El arma política de Biden detrás de la «liberación histórica» de reservas de petróleo
Evanan Romero, ingeniero petrolero y exdirector de PDVSA, explica en entrevista con PanAm Post que las reservas deben usarse para casos fortuitos como embargo o desastres naturales. Pero la administración demócrata busca manipular el mercado con fines políticos debido a la alta inflación, la baja popularidad y las elecciones intermedias de noviembre
Una «liberación histórica» de reservas de petróleo fue anunciada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con el objetivo de estabilizar los precios de la gasolina. Los últimos meses han sido de especial preocupación para la Casa Blanca debido a la mayor inflación en 40 años, a lo que se suma la guerra en Ucrania que llevó al corte de las importaciones del petróleo ruso por parte de Washington.
Es un coctel explosivo que ahora el mandatario demócrata busca desactivar liberando un millón de barriles diarios durante seis meses para completar una cifra total 180 millones de barriles de crudo. Pero la decisión hay que mirarla con lupa. La baja popularidad le respira en el cuello a la actual Administración para dejarla con 53,1 % de desaprobación, según el balance del portal FiveThirtyEight. También se suman las elecciones de medio término en noviembre que podrían dejar a Biden sin su preciada mayoría en el Congreso. Por ello necesita soluciones, y las necesita pronto.
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El petróleo en cuestión saldrá de cavernas subterráneas de sal en Texas y Luisiana y se estima que actualmente contienen alrededor de 568 millones barriles. No es la primera vez que el mandatario decide tocar las reservas de petróleo. Es la tercera. En noviembre de 2021 liberó 50 millones de barriles y en marzo de este año otros 30 millones. Por ende, las dudas giran en torno a si esta última decisión realmente será efectiva.
Una solución a medias
Primero hay que tener en cuenta que estas reservas de petróleo son para casos fortuitos como embargos petroleros (como el que ejecutaron países árabes productores de petróleo en 1973 y a partir del cual fueron creadas) o desastres naturales. Ningún caso aplica actualmente. Evanan Romero, exdirector de PDVSA, aseguró en entrevista con PanAm Post que «se ha estado abusando del concepto de usar las reservas».
«Las reservas son para una situación de bloqueo o fenómenos naturales como huracanes o inundaciones en refinerías. Pero usarlos para manipular el mercado no tiene tanto ese efecto aún cuando a los presidentes les gusta creer que sí».
El precio del barril se disparó a los 140 dólares cuando el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció el inicio de la invasión a Ucrania. Días después, con medidas de la Agencia Internacional de la Energía y el anuncio del supuesto repliegue de las tropas rusas, bajó a 110 dólares. Esas fueron las razones para la disminución del precio, no la liberación de barriles.
Puede que el anuncio sí vaya a influir un poco, pero no sustancialmente, según el experto. Romero estima que podría impulsar una baja hasta los 90 o 95 dólares por barril. «Los últimos 80 millones que sacaron prácticamente no hicieron nada a los precios. En las teorías económicas más pesa el efecto de un embargo y de la salida del crudo ruso que afecta a Europa, que el hecho de que sueltes barriles».
La gasolina quita y pone presidentes
Entendiendo que liberar reservas de petróleo no es una decisión que realmente vaya a arrojar resultados profundos, surge una duda: ¿Es entonces un anuncio basado en términos electorales? Puede que sí. Sobre todo porque el aumento del petróleo influye directamente en el precio de la gasolina.
«Ellos [los políticos] reaccionan mucho al aviso de los precios. Están constantemente con esa presión psicológica. Además, vienen las elecciones para cambiar la mitad del Congreso y esto lo están usando como arma política. Es política interna electoral».
Cuando Biden anunció que cerraba las importaciones de crudo ruso, uno de los análisis apuntaba a que la mella en el bolsillo de Moscú tampoco sería tan relevante. EE. UU. solo compra 8 % de sus importaciones de crudo a Rusia y nada de gas natural.
Intentar jugar con el mercado para estabilizar los precios de la gasolina estadounidense es una decisión objetable. «Biden sabe que está contra la pared porque su popularidad ha caído mucho, entonces a él le dicen sus amigos o asesores que suelte barriles para que caiga el precio, porque la gasolina es la que quita y pone presidentes en EE. UU».
La inoportuna disputa con el sector petrolero
Cuando Joe Biden asumió la presidencia anunció la cancelación del proyecto del oleoducto Keystone XL. Iba a cubrir una ruta de más de 1800 kilómetros, desde Canadá hasta la costa de Texas. Ahora EE. UU. no tiene esa extensión de tuberías y necesita petróleo.
«Fue una decisión muy negativa para EE. UU. porque si hay un crudo seguro, más que el de las cavernas, es el de Canadá. Son países que nacieron juntos y Canadá nunca le va a suspender el crudo. Pero esto lo miraron por el tema ambiental y esas cosas que buscan los socialistas».
Hay otro factor. El crudo de las reservas tiene una calidad diferente. Es más liviano y no coincide muchas veces con las necesidades de refinerías, indica Romero. Eso explica por qué liberar barriles no produce tanto efecto en los precios, como los que se sacaron hace unos meses.
A todo este contexto se suma que Biden también pidió al Congreso aplicar multas a aquellas empresas con terrenos públicos que no los estén explotando. Se calcula que son unos 12 millones de acres con 9000 permisos de producción. Es una disputa que para el experto también está politizada.
El objetivo de Joe Biden es efectivamente hacer uso de las energía consideradas limpias. Además, EE. UU. ha pasado a ser más exportador que importador. Pero lo cierto es que a su decisión de liberar reservas de petróleo se le ven varias costuras. El veredicto se verá en el corto plazo con el mandatario esperando que otros países se unan a su iniciativa.
Mientras tanto, el verdadero reto está en Europa, con países casi completamente dependientes de la energía rusa y con el reto de crear sus propias reservas estratégicas, así como construir instalaciones para recibir gas licuado de otras naciones y prescindir o disminuir la dependencia de Moscú.
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