Corrupción y separación de poderes
Esta semana el Consejo de las Américas presentó su informe sobre la lucha contra la corrupción en la región en el que Venezuela ocupó un poco sorprendente último lugar
Esta semana el Consejo de las Américas presentó su informe sobre la lucha contra la corrupción en la región en el que Venezuela ocupó un poco sorprendente último lugar.
El informe se elabora a partir del índice de Capacidad para Combatir la Corrupción que usan expertos a fin de evaluar la capacidad de un total de 15 países latinoamericanos para “detectar, castigar y prevenir la corrupción”.
El nada privilegiado puesto que ocupa Venezuela tiene mucho que ver con una institucionalidad inexistente, el solapamiento de las funciones de Gobierno, Estado y partido, la inexistencia de controles y contrapesos, que terminan haciendo de los recursos públicos un botín donde todos quieren meter la mano.
Por razones políticas, este Parlamento electo en 2020 y la Contraloría General han renunciado a sus tareas de control asignadas en la Constitución. Desde el Ejecutivo no hay rendición de cuentas y la Fiscalía y el Poder Judicial no frenan la impunidad.
Es por eso que, la institucionalidad democrática y la separación de poderes son algo más que inventos exuberantes occidentales, constituyen la base para evitar que los criminales de cuello blanco se apropien de los fondos que deben ser usados para el bienestar de la sociedad.
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