El Rosario y las Ave Marías, por María García de Fleury
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El desarrollo del Rosario tiene una larga historia, primero se desarrolló una practica de rezar 150 Padre Nuestro, en imitación de los 150 salmos. Luego, una practica paralela de rezar 150 Ave María, pronto se adjuntó a cada Ave María un misterio doloroso del la vida de Jesús, y poco a poco se fueron sumando el resto de los misterios gozosos y gloriosos.
La palabra Jesús no apareció como parte de la oración del Ave María hasta el siglo XIV. Y la última línea: «Ruega por nosotros pecadores, a la hora y en la hora de nuestra muerte» fue añadida después de un famoso sermón predicado por San Bernardo de Siena en 1487 que capturó la imaginación de las personas piadosas y transferido a sus devociones diarias. Ese mismo siglo vio la producción en masa de Rosarios económicos hechos de madera, huesos y plomo, vinculando una vez más la practica a la piedad popular.
En el siglo XVI el Rosario se desarrolló en su forma actual con los 15 misterios: gozosos, dolorosos y gloriosos. En el año 2002, el papa Juan Pablo II agregó cinco misterios de luz, los misterios luminosos.
El Rosario atrae a muchos, es simple, la constante repetición de palabras ayuda a crear una atmosfera en la que contemplar los misterios de Dios. Allí sentimos que Jesús y Marías están con nosotros en las alegrías y las tristezas de la vida.
Hay mucho más en el Rosario que simplemente decir estas palabras y contarlas con cuentas, donde sea que estés en tu relación con Dios, puedes experimentar un encuentro personal íntimo y profundo con Jesús a través de esta devoción.
Piensa en el Rosario como si fuera el océano. Hay algo en él para todos, ya sea que te consideres un místico veterano que desea profundizar en la oración con nuestro Señor, o seas un novicio que lucha por aprender a orar, o seas alguien que busca la ayuda del Señor ahora mismo, con algo que está sucediendo en tu vida. El Rosario es para todos.
El explorador de aguas profundas y el niño que construye castillos de arenas en la playa pueden disfrutar plenamente del mismo océano, aunque profundicen en diferentes niveles. Esto es cierto con el Rosario.
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Si el Rosario no es parte de tu vida de oración habitual en este momento, es fácil mojarse los pies con esta devoción. Porque no tenemos que rezar el Rosario de una vez, podemos rezarlo en cualquier lugar, en cualquier momento: en una capilla portal, podemos rezar el Rosario de diferentes formas, a veces centrándonos en las palabras de las oraciones. En otras ocasiones, reflexionando sobre los misterios de la vida de Cristo. Incluso si no puedes prestar toda la atención al Rosario, vale la pena rezar, porque le estás dando a Dios algo de tu espacio en tu día y llenándolo con palabras de alabanzas, para Él, de veneración para su madre, y recuerda que ella es la madre de Dios, y con Dios, !siempre ganamos!
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