martes, 12 de septiembre de 2023

Los sorprendentes resultados de un hipotético conflicto entre Estados Unidos y China

 

Los sorprendentes resultados de un hipotético conflicto entre Estados Unidos y China

 

Estados Unidos ha obtenido unos resultados con consecuencias inesperadas que ponen en jaque su idea de un futuro conflicto con china.

Los expertos tienen claro que la guerra de Ucrania ha roto la baraja demostrando que lo impensable es posible, y el problema de unos puede convertirse en el problema de todos. Por eso, instan a preguntarse ¿qué pasaría si China intentara una invasión sobre Taiwán? Las simulaciones realizadas a modo de ‘juegos de guerra’ que replican la idea de este escenario, y que por una vez no son confidenciales, concluyen que la victoria está en el horizonte, pero no es suficiente. Además, Li Shangfu, ministro de Defensa de China, en su primer discurso en junio afirmó: «Una guerra entre China y Estados Unidos sería un desastre insoportable para el mundo» e instaba a un entendimiento.

Asimismo, de forma nada gratuita el autor de estas simulaciones, el Centro de Estudios Estratégicos internacionales (CSIS) matiza que a la luz de los resultados obtenidos, «Estados Unidos podría obtener una victoria pírrica, sufriendo más, a largo plazo, que los chinos derrotados. Además la percepción de los altos costes podría socavar la disuasión en EE.UU. entre la población. Si China cree que EE.UU. no estaría dispuesto a asumir ese precio, entonces podría invadir Taiwán. Por lo tanto, le conmina a instituir políticas y programas para que ganar sea menos costoso en caso de conflicto». Apostillan que «las guerras suceden» a pesar de los peligros, la incertidumbre y la posible ruina económica.

En ese sentido las simulaciones pueden ser un ejercicio y un oráculo aleccionador, porque como decía mi profesor de filosofía «lo único bueno de los pesimistas es que siempre están preparados».

Estados Unidos y China guerra 4

La paliza a Estados Unidos

No obstante, CSIS haciendo el cálculo sentencia que un conflicto con China sería fundamentalmente diferente a los conflictos regionales y de contrainsurgencias que Estados Unidos ha experimentado desde la Segunda Guerra Mundial, con muertes que superan cualquier cosa presente en la memoria reciente.

En tres semanas de combate en Taiwán las defunciones representarían aproximadamente la mitad del total de 20 años de combate en Irak y Afganistán. «Durante el apogeo de las guerras en Irak y Afganistán, Estados Unidos sufrió alrededor de tres muertes por día. En la Guerra de Vietnam, en 1968, Estados Unidos perdía 30 hombres al día. La tasa de pérdida aquí, sería de alrededor de 140 por día, acercándose a las cifras de la Segunda Guerra Mundial, que tenía 300 muertos por día», afirman. Pese a ello, insisten en que la idea sería continuar con la contienda una vez iniciada.

Ya anteriormente un analista sénior del importante ‘think tank’ RAND señaló, a tenor de las simulaciones: «En nuestros juegos, cuando luchamos contra Rusia y China, EE.UU. recibe una paliza». Michele Flournoy, ex subsecretaria de defensa para la política, declaró de manera similar: «Los propios juegos de guerra del Pentágono muestran que los planes de fuerza actuales dejarían a los militares estadounidenses incapaces de disuadir y derrotar la agresión china en el futuro».

El ‘Financial Times publicaba’, en octubre de 2022 y en enero de 2023, que el jefe de la Marina de Estados Unidos decía que China podría querer recuperar Taiwán en el 2024. Mike Minihan, general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, envió en enero un correo interno a sus comandantes diciéndoles que se preparasen para combatir contra China dentro de dos años. «Espero que me equivoque, pero mi instinto me dice que lucharemos en 2025». Aunque el Pentágono se apresuraba a descartarlo.

El encuentro entre Estados Unidos entre Anthony Blinken como su representante y China, con Xi Jinping, muestra una clara distancia entre el pensamiento diplomático que reitera la política de «Una China» y las preocupaciones compartidas; mientras que en los salones de defensa, el almirante Philip S. Davidson establecía «que este problema está más cerca de lo que la mayoría piensa».

«En este momento, hay cambios, como los que no hemos visto en cien años, y somos nosotros los que impulsamos estos cambios juntos»

No en vano, al final de una visita del presidente chino, Xi Jinping, en Moscú, a Vladimir Putin, se paró en la puerta del Kremlin para despedirse y dijo a su homólogo ruso: «En este momento, hay cambios, como los que no hemos visto en cien años, y somos nosotros los que impulsamos estos cambios juntos». Putin, esbozando una sonrisa, respondió: «Estoy de acuerdo».

Mientras el gigante asiático ha realizado llamativas maniobras militares en Taiwán violando de forma habitual su espacio aéreo, el aviso a navegantes hacia unos y otros es que el problema de Taiwán es para ellos ‘una cuestión doméstica’ en el que se usarán todas las medidas necesarias y que no admite personal no invitado.

Poder menguante y fuerza ascendente

El propio CSIS expone: «Modelar una invasión no implica que sea inevitable o incluso probable. El liderazgo chino podría adoptar una estrategia de aislamiento diplomático, presión de zona gris o coerción económica contra Taiwán; incluso si China opta por la fuerza militar, esto podría tomar la forma de un bloqueo en lugar de una invasión directa. Sin embargo, el riesgo de invasión es lo suficientemente real y potencialmente tan destructivo que vale la pena analizarlo».

En abril de 1979 EE.UU adquirió un vínculo supuestamente inquebrantable con Taiwán. Sin embargo, como Mark Leonard, director del Consejo europeo de Relaciones Exteriores, haciendo balance de las fuerzas señala en un artículo «la comprensión de Beijing bien puede ser más precisa que la de Washington y estar más en sintonía con las aspiraciones de los países más poblados del mundo. La estrategia estadounidense no funcionará si se reduce a poco más que una búsqueda inútil para actualizar un orden que se desvanece, impulsada por un deseo nostálgico de simetría y estabilidad de una era pasada. China, por el contrario, se está preparando para un mundo definido por el desorden…,un mundo que, en muchos sentidos, ya ha llegado». Eso puede llevar a un enfrentamiento entre el poder menguante y la fuerza ascendente (el llamado efecto Tucídides).

Al fin al cabo, el presidente Biden rompía la ambigüedad estratégica estadounidense que le había servido como recurso durante años y declaraba en más de tres ocasiones que acudiría al rescate de su aliado, ya que es un enclave fundamental para el diseño de los chips más avanzados del mercado, ya que la invasión de Taiwán, poniendo en jaque la electrónica del planeta, como nos aclaraba en el pasado un investigador del Cidob «supondría un infarto para la economía mundial». Y en medio de este marco Eric Mamer, portavoz de la Comisión Europea, dejaba claro que «La UE se opone firmemente al uso de la fuerza para romper el ‘status quo’ en el Estrecho de Taiwán».

Mientras, las fuerzas armadas chinas evolucionan a pasos agigantados, con los portaaviones y las armas supersónicas más avanzadas del planeta. CSIS lo confirma cuando comenta: «El gigante asiático se ha embarcado en un programa concertado de modernización. Desde sus inicios el Ejército Popular de Liberación (EPL) de China estaba lleno de masas de reclutas mal entrenados. Pero esto ha cambiado…Ahora sus capacidades son formidables. La considerable y sofisticada fuerza de sus misiles balísticos y de crucero desafía la capacidad de EE. UU. para operar desde sus pocas bases aéreas en el Pacífico occidental, y amenaza con destruir los barcos estadounidenses».

Estados Unidos y China guerra

Estados Unidos y China guerra 1

Estados Unidos y China guerra 2

Asimismo, añaden que la geografía favorece a China porque juega en casa. La costa de Taiwán está a unos 160 km de China continental, pero a más de 8.000 km de Honolulu y a 11.000 km de San Diego. El flujo de fuerzas hacia un escenario bélico inmediato tomaría mucho más tiempo para Estados Unidos que para China.

¿Tocado, y hundido?

Pero a nivel de simulaciones Estados Unidos saldría victorioso, pero él y sus aliados pierden docenas de barcos, de aviones y decenas de miles de miembros del servicio. Taiwán ve su economía devastada durante años, sus fuerzas armadas no terminarían quebradas, pero sí severamente degradadas en una isla sin electricidad ni servicios básicos. Además, las altas pérdidas dañarían la posición global de EE. UU.

Para calcular todo esto, CSIS se basó en el análisis de anteriores conflictos como los de Normandía, Okinawa o las Malvinas. «La invasión siempre comienza de la misma manera: un bombardeo inicial chino destruye la mayor parte de la marina de Taiwán. La armada china rodea Taiwán e impide cualquier intento de llevar barcos y aviones a la isla sitiada. Decenas de miles de soldados chinos cruzan el estrecho en una mezcla de naves anfibias militares y barcos de carga y descarga civiles, mientras que las tropas aerotransportadas y de asalto aéreo aterrizan detrás de las cabezas de playa. Sin embargo,la invasión china se hunde rápidamente. A pesar del bombardeo masivo de China, las fuerzas terrestres taiwanesas fluyen hacia la playa, donde los invasores luchan por acumular suministros y moverse tierra adentro«.

Estados Unidos y China guerra 3

 

Mientras tanto, los submarinos, bombarderos y aviones de combate de EE.UU., respaldados por las Fuerzas de Autodefensa de Japón, paralizan rápidamente a los chinos. Pero para que todo esto sea posible apuntan que es necesario que Taiwán deba resistir y no capitular. Si Taiwán se rinde antes de que las fuerzas estadounidenses puedan actuar, el resto sería inútil. De ahí, que insistan en que mantenga la estrategia del puercoespín.

La estrategia del puercoespín

Un animal que despliega sus púas como aviso ante los depredadores más fuertes. «El dolor de pisar las púas del animal se convierte en el principal impedimento para aplastarlo», establece el diario Taipei Times. El agresor sufrirá un doloroso castigo y acabará por desistir. Es la estrategia de Taiwán que sabe que en términos de ejército está en condiciones de gran inferioridad con China, de ahí que persiga «evadir las fortalezas del enemigo y explotar sus debilidades».

«Resistir al enemigo en la orilla opuesta, atacarlo en el mar, destruirlo en la zona litoral y aniquilarlo en la cabeza de playa», es lo que exhibe en este manual. Para esto Taiwán desplegaría armas defensivas móviles y ocultas, como misiles antiaéreos y antibuque.

Para ello cuentan con tres capas defensivas. La capa exterior es de inteligencia y reconocimiento para garantizar que las fuerzas de defensa estén completamente preparadas. Taiwán durante años ha perfeccionado un sofisticado sistema de alerta temprana para ganar tiempo y que Beijing no pueda preparar tropas para cruzar el Estrecho de Taiwán. Si China aún así tiene éxito, en este estrecho se encontraría con una campaña de guerrillas en el mar, llamada la « guerra de la pulga », donde se usarían pequeños barcos ágiles que dispondrían de misiles.

La tercera capa se basa en la geografía de la isla. El objetivo final de esta doctrina es el de sobrevivir. a la espera de sus aliados. Aquí está en juego lo que el académico de defensa británico, Patrick Porter, llama el ‘dilema de la tortilla de jamón’, porque para hacer esa tortilla, un cerdo necesita comprometer su vida, mientras que una gallina solo tiene que poner unos pocos huevos.

Por su parte, Mateo Valero, catedrático en arquitectura de computadores de la Universidad Politécnica de Cataluña y director del Centro de Supercomputación de Barcelona, nos matizaba en el pasado que «China quiere Taiwán por TSMC- (la gran empresa taiwanesa de chips)- y Estados Unidos ha dicho que siempre defenderá Taiwán, pero solo hasta que tenga un clon de su tecnología en EE.UU.»

Condiciones y recomendaciones

Pese a todo esto, desde CSIS aclaran que no existe un modelo de Ucrania para Taiwán. «En la guerra de Ucrania, Estados Unidos y la OTAN no han enviado tropas directamente al combate, pero han enviado cantidades masivas de equipos y suministros a Ucrania. Rusia no ha podido interceptar este flujo terrestre. Sin embargo, esto no se puede replicar en Taiwán porque China puede aislar la isla durante meses», afirman.

Recomiendan profundizar los lazos diplomáticos y militares con Japón como país clave, y con Australia y Corea del Sur. Destacando el uso de las bases japonesas y de Guam. Aconsejan aumentar el arsenal de misiles de crucero antibuque de largo alcance que ofrecen la forma más rápida de derrotar la invasión con el menor número de vidas estadounidenses. Pese a esto, establecen no sobrevolar la China continental, porque la defensa aérea china es demasiado fuerte. De ahí que insistan en ayudar a armar hasta los dientes a la isla.

Taiwán debería gastar más en un ejército de Tierra para el primer embate que en barcos, porque la tarea de cargar y transportar tropas, desembarcar en una costa hostil, reunir fuerzas y luego moverse tierra adentro es enormemente complejo. «En 1944, Estados Unidos consideró la invasión de Taiwán como el próximo paso en la campaña del Pacífico. La medida fue rechazada debido a la dificultad», señaló Ben Jensen, un experto del CSIS en juegos de guerra.

Cuando ganar puede ser perder

Lo que muestran en realidad estos escenarios es que nadie ganaría, y a los daños mencionados se sumarían daños cibernéticos y la capacidad de reponerse de Estados Unidos se retrasaría, mientras que China podría reconstruirse más rápidamente, a parte de una pérdida de Posición Global; además, este conflicto podría ser usado por Rusia, Corea del Norte o Irán, dado que EE. UU. distraído perdería su posición en Europa y Oriente Medio.

Cabe mencionar que CSIS no descarta la posibilidad de una escalada nuclear donde China no atacaría a Taiwán para no dañar sus fábricas de chips, pero detonaría un arma nuclear en el Pacífico. Lo que sí se sabe es que China se está preparando en sus maniobras para atacar el armamento estadounidense. Por todo esto, el CSIS repite que la principal lección de todo esto es que «ganar no lo es todo».

ABC de España

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