Luis Fuenmayor Toro: Sin proporcionalidad electoral no hay salida
En los cuarenta, Acción Democrática se percató que la situación política de Venezuela sólo cambiaría, si se producía una reforma que incorporara el voto directo, universal y secreto, como mecanismo de selección de los gobernantes. Este cambio permitiría que otros sectores disputaran el poder a las élites de entonces, con posibilidades de desplazarlos. De allí derivó una política en este sentido, que no significaba la renuncia de otros mecanismos para la toma del poder; de hecho, junto con jóvenes militares dieron un golpe de Estado, muy cruento por cierto, contra el presidente Medina Angarita, que les permitió asumir el poder, desplazar a su principal competidor de entonces, el PCV, y terminar imponiendo el voto directo, universal y secreto.
Lo acertado de aquella política podemos valorarlo hoy, a 70 años de su incorporación en la vida política venezolana. Desde entonces, el voto directo, universal y secreto, se ha impuesto como fórmula de selección de todos los gobiernos habidos en el país, incluyendo el de Marcos Pérez Jiménez, quien tuvo que hacer elecciones para legitimarse después del golpe contra Gallegos, y para tratar de continuar más allá de 1958. Resistió la crisis de los noventa, luego de la destitución de Carlos Andrés Pérez, y no sólo ha resistido al régimen existente hoy, sino que le ha permitido asumirlo y aplicarlo en su beneficio durante 17 años, lo que hace que cualquier salida que se planee en el momento actual, sea dentro o fuera de la Constitución, asuma la realización casi inmediata de elecciones directas, universales y secretas.
La reivindicación para el país de este avance electoral, sin embargo, nunca fue completa, pues careció de una cualidad indispensable en una democracia real: la proporcionalidad electoral, sobre la que pocos se han percatado, con excepción de Acción Democrática siempre y el Partido Comunista de los años 40. Éste, para la elección de los diputados a la Asamblea Constituyente de 1947, nombró una comisión integrada por su fundador y primer secretario general, Juan Bautista Fuenmayor, Fernando Key Sánchez y Ernesto Silva Tellería, la cual presentó una proposición para garantizar la proporcionalidad electoral y la representación de las minorías, abogando por el método de los cocientes o residuos electorales, como más justo y democrático que e l de Hondt, que fue el definitivamente adoptado.
Hoy, ante la grave crisis que se vive, se exploran salidas pero se olvida el escollo de la falta de proporcionalidad del sistema electoral vigente, cuyo carácter mayoritario sólo permite dos fuerzas en el escenario político y acarrea la polarización vivida en los últimos 57 años. Sin proporcionalidad no hay el pluralismo ni la participación necesarios para salir de la crisis. Sin proporcionalidad estamos condenados a repetir la historia de todos estos años.
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