calles que son polvorientas cuando hay sol, pero barrosas cuando llega la lluvia. En el camino es común ver a mineros con sacos al hombro. También circulan camiones por la intrincada vía. 

En la entrada del yacimiento, actualmente hay cinco oficiales del ejército y el perímetro del angosto orificio por donde entran cientos de mineros a trabajar, está cercado con una cinta donde se lee “caution”, la voz inglesa de precaución. Es la señal de que la zona está clausurada y nadie puede ingresar, aunque no por mucho tiempo, dicen los mineros que pasan por el lugar, quienes esperan que la efervescencia de los acontecimientos baje para volver a la fosa. 

La mina La Talavera, donde ocurrió el trágico incidente, permanece temporalmente clausurada y custodiada por funcionarios del Ejército | Foto: Carlos Suniaga

En esa mina, ubicada en el sector El Perú, nadie menciona que el lugar está controlado por un grupo armado, comúnmente llamado sindicato. De eso no se habla y es mejor no preguntar, sostienen los residentes. En la misma zona, también hay presencia del Ejército, la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y, en el camino hacia el yacimiento, hay una sede de la CVM. 

Hace 100 años este yacimiento se exploró por primera vez y con el paso del tiempo los mineros, casi como unos topos, excavaron galerías clandestinas que la conectan con otras minas, como la Isidora, que actualmente es propiedad de la CVM y está custodiada por oficiales de la Dgcim.

El miedo

Según el secretario de Seguridad de Bolívar, Edgar Colina, la mina La Talavera estaba clausurada, pero en el sector El Perú los mineros frecuentan ese yacimiento y lo trabajan. “Claro, bajo su propio riesgo”, dice el joven César López.

–¿Después de esto que pasó volverías a entrar a la mina?

–¿Y qué otro trabajo tenemos aquí? Hay que volver a entrar. Así yo no quiera, tengo que volver a entrar. A riesgo de que nos agarre el Gobierno y nos lleve presos.

–¿Sientes miedo de volver a entrar?

–Siempre siento miedo. Cuando me toca entrar me voy hablando con Dios por todo el camino. Porque yo entro, pero no sé si voy a salir. 

Los 12 fallecidos fueron sepultados en fosas comunes en el cementerio local de El Callao | Foto: Carlos Suniaga

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