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Revelaciones de una secuestrada por la guerrilla ELN
“En el Catatumbo, frontera con Venezuela, están los más grandes sembradíos cocaleros”, dice la periodista Salud Hernández, secuestrada en Colombia
Ernesto Ruiz M. QUINTO DÍA, 07-102016
Las revelaciones de Salud Hernández son el testimonio indubitable de cómo desde la frontera venezolana del Catatumbo, las guerrillas y el narcotráfico son la amenaza para Venezuela.
Salud narra para el prestigioso diario El Tiempo, de Bogotá, cómo la secuestraron y por qué Santos, presidente de Colombia, sabía que ella estaba en poder del ELN.
La narración toma importancia cuando desde otras fuentes se asegura que guerrilleros disidentes de las Farc, en desacuerdo con el documento de paz firmado por Timochenko y Santos, se están yendo al ELN, que pasaría a ser el principal frente de la lucha armada. Pero, ¿qué es lo que narra Salud en sus confesiones?
Este es parte del texto.
“Fue lo primero que advertí al miliciano del ELN que se quedó con todo lo que llevaba encima ese día de finales de mayo. “Encontrará fotografías de Yulecer Antonio Torrado y anotaciones en mi cuaderno sobre él. Nada tiene que ver conmigo, solo aceptó una entrevista en su finca para hablar de sus planes de sustitución de cultivos de coca”.
“No hay problema con él. A Yulecer lo respetamos, está en su cuento y no hace daño a nadie”, respondió el miliciano. Hasta la fecha el ELN ha cumplido. No lo han molestado.
Tres reinos. El Catatumbo es una región selvática y montañosa, fronteriza con Venezuela, tan bella como compleja. En los últimos tres años, los sembradíos cocaleros se triplicaron hasta alcanzar cuotas similares a los tiempos de la bonanza de principios de siglo, cuando las extintas AUC y las FARC eran los principales dueños del territorio.
Esa vez comencé mi periplo en Teorama, a un par de horas de Ocaña. La estación de policía, situada en el parque principal y protegida por una pila de trincheras, solo sirve de diana para los francotiradores del ELN y el EPL. Los agentes apenas la abandonan. Su misión principal se limita a salir vivos de una localidad en la que no se fían de casi nadie, y casi nadie de ellos. “En la región los niños crecen viendo normal lo ilícito. Su proyecto de vida es tener plata, gastar en trago, tener novia y pertenecer a un grupo armado porque te genera reconocimiento, respeto y poder”, explicaba un nativo, hastiado de la violencia, el narcotráfico y la ausencia de Estado.
“El accionar de las FARC bajó, pero subió el del ELN y el EPL, sobre todo desde el 2014. Los del EPL son más matones, este año van diez muertos”, agregó. Se mueren por entablar relación con un policía, por sospecha de ser informante, por ladrones, por viciosos, porque sí. “Hay personas a las que les ha tocado desplazarse” por miedo a morir asesinados.
El comentario que circulaba por las calles es que la desmovilización de las FARC no supone para Teorama la paz. El espacio libre que dejan, otros lo ocuparán.
Ha sido tan constante la violencia en el último lustro que en el 2012 y el 2013, en plenas fiestas patronales de la localidad, hostigaron a la Policía. En los dos años siguientes no las celebraron, para evitar mayores problemas.
Lo triste, me decían, es que son los jóvenes quienes representan el mayor peligro. “Cada día hay más de ellos armados, presumen de pertenecer a un grupo”, apostillaba un vecino. “Aquí no son guerrilleros de tiempo completo, sino milicianos”.
Tan impotente se siente la ciudadanía, prosiguió el mismo señor, que miran con envidia al corregimiento de San Pablo, un pueblo sin policía, controlado por completo por las guerrillas. “Allá la comunidad regula y castiga a los que hacen desorden, y los grupos armados respaldan a la junta”.
Santos entre diablos
L.J. Hernández
Las encuestas dijeron SÍ hasta el día anterior al plebiscito. El pueblo les dijo NO el propio día de la votación y los encuestadores callaron como si su responsabilidad con la opinión pública no existiera.
Los sondeos son una forma del mercantilismo político y Colombia no sería la excepción.
Los directores de las empresas consultoras al servicio del gobierno fueron los primeros sorprendidos.
El otro sorprendido fue Santos y lo sigue el jefe guerrillero Timochenko, junto a Raúl Castro.
A todos ellos, así como a los millones gastados para convencer a los votantes, les salió el diablo. Un político decidido y atacado sin piedad en su país y fuera. Desde Cuba hasta Venezuela apostaban a la derrota del NO. Cuba y sus gobernantes se creían invencibles. El escenario lo montaron en La Habana y allá concurrieron los tontos útiles de ambos gobiernos y algunas organizaciones internacionales, quedando vestidos y alborotados. Como novia de pueblo, dirían los cubanos de Miami.
En Colombia, uno que no fue invitado a la fiesta de La Habana, celebraba. El ideólogo del NO, Álvaro Uribe Vélez, disfrutaba la victoria. El pueblo lo acompañaba en más del 50%. Santos perdió su empeño y sus lágrimas, animado por las encuestas que declaraban un SÍ invencible.
El pueblo de Colombia estaba decidido. Dijo NO a su Presidente. Dijo NO a las Naciones Unidas. Dijo NO a Raúl Castro y su show.
Y es que cuando se manifiesta la voluntad de los pueblos, no hay forma ni recursos para impedirla.
Los electores de América Latina aprendieron a no creer en ilusiones o a dejarse engañar por líderes que esos pueblos no reconocen. O se cansan de ellos. Así han dicho NO a Cristina Kirchner en su idea de perpetuidad. Dijo NO a Lula en su empeño de cubrir la corrupción con un falso populismo. Dijo NO a Dilma y dijo NO a Pedro Sánchez, del socialismo español.
Sánchez fue echado por su propio partido bajo la presión de su pueblo en España.
Y en Venezuela, el pueblo dijo NO el 6 de diciembre.
La historia en sí, para entenderla, hay que vivirla.
El NO tiene su diablo frente al santo derrotado.
El ELN está recibiendo disidentes de las FARC
Las condiciones de Uribe complican el proceso.
El ex presidente no cederá y así lo expresó al presidente Santos.
El acuerdo con las FARC será válido cuando el Congreso lo sancione como Ley. Mientras tanto, es sólo un documento político.
Esta fue la opinión de los juristas consultados por los periodistas en Colombia.
Las FARC a través de su vocero Timochenko han dicho que lo firmado, firmado está.
La solución se complica cuando poco más que la mitad de Colombia, cuyo vocero es Álvaro Uribe, ha sugerido modificaciones que impliquen reducción de beneficios a la guerrilla, que incluye juicio a los guerrilleros que cometieron crímenes de lesa patria y no permitir que los desmovilizados devenguen sueldos sin trabajar o dejar diputados sin participar en igualdad de condiciones.
Tampoco puede aceptarse, según Uribe, que guerrilleros de las FARC tengan una justicia paralela contra militares y policías que participaron en la lucha contra la subversión armada.
A última hora se confirma que un frente de las FARC se resiste al acuerdo y otros disidentes se fueron al ELN que opera en Colombia y en la frontera venezolana.
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