Castrismo obliga a marchar por Hamás mientras cubanos viven con hambre
El régimen cubano impone marchas a favor del grupo terrorista Hamás a escolares, estudiantes universitarios y empleados estatales. Allí se vociferan cánticos de respaldo a la organización islamista e insultos contra Israel entre una multitud que, en realidad, es ajena a la guerra y también tiene hambre. De hecho, 14ymedio lo constató. "Le dije a la directora que mi hija no iba a participar porque no había podido desayunar", contó el padre de una estudiante de 10º grado del preuniversitario Saúl Delgado, de El Vedado, mientras otros respondían “no sé ni dónde queda Gaza”.
El régimen cubano impone marchas a favor del grupo terrorista Hamás a escolares, estudiantes universitarios y empleados estatales. Esta es su forma de mostrar “solidaridad” desde la isla gobernada por el castrismo a esta célula que asestó un sorpresivo ataque el pasado 7 de octubre a Israel, el cual dejó más de 1000 muertos.
La dictadura que lidera Miguel Díaz-Canel obvia los hechos para obligar el despliegue de distintos sectores desde la calle G y Malecón en La Habana hasta La Piragua, una explanada a la altura del Hotel Nacional frente a la embajada estadounidense, que opera como epicentro de las concentraciones oficialistas.
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Los recorridos que carecen de espontaneidad son “guiados bajo la atenta mirada de profesores o de jefes”, asegura 14yMedio. También, la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC) fiscaliza a los asistentes. “A diferencia de otras manifestaciones alrededor del mundo por la misma causa, llamaba la atención la escasez de banderas palestinas. Unas pocas asomaban sobre las cabezas”, indica el medio.
Marchas con hambre y presiones a la orden del día
Diaz-Canel impulsa las marchas a favor de Hamás junto a su primer ministro, Manuel Marrero, y el embajador palestino en Cuba, Akram Samhan, por las calles de La Habana rodeado por un operativo policial que incluye a agentes de seguridad uniformados e infiltrados como civiles.
Además, el régimen dispone de decenas de autobuses estatales para estos traslados, cuando el país agoniza por la falta de gasolina para manipular el discurso sobre el conflicto entre Hamás e Israel, con los 144 jóvenes de origen palestino que estudian medicina en la isla.
Allí se vociferan cánticos de respaldo a la organización islamista e insultos contra Israel entre una multitud que, en realidad, es ajena a la guerra y también tiene hambre. De hecho, 14ymedio lo constató. “Le dije a la directora que mi hija no iba a participar porque no había podido desayunar”, contó el padre de una estudiante de 10º grado del preuniversitario Saúl Delgado, de El Vedado, mientras otros respondían “no sé ni dónde queda Gaza”.
Cumpliendo con Fidel Castro
Las marchas de respaldo a Hamás que encabeza Díaz-Canel consolidan los vínculos con el mundo árabe que reconoce al régimen comunista heredado de Fidel Castro, quien estrechó las manos con el iraquí Sadam Husein, ahorcado en 2006; el libio Muamar Gadafi, ejecutado en 2011; el palestino Yasir Arafat, quien murió en 2004 y el legendario presidente egipcio Gamal Abdel Naser, muerto en 1970.
Esas amistades como aliadas, dan cuenta del interés del mandatario actual por mantener vivas las relaciones que tejió su antecesor. No puede hacerlo ni por equivocación de otra manera, cuando en 1973, tras la Guerra del Yom Kipur, Castro rompió los lazos diplomáticos con Israel y hasta la fecha esas relaciones siguen congeladas.
Ni siquiera el reconocimiento de su hermano Raúl al “derecho a existir” de Israel en 2010 restableció el contacto. Tampoco los intentos secretos que realizó luego del deshielo entre La Habana y Washington en el año 2015, cuando al ascender al poder invitó al delegado israelí, Modi Ephraim, quien dirigía la división para Latinoamérica de la secretaría de Relaciones Exteriores de ese país, con el objetivo de sostener conversaciones con el más alto nivel de la cúpula diplomática de Cuba.
En aquel entonces, el delegado israelí arribó a la isla a mediados del 2016, pero sin ningún resultado concreto. Desde aquel momento, cualquier representante del régimen cubano defiende a Hamás en la esfera internacional, incluida su designación como Estado observador no miembro Naciones Unidas.
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