Maestras wayuu integran la cosmovisión indígena al currículo oficial
80 % de las docentes en el municipio Guajira son mujeres. A ellas se les debe la preservación de la memoria y la práctica cultural bilingüe
Norma González – 17/07/24
Frente a la deuda histórica del Estado venezolano, en materia educativa, para con los pueblos y comunidades indígenas de La Guajira zuliana, las docentes wayuu desarrollan varias estrategias pedagógicas para integrar al currículo oficial la cosmovisión de los pueblos originarios y, de esta forma, preservar la sabiduría ancestral.
En el estado Zulia existen diversas culturas, con usos y costumbres propias, con sus lenguas maternas y su cosmovisión particular entre ellas wayuu, añu y yukpa.
En el caso específico del municipio Guajira, éste está conformado por cuatro parroquias, todas con una ubicación geográfica en particular: la parroquia Sinamaica, que es el espejo de agua dulce en donde conviven los wayuu y añu, ambos pueblos originarios; la parroquia Elías Sánchez Rubio, que es una tierra fértil para la siembra y la cría de ganado; las parroquias Guajira y la Alta Guajira, donde están los pescadores, los criadores de caprinos y las mujeres que con sus manos hábiles tejen atractivas mochilas que encanta a propios y a visitantes.
El pueblo wayuu es notable por su trabajo textil. El tejido para esta comunidad es más que una práctica cultural y herencia de sus ancestros, es una forma de concebir y expresar la vida tal como la sienten y la desean.
En esas zonas la cosmovisión wayuu, tiene una práctica cultural basada en el valor espiritual y en las vivencias dentro del entorno natural en el que habitan.
Algunos de los aspectos resaltantes de la cosmovisión es la oralidad y el respeto por la sabiduría femenina (Ouu’utsu), que es la autoridad espiritual.
Son una comunidad autónoma, autoconsciente, caracterizada por un conjunto de valores y creencias compartidas, con una lengua propia, un sentido de pertenencia real o imaginario. Son un conjunto de grupos hermanos ancestrales, con un profundo arraigo al territorio.
Enseñanza intercultural
Precisamente, para conservar ese conjunto de creencias, valores y ese sistema de conocimientos, las maestras han puesto en marcha propuestas pedagógicas que promueven la esencia de la cultura ancestral en el municipio Guajira.
Berkeley Reverol, director de Centro de desarrollo de la calidad educativa indígena parroquial (CDCEI), señaló que actualmente 80 % del personal académico está conformado por mujeres wayuu, que cumplen funciones de directoras y docentes de enseñanza intercultural bilingüe.
“Las mujeres, en la región, han sido pioneras en el ámbito educativo, se han destacado por su liderazgo y son ejemplos para otras wayuu. Han fomentado la integración de la cultura y tradición wayuu en el proceso educativo”.
Entre ellas, resalta Leobadi González, vocera parroquial de Educación Indígena, Intercultural y Afrodescendientes, quien lidera el programa radial Apünajaa wayuwaa (sembrando el ser wayuu), un espacio educativo y cultural que busca fortalecer en los niños, niñas y adolescentes el respeto hacia los mayores, y, con ello, el propósito de prevalecer como grupo indígena, uno de los más numerosos del estado: representan el 11 % de la población zuliana.
La Guajira está ubicada al norte del estado Zulia. Tiene una extensión de 2.369 kilómetros y una proyección poblacional de 75.000 habitantes. Este territorio es el hogar de la comunidad wayuu.
González invita a este espacio a los sabios de las comunidades, que son expertos en la medicina tradicional, en los cuentos de sus tierras y son los conocedores del tejido local.
“La idea es impulsar la formación de los más jóvenes, con un alto sentido de identidad cultural, de manera que sea un individuo integralmente comprometido con sí mismo y con su comunidad, es decir, para que aprendan a vivir en una sociedad pluricultural”.
Con esto, dijo, queremos mostrar a los niños nuestras costumbres, que son una herencia de nuestros abuelos. “En esas personas hemos descubierto esos libros vivientes, que nos ayudan a transmitir los conocimientos y el legado de nuestros pueblos y a conservar los nichos lingüísticos”.
Los cuentos, bailes y el idioma wayuu forman parte de la cosmovisión, y los “libros vivientes” (que también son las abuelas que aún mantienen firmes los valores) les enseñan de dónde vienen y a dónde van como pueblo originario. “Cuando les inculcamos a nuestros estudiantes estos valores estamos garantizando el fortalecimiento de nuestra cultura, que se ha venido debilitando por el paso de los años”, señaló González.
Contó que también reúnen a los estudiantes con los sabios en espacios abiertos de la comunidad, donde relatan historias en su lengua materna, narran sobre el pastoreo, hablan de la tierra, la siembra y otras faenas que realizan las mujeres wayuu.
Con estos relatos refuerzan las tareas formales en el salón, combinan con los números y el alfabeto, para mejorar la pedagogía propia.
Además, de promover la tradición oral, hay otra herramienta de enseñanza, pero a través de los “libros viajeros”, muy usados en la unidad educativa Rafael Uriana.
Mary Polanco, quien es docente de cultura, señaló que estos libros elaborados por los mismos estudiantes, una vez a la semana, son trasladados a otros planteles para que los alumnos tengan el conocimiento y aprendizaje de la memoria ancestral más cercano y vivo.
Y, para hacer más dinámico el trabajo, las maestras se ajustan a las efemérides tradicionales; así van integrando la cultura oaccidental con la indígena.
En primaria y media general, las maestras incluyen cuentos, adivinanzas y canciones en wayunaiki; y para el cierre del proceso de aprendizaje, hacen un concurso de lectura y escritura en el lenguaje originario.
En este evento final, seleccionan a los mejores estudiantes de los 17 territorios de la parroquia Guajira, como una manera de alimentar la motivación, crear y fortalecer los referentes generacionales.
Foto: Ella es una majayut, la señorita en lengua wayuu, seleccionada para representar a su escuela
Memoria y recreación
Con esta propuesta, las docentes buscan el rescate de la identidad cultural y del nicho lingüístico, en medio de una crisis estructural que socava el proyecto educativo nacional.
Aún así, la profesora Rosiany Fuenmayor mencionó que en ellas prevalece su origen y las formas de investigarlo y documentarlo cada día. Y en las maneras de hacerlo se adaptan a los modos de vida de la comunidad. Por ejemplo, en la Unidad Educativa Sonia Amparo Gómez hacen unos encuentros que se llaman picnics literarios, una iniciativa adaptada de una experiencia de niños alijuna (no wayuu) que se reúnen para trabajar la convivencia y recreación.
Foto: Niña de la etnia Añu, ella es la Mayuucha, es decir la señorita que representa a su escuela en los festivales.
Fuenmayor señaló que “es como una recolección de la memoria del pueblo wayuu, a través de los cuentos, mitos, leyendas, experiencias, lo que nos permite reflexionar sobre los valores guardados en la memoria. Nos sirve para investigar esos aprendizajes que se obtienen en la casa y se refuerzan en las instituciones educativas”.
Pero todas estas estrategias no se quedan ahí, pues cada año las escuelas de La Guajira zuliana se reúnen para el Festival Educativo Cultural, una actividad que realizan los maestros y estudiantes, específicamente de 97 centros educativos, y cuyo fin es promover los valores culturales a través de la investigación.
Los participantes seleccionan un tema en específico, pero siempre enfocado en las tradiciones familiares para reforzar el sentido de pertenencia, debilitado también por los procesos de migraciones indígenas transfronterizas desde Venezuela.
“Pocha” lucha por mantener su identidad
No solo las docentes llevan adelante esta propuesta. Se unen también sabias como Ana Estela Nava, del clan Apushana, también wayuu. Ella es una aliada en el abordaje de esta metodología, pues aprovecha los escenarios de las instituciones educativas, foros y otros eventos para estar presente y para defender su identidad. Levanta su voz y hace el llamado a las mujeres de no permitir perder la cultura.
“La tecnología es muy valiosa, pero también tiene su lado negativo. Hoy en día, la juventud pasa todo el tiempo en un teléfono sin la supervisión de sus padres, y es ahí cuando se pierde nuestra identidad, música, gastronomía y vestimenta. Antes, los abuelos debajo de una enramada colgaban los chinchorros, con nosotros a su lado y nos contaban cuentos. Nos divertía escuchar los pasajes de Waleker, sobre tío conejo en wayuunaiki y otros mitos que nos hacían imaginar los personajes. Esas tertulias ya no se ven”, resaltó Nava.
Destacó que la tarea, ahora, está en los hombros y en las manos de las mujeres wayuu, quienes inculcan todos esos saberes a sus hijos.
Con los aportes y relatos de esta mujer, de 78 años, las maestras documentan los libros viajeros y alimentan los picnics literarios que se esparcen por toda la Guajira.
En definitiva, estas propuestas pedagógicas emergen por el afán de preservar la memoria indígena, aún cuando muchas de las escuelas del municipio están en condiciones precarias y el ausentismo escolar se siente en los salones, como consecuencia de la falta de servicios como agua, luz y transporte.
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