“Soy lo más parecido a una madre para mi hermanito”
Las niñas, una vez sus padres emigran a otros países, se convierten en cuidadoras de sus hermanos pequeños y de sus abuelos. Asumen responsabilidades que no entienden y dejan a un lado los juegos y las actividades propias de la etapa infantil
María Eugenia Hermoso – 15/11/24
“Es una situación que me tiene desgastada”. Esa frase es de Camila, de 12 años de edad, quien desde que su mamá emigró del país, se encarga de cuidar a su hermano de 7 años. “Soy lo más parecido a una madre para él”.
Camila este año, pasó a primer año de bachillerato y en su acto de graduación solo le acompañaron dos personas mayores, con dificultades para desplazarse, y el niño de 7 años.
Su madre se fue del país en busca de mejoras económicas y los dejó con sus abuelos. Una o dos veces por semana los llama al teléfono celular. La planificación de la madre de Camila era viajar seis meses para hacer dinero y, luego, venir por sus hijos.
Esa idea no se concretó. Ya han pasado cinco años desde la última vez que se vieron. Ahora, Camila tiene dos hermanos más creciendo en tierra lejana. Volver a ver a su mamá en persona se hace cada día más cuesta arriba; entre tanto empieza la etapa de la adolescencia cuidando, además, a sus abuelos.
Érika tiene 13 años, desde los ocho años vive en casa de sus tías. Cuando sus padres decidieron irse del país, la dejaron ahí en ese entonces con su hermana de dos años de edad, era por unos meses nada más.
Su papá falleció al llegar a la ciudad de Panamá de un infarto. De su madre no se supo nada más. Erika aún vive con su tía, y aunque cuenta con respaldo familiar, en esa casa todos salen a trabajar. La niña lleva al colegio a su hermana, ahora de 7 años, ayuda con la comida, las tareas y el cuidado de la más pequeña.
Catania,de 11 años, ya tuvo su primera menstruación y quisiera tener a su madre para consejos y cuidados. Pero se encuentra en otro país en donde el huso horario es una barrera para que puedan conversar. Hace 3 años se fue. Su abuela intenta hacerla feliz pero ya perdió la esperanza de crecer al lado de su madre. Mientras, ayuda en la crianza de su hermano de 6 años.
“Es un varón muy tremendo, pero yo lo cuido porque mi abuela está muy agotada, por eso no puedo hacer ballet”.
Muchas son las historias de las niñas que se ven forzadas a tapar el sentimiento de abandono para poder cuidar de sus hermanos: responsabilidad que no pidieron y que no saben si saldrá bien.
Daño irreversible
El tema ha despertado interés en muchas organizaciones, pero al ser una cifra que no desciende la ayuda por el futuro de estas niñas se disipa.
Abel Saraiba, coordinador del servicio de Atención Psicológica de Cecodap presentó en el año 2023 un informe sobre la niñez dejada atrás, en el que asegura que la migración forzada de los venezolanos ha dejado “un gran sufrimiento”.
“Todos hablan del dolor que causa esta situación, pero muy pocos son quienes lo confrontan o atienden de manera adecuada”. Sarabia calcula que menos del 3 % de las niñas recibe algún tipo de apoyo psicosocial para mitigar el daño.
“Es un gran daño, dejará cicatrices. No es lo mismo cuando una familia se planifica para emigrar. 90 % de estos padres no consideró la opinión de la niña arrebatando la niñez y dejando no solo un abandono, sino además una responsabilidad que no le corresponde”.
Para el especialista, se puede solo observar cualquier grupo escolar con un número de 20 niñas, ver actitudes, conversaciones y reacciones. “Todas las que sufren el silencio y la ausencia de sus padres derivan llanto fácil, irritables, alteración de conducta, amargura. Es una niñez marcada”.
“Es sumamente preocupante, considerando que en Venezuela se ha producido un incremento notable en el deterioro de las condiciones de salud mental de los niños. Este año en el servicio atendimos 30 % de las consultas por alteraciones del estado de ánimo. Cambios como ansiedad y depresión. De ese total, 20 % presentó algún grado de riesgo suicida”, indicó Saraiba.
David Smolansky, comisionado para la crisis de refugiados y migrantes, de la Organización de Estados Americanos (OEA), presentó un balance a mediados del 2023, en el que refleja un aproximado de 6.2 millones de venezolanos fuera de la nación, en su mayoría salieron solos y sus hijos se quedaron.
Cifras en aumento
De acuerdo a los datos del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), sobre el abandono infantil en Venezuela, casi un millón de niñas quedaron en manos de familiares desde el año 2020, y muchas de ellas en abandono legal.
“Ocurre que apenas el 10 % de los padres han dejado a los niños protegidos jurídicamente. Los padres se marchan sin hacer los trámites de custodia, limitando a familiares para inscribir a las niñas en el sistema educativo, tramitar documentos de identidad o pasaporte”.
El cansancio mental y físico de quienes representan a estas niñas, ciertamente es otro asunto que también preocupa a Cecodap. Pues según estudios realizados por ellos el 50 % de las personas menores de 18 años que se quedan sin padres en Venezuela, están bajo el cuidado de sus abuelas. Ellas son las que se encargan de la crianza, en medio del agotamiento, problemas de salud y deficiencias en los ingresos económicos.
La Agencia de la ONU para los Refugiados y la Organización de Estados Americanos (OEA), estiman que la cifra de migrantes venezolanos se eleve a 5.000.000 e incluso llegue a los 5.500.000 a principios de 2025. Una situación que generará también mayor cantidad de niños sin padres en el país y muchas nuevas hermanas mayores que dejan atrás sus muñecas para convertirse prematuramente en madres sustitutas, situación que contraviene la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
La Convención considera a la familia el centro fundamental para el desarrollo pleno de infantes y adolescentes. En este núcleo se deben propiciar las condiciones para el bienestar de todos sus miembros, en especial los niños, niñas y adolescentes.
Habla, además, del interés superior del niño, principio que tiene su origen en el derecho común, que significa que todas las decisiones que se tomen en relación a un niño, niña o adolescente deben ir orientadas a su bienestar y pleno ejercicio de derechos.
Camila, Érika y Catania, llevan en promedio cinco años sin ver a sus padres. Engrosan la lista de las niñas dejadas atrás. En Venezuela, la expresión “niñez dejada atrás” comenzó a escucharse en 2018, cuando la organización no gubernamental Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap) empezó a hablar de una creciente población infantil en esta condición en el país, como consecuencia de la migración forzada.
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