Gustavo Coronel: Los cuatro jinetes de la apocalipsis petrolera venezolana
Chávez, Ramírez, Maduro y El Aissami
Resumen del apocalipsis: estos cuatro sujetos dilapidaron un millón de millones de dólares de ingresos petroleros, impidieron que ingresara alrededor de otro millón de millones de dólares y endeudaron el país en más de cien mil millones de dólares.
¿Qué castigo creen ustedes que merecen?
Los lectores se preguntarán: ¿no estará exagerando Coronel? Estas cifras suenan tan descomunales para un país pequeño que es difícil creer que sean correctas.
Veamos:
1. Dilapidaron un millón de millones de dólares
Como se recordará, durante los años de Hugo Chávez en el poder, 2000-2012, ocurrieron dos períodos de altos precios petroleros en el mercado internacional, los llamados “booms petroleros”. El primero tomó lugar entre los años 2004 a 2008, disparado por el conflicto entre Israel y los países árabes. Su pico fue en julio 2008, cuando el barril de petróleo, BRENT, se cotizó en $147. En enero de ese año ya había llegado a los $100 por barril. Desde 2004 el precio del barril había comenzado a subir, desde $40 hasta llegar a su pico arriba señalado. En 2008 comenzó a bajar hasta llegar a 2010 cuando se llevó a cabo el segundo “boom”, el cual llevó el barril BRENT a $127 en marzo de 2011.
Ver gráfico de precios de exportación durante esos años: Venezuela: El petróleo y el socialismo del siglo XXI
El ingreso acumulado de estos dos “booms petroleros”, más los años de precios razonablemente altos llevó a un ingreso a la nación venezolana durante el período chavista madurista, 1999 a 2014, por la inmensa suma de $ 845.000 millones, la cual debe haber llegado en 2023 a alcanzar el millón de millones de dólares. Esto representa un ingreso casi cuatro veces superior al obtenido por la Nación durante la etapa 1976 a 1998, los años de la nacionalización petrolera pre-chavista.
Es decir, mucho mayor que todos los ingresos petroleros acumulados durante las presidencias de Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campíns, Jaime Lusinchi, otra vez CAP y otra vez Caldera.
A pesar de esta inmensa suma de dólares petroleros ingresados a la Nación durante la etapa chavista, el cuarteto fatídico se las ha ingenió para endeudar a la Nación en unos $130.000 millones adicionales. De esta suma unos $65.000 millones fueron pedidos a China, suma que admite Jorge Giordani, uno de los cómplices del inmenso crimen, fue destinada en gran parte a financiar la reelección del agonizante Hugo Chávez en 2012.
2. No contentos con este crimen impidieron, con su política acomplejada y resentida, que aproximadamente otro millón de millones de dólares de ingreso petrolero llegara al país. Quizás esto resultó mejor, porque de haber ingresado también se lo hubieran robado, malgastado o regalado a sus amigotes forajidos de todo el planeta.
¿Por qué sucedió esto? Esta es la explicación.
Cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia encontró una PDVSA aún eficiente, aunque ya un tanto disminuida en su competitividad internacional, según estudios llevados a cabo por consultoras inter=nacionales como McKinsey. Era una empresa con una capacidad de producción de 3,5 millones de barriles al día, una producción de gas natural de unos 7000 millones de pies cúbicos diarios, con inversiones anuales del orden de los $4000 millones y una fuerza laboral propia de 22400 empleados.
Un año antes de las elecciones presidenciales de 1998 PDVSA había terminado un Plan de Exploración y Producción de nueve años, 1997-2006 orientado a aprovechar las oportunidades que presentaba el mercado internacional para colocar mayores volúmenes de petróleo venezolano. El Plan enfatizaba la optimización de los recursos disponibles para concentrar la empresa en su negocio medular de producir y exportar petróleo y gas natural. Para ello, el plan establecía una mayor participación del capital privado, internacional y nacional, en los negocios de la empresa. En esencia, el plan apuntaba a establecer una capacidad de producción petrolera de 6,2 millones de barriles diarios para 2006. Unos 700.000 barriles diarios de nueva producción serían derivados del esfuerzo propio y unos 560.000 barriles diarios vendrían de nuevos esfuerzos llevados a cabo por el sector privado. Se incrementaría la producción de gas natural, de 6,3 millardos de pies cúbicos al día a unos 12 millardos de pies cúbicos por día. Ello llevaría a duplicar la producción de líquidos del gas de 170 a 320000 barriles diarios.
El mayor volumen de esa nueva producción sería liviano-mediano aunque se incorporarían a la operación tres áreas de la Faja del Orinoco, Suata, Hamaca y Cerro Negro.
Sin embargo, cuando Chávez llegó al poder comenzó a preguntarse qué tipo de industria petrolera debía tener Venezuela planteó que ella debía ser anti-imperialista, soberana, orientada a lo social, controlada ideológicamente y servir de caja chica de la presidencia (Chávez). Para hacerlo tenía que controlar su gerencia, por lo cual, a los seis meses de estar en el poder, despidió a un gerente profesional, Roberto Mandini, y puso allí a un comisario suyo, Héctor Ciavaldini, quien no sirvió. Comenzó a cambiar de presidentes hasta que PDVSA llegó a tener cinco presidentes en cinco años. Encontró entre las filas segundonas de la empresa a Rafael Ramírez, quien le serviría para convertir a PDVSA en lo que él deseaba.
Lo primero que llevó a cabo el binomio Chávez-Ramírez fue pensar en un nuevo plano que no incluyera el sector privado ni la gerencia profesional que había mantenido a la empresa funcionando razonablemente bien. Entre Ali Rodríguez y Rafael Ramírez formularon un nuevo plan que daba a Cuba petróleo gratis, que convertía a PDVSA en empresa social, es decir, no orientada a dar ganancias sino a “servir” a los pobres (como si no fuera necesario tener ganancias para hacer eso). Se instrumentaron las “misiones sociales (idea de Castro) y se comenzó a distribuir el dinero petrolero en base a subsidios directos, a los bolsillos de los pobres, una orgía populista que se interrumpió cuando los ingresos petroleros colapsaron. En lugar de construir programas sociales de largo alcance, se convirtió el ingreso petrolero.
Pero eso no fue el único crimen. Cuando llegaron los “booms” Venezuela no estaba en condiciones de beneficiarse de ellos porque no se había seguido el plan de expansión que la democracia le dejó listo al chavismo en 1999.
Cuando llegaron los “booms petroleros” de 2004-2008 y de 2011 a 2015, Venezuela no estaba produciendo los seis millones de barriles diarios que hubiera estado produciendo si se hubiese seguido el plan de PDVSA enunciado en 1997. Aún de cumplirse en un 60-70% ese plan le hubiese dado a Venezuela una inmensa suma cercana al millón de millones de dólares adicionales, si hubiésemos tenido en el gobierno a alguien sensato y no al loquito paracaidista y a sus cómplices.
Chávez no hubiera sido capaz de llevar a cabo ese plan porque la importante participación del capital privado que era necesaria chocaba de frente con su ideología acomplejada basada en un falso concepto de “soberanía”.
3. Para rematar a PDVSA y a la nación contrajeron una deuda externa que llegó a los $130.000 millones.
De manera increíble el inmenso ingreso petrolero no les fue suficiente para sus desmanes y por ello contrajeron una importante deuda, no solo a través de la emisión de bonos sino directamente, de países acreedores como Japón, China y Rusia, de empresas como Rosneft y Chevron y, en buena parte, debido a las demandas perdidas en arbitrajes internacionales contra empresas petroleras como ExxonMobil y ConocoPhilips. Parece evidente que parte de esta deuda contraída fue para continuar subsidiando a Cuba con petróleo y derivados. Debido a este caos financiero, estos delincuentes han vendido importantes activos a precios de gallina flaca y han puesto en gran peligro a Citgo, la mayor empresa de PDVSA en el exterior. La suma de estos compromisos, pérdidas de activos y deudas por pagar excede los $130.000 millones.
Y sigue…
Lo que es peor, con maduro aún en el poder este despojo gigantesco a la nación aún no ha terminado. Hace poco el mismo régimen descubrió que, por largos meses, el petróleo “exportado” iba a manos de piratas que no pagaban a la nación por ello. El Aissami y su pandilla se robaron unos $23.000 millones más.
No solo arruinaron al país sino que hoy los restos de PDVSA están esencialmente en manos de irán, Rusia y algunas empresas multinacionales.
El cuarteto de la muerte terminó con PDVSA y, de paso, con la Nación venezolana.
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