EL TÍTERE UN SIMPÁTICO
PERSONAJE QUE DELEITA A LOS NIÑOS
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ermano menor del teatro, el títere es tan antiguo como las
otras expresiones artísticas que el hombre ha creado para su deleite.
Históricamente surge en los ritos y fetiches que sustentaba la mitología del
hombre primitivo.
Fue el arqueólogo
francés Gayet quien en la tumba de la bailarina Jelmit, del Antiguo Egipto,
localizó la que hasta el presente se consideraba el antecedente más remoto del
títere: una barca con una casita que guardaba en su interior varios muñequitos,
uno de los cuales representaba a la diosa Isis y era movido por hilos.
Precisamente
Herodoto asegura que en los ritos de Osiris los egipcios utilizaban unas
estatuillas articuladas movidas con cordeles. En Grecia, donde los títeres
alcanzaron un alto grado de desarrollo, según un tratado de Aristóteles
traducido por Apuleyo en el siglo II de nuestra era, los titiriteros eran
precisos y hábiles. Sócrates utilizaba algunas veces un títere para comunicarse
con los ciudadanos atenienses.
EN
VENEZUELA. No
se sabe a ciencia cierta cuándo llegó a Venezuela este simpático personaje
definido por el Diccionario de la Real Academia
de la Lengua
como “figurilla de pasta u otra materia, vestido y adornado, que se mueve con
alguna cuerda o artificio”. Probablemente haya llegado en la maleta de los
misioneros, y que éstos lo utilizaron como instrumento para comunicar a los
indios su exótico mensaje. De todas formas cuando se haga la historia del
títere en Venezuela, no es posible olvidar a un personaje argentino que llegara
al país en 1967, Javier Villafañe, y que fuera visitando nuestra ancha y larga
geografía en una extraña misión: sembrar el territorio patrio de títeres. A
este hombre, seguramente, se debe el auge actual del títere en Venezuela, como
también a Freddy Reyna y Favián de León.
Hoy en día
existen grupos de títeres no solamente en Caracas, donde además de un teatro dedicado exclusivamente a
presentar funciones titiritescas, se encuentra también el Grupo “Cantalicio” de
la Universidad Central de Venezuela, que ha hecho muy popular entre la chiquillería
caraqueña el personaje “Nariz de Chancleta” (hasta cartas le escriben los
niños), “El Guácharo”, del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes; el
grupo “Porque un día salga el sol sin nube que lo oscurezca”, “El Hueco del
Anillo”, el grupo “Alpargata”, “Los Monigotes” y “Papagayo”, sino también en
diversas ciudades del interior.
En Maracaibo
funcionan regularmente varios grupos, siendo el más famoso “El Chimpancé Champata”; en Barquisimeto, el
grupo “Los Tumangueros” hace las delicias de la chiquillería barquisimetana; en
Valencia, el grupo “Ríe” y “Cebra”; en Maracay, “Malarín”, de la Dirección de
Malariología del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, cuyas actuaciones
no solamente divierten a los niños de Maracay y distintas ciudades del país,
sino que también orientan en materias sanitarias; en Puerto La Cruz, los grupos
“Boom” y “Muñecote”; en Cumaná, “UDITO”, de la Universidad de Oriente; en
Maturín, “Sapote”, también de la Universidad de Oriente, y en Ciudad Bolívar,
“Juan Tinaja”.
A Margarita
llegó el títere por la puerta grande, a raiz del decreto Nº 44 DEL Ejecutivo
Estadal de fecha 6 de junio de 1974, que crea la “Escuela de Folklore, Teatro y
Títeres”, entre otras razones para llevar a este simpático personaje a toda la
geografía neoespartana, no solamente dentro de los propios planes de la
institución, sino mediante efecto multiplicador, a través de las personas que
se forman en ella. Sin embargo, este centro educativo cuenta con un grupo
estable, el “Mapire”, formado por los primeros titiriteros que recibieron
instrucción en sus aulas. Es dirigido por el propio profesor que ha tenido la
responsabilidad de entrenar a los pioneros del títere en la región, Gustavo
Oval. Este grupo tuvo su primera presentación en público el 20 de junio de
1975.
PARA
QUÉ EL TÍTERE. Si bien al títere se le utilizó en
sus remotos orígenes como instrumento de comunicación litúrgica, transmitiendo
a la feligresía las Sagradas Escrituras, presentando funciones con temas como
“La Asunción de la Virgen”, “El Drama de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”
y hasta “El Drama del Arca de Noé”, representado con millares de muñecos
mecánicos, hoy en día, además de divertir, cumple una función pedagógica al
servir de ayuda a los maestros en la transmisión de sus enseñanzas.
La importancia del títere ha sido puesta
de manifiesto por diversos personajes. Por ejemplo, cuando Carlos V de España
se retiró al monasterio de Yuste, llevó consigo al célebre Juanelle Turriani,
un titiritero muy famoso de la Corte
Española. Y Luis XIV tenía en palacio el famoso titiritero Dominique Normandin
para divertir al Delfín de Francia.
Filósofos, dramaturgos y poetas de la
categoría de Platón, Aristóteles, Shakespeare, Voltaire, Goethe, Anatole France
y García Lorca han manifestado su simpatía y amistad por el títere. También el
poeta inglés Lord Byron, cuya predilección lo condujo a expresar: “El que no
ama a los títeres no es digno de vivir”. Sin embargo no ha faltado la frase
peyorativa: “Los titiriteros son gente vagabunda, que tratan con indecencia las
cosas divinas”. Esto último por la vulgaridad que en cierta
etapa de su historia adquirió el títere, principalmente en España, donde era
utilizado para distraer a la gente y luego robarla.
Ondas de Margarita.
Octubre-Noviembre de 1975, pp. 33-34.
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