LOS MIGRANTES QUE DESAPARECIERON SIN LLEGAR A SUS DESTINOS
No todos los venezolanos que han huido por tierra o mar
de la narcodictadura de Nicolás Maduro llegaron al destino donde esperaban
refugiarse para recuperar la calidad de vida que su ominoso régimen les robó en
aras de la siniestra peste del socialismo del siglo XXI, engendro político del
teniente coronel ® Hugo Chávez.
Algunos murieron en el camino o devorados por el mar.
El 29 de octubre de 2019 la periodista Eileen García, de El
Nacional, señaló que “En lo que va de año, el
Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM ha registrado la muerte y
desaparición al menos de 95 venezolanos. 84 de ellos en ruta hacia Trinidad y
Tobago o Curazao, 9 en tránsito por Colombia, Brasil y Ecuador, y 2 en la
frontera entre México y Estados Unidos”.
Y continuó:
-Esperar
en Dios, sin perder la fe ni la esperanza. Así viven algunos venezolanos, con
el anhelo de volver a ver a ese ser querido que desapareció en tierras lejanas,
mientras escapaba de la crisis política y social que azota al país.
Es el
caso de Miriam González. Su hijo Armando Arias, de 26 años de edad, desapareció
en Cúcuta, Colombia, el 3 de mayo de 2019. Con una actitud tranquila, pero con
la mirada perdida en el recuerdo de la última vez que supo de él, contó a El
Nacional que todas las noches le pide a Dios que lo cuide y le abra los caminos
para su regreso.
Relató
que Armando salió de su humilde comunidad en el Estado Miranda hacia la frontera del vecino país el 3 de diciembre
de 2018. Cuatro meses después, regresó para buscar
a su esposa y a sus dos hijos.“Él se fue por la situación de crisis, para tener
un mejor futuro. Y cuando se
estabilizó, volvió y se llevó a su familia. Eso fue el 18 de abril”, recordó. Sin embargo, a finales de ese mes fue
detenido por funcionarios de la policía de Cúcuta
acusado de trabajar en las trochas.
Armando
y otro compañero estuvieron en una celda tres días. “Cuando salió, lo pusieron
a limpiar el patio de la Comandancia y luego le dieron la boleta. La esposa lo
fue a buscar, pero él le dijo que lo esperara en la casa porque de ahí se iría
para allá. Ella se quedó esperando y nunca llegó”.
Después
explicó:
-De
acuerdo con el testimonio de la esposa del hombre con quien Armando fue
detenido, ellos, al salir de la zona policial, tomaron un taxi. Mientras iban
en el camino, llegaron varios motorizados, los hicieron bajar del carro y se
los llevaron.
“Ella
dice que se cansó de esperarlos. Dado que su esposo no llegó en la noche ni al
siguiente día, comenzó a indagar. Le decían que los habían matado, entonces
cuando ella preguntaba si habían visto los cuerpos, le respondían: ‘Me
dijeron’. Y así corrió eso. Nadie los vio”, aseguró Miriam.
“Dentro de mí, sé que mi hijo está
con vida”, dice la mamá de Armando Arias | Cortesía
Recuerda
que cuando recibió la noticia de la desaparición de su hijo, sintió una presión
por no saber nada de él, pero jamás sintió que estaba muerto como cuando le
mataron a su otro hijo. “Dentro de mí, y todavía lo mantengo, sé que mi hijo
está con vida”.
Miriam
viajó hasta Cúcuta para saber de Armando. Al no recibir información en la
Comandancia donde estuvo detenido su hijo, decidió ir hacia la montaña. Allí,
habló con dos paracos, pero fue en vano.
“No
sabemos nada de él y no pregunte más porque no le podemos dar información”, fue
la respuesta que recibió. Luego le recomendaron que no cruzara más barreras
porque la podía agarrar la guerrilla.
“En
esos días caminé por otros senderos, avenidas, calles, visité la morgue
averiguando y nada. Entonces me dijeron que él no está muerto sino que está
entre los verdes, o sea, con la guerrilla”.
Con
un fuerte dolor en el alma y una gran desesperación, regresó al Estado Miranda,
Venezuela. No denunció la desaparición de su hijo por miedo.
La
desaparición forzada de migrantes es un fenómeno que ocurre en muchos países
del mundo y existen diferentes factores que contribuyen a que se reproduzca.
Luego
indicó:
-Sobre
los migrantes venezolanos, la OIM registró, en el año 2018, 42 venezolanos
fallecidos en su trayecto migratorio, de los cuales 20 murieron en ruta hacia
Curazao y Aruba, y 22 mientras cruzaban la frontera con Colombia, en tránsito
por ese país y Ecuador.
Posteriormente
señaló:
-Ligia Bolívar,
investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la UCAB, aseguró
a El Nacional que la desaparición de migrantes puede
ocurrir en el marco del tráfico y trata de personas, durante los procesos de
detención y deportación, o en medio de la captación a la fuerza por grupos
armados irregulares.
En
este último caso, Bolívar dice que no se denuncia por temor. “Saben que ese
familiar está en manos de delincuentes y que cualquier denuncia pone en peligro
su vida. Esa es la gran tragedia con este tema”, aseveró.
La
investigadora puso el ejemplo del reclutamiento de jóvenes por parte de la
guerrilla para el raspado de la coca, donde los ponen a trabajar en condiciones
infrahumanas.
“Cifras
sobre esto no existen, además porque las mismas familias tienen miedo de
denunciar. La generación de temor contribuye al silencio”, agregó.
Bolívar
también afirmó que los controles migratorios que han impuesto países como
Ecuador, Perú, Chile y Trinidad y Tobago, además de no frenar la ola de
personas que huyen de la emergencia, contribuyen a la desaparición, ya que
muchos venezolanos ingresan por vías irregulares y eso supone algún tipo de
riesgo adicional.
(…)Así
ocurrió el 16 de mayo del presente año. Ese día, Venezuela se estremeció con la
noticia de la desaparición de 33 personas que viajaban de Güiria a Trinidad y
Tobago en la embarcación Ana María.
En
el grupo se encontraban seis miembros de una familia que viajó desde Maturín
dos meses antes para embarcarse en el trayecto que les cambiaría la vida:
Katerin Berra; Dylan Berra y Victoria Berra, de tres y cuatro años; Maroly
Bastardo, Antonio López y Luis Guanipa.
Desde
el comienzo, el plan era viajar en el bote de Juan Vegas, pero por problemas
con el motor, se canceló.
Al
ver la oportunidad de realizar el viaje con Alberto Abreu, no lo pensaron dos
veces. Alejandra Peinado, prima de los desaparecidos, recordó que a las 8:00 pm
de ese día recibió la noticia de que la embarcación no llegó a su destino.
“Mantuvimos la fe y pensamos que seguro se
había retrasado porque paró en otro puerto. Pero nuestra desesperación creció
pasada la medianoche y ellos sin llegar. Al
otro día, se nos cruzó por la mente que se habían ahogado. Fue muy fuerte para
nosotros. Pensábamos en los niños”, narró a El Nacional con
voz entrecortada.
Pese
a ello, mantenía las esperanzas porque su prima y la esposa de su primo tenían
salvavidas, al igual que los pequeños. “Entonces, ‘ellos podían flotar. Los van
a encontrar’, decíamos en ese momento, pero no fue así. En el mar no se halló
nada”.
Aseguró
que fueron días y noches muy largas desde que decidieron viajar a Güiria para
buscar respuestas. Recibían llamadas tras llamadas, pero ninguna con buenas
noticias.
“Al
pasar los días, ya sospechábamos que ellos no podían estar muertos y allí es
cuando se conoce que el capitán del barco es el único sobreviviente y tiene antecedentes
penales por la trata de personas”, aseveró Alejandra.
Sobre
las investigaciones, afirmó que no ha pasado nada, nunca han recibido ningún
tipo de respuesta por parte de las autoridades venezolanas ni trinitarias.
“Nos
entrevistamos con la fiscal, fuimos con la Guardia Costera y hasta hablamos en
el Cicpc, pero no nos ayudaron. Nos cerraron la puerta en la cara. Mis
familiares en Trinidad fueron a la Embajada de Venezuela. Ahí les tomaron las
declaraciones, pero tampoco les dieron respuesta. Nos decían que estaban
haciendo la búsqueda, pero no era verdad”.
La
periodista apuntó además:
-Tanto
Alejandra como el grupo de familiares que la acompañó en el viaje hasta Güiria
fueron amenazados de muerte. Ante el temor, decidieron regresar.
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