Llorar las pascuas
Tradición margariteña
En mi tiempo,
aquí en Margarita, se usaba muy poco la palabra Navidades, en su lugar era
corriente Pascuas, para designar la venida del niño Jesús, hasta la llegada del
año nuevo.
Recuerdo, que cuando era niño, antes
de llegar el 31 de diciembre, aparecían por mi casa, en la calle Arismendi de
Porlamar, casi amaneciendo, unos señores que andaban solos, con una tamborita,
o una perolita a guisa de tambor y algunos utilizaban su sombrero de cogollo
como charrasco ó cuatro imaginario y cargaban un muñequito con pañales; algunos
se disfrazaban de mujer, se ponían un vestido muy colorido, se pintarrajeaban
la cara con colorete y se pintaban grotescamente los labios y algunos, hasta se
pintaban un lunar en la cara; la cabeza se la cubrían con un sombrero grande de
cogollo llamados “pavas”, que solo los
usaban las mujeres y estaban confeccionados con clinejas de diferentes colores,
para darles un toque femenino.
Estos personajes que pasaban por mi casa,
llorando Las Pascuas, por lo general, venían de El Poblado, Palguarime o La
Cruz Grande, entraban a las casas y se sentaban
en el piso del zaguán y comenzaban a cantar aguinaldos a capela y a
llorar, lamentándose de la muerte o partida del año viejo, lo hacían con
lamentaciones y llanto; por lo general
eran miembros de alguna de las diversiones que recorrían las calles de Porlamar,
alegrando los diferentes barriadas. Una
de las exclamaciones más usada por esos parranderos era: ¡Ay como se
fué... ¿por qué te fuiste?; y otras del mismo tenor, muy parecido a los
clamores de los deudos, por algún ser querido, en los velorios en la isla de
Margarita. Total, que hacían una especie de drama acompañados de lágrimas y
llantos con estertóreos ocasiónales; el muñequito
que cargaban, simbolizaba al nuevo año
que estaba por llegar.
Los dueños de las casas, le brindaban ron con ponsigue o cualquier licor
que se tuviese a la mano: vermut cerveza,
anís vino Pasita, etc. También era costumbre darle algunas monedas como
aguinaldo, que las utilizaban para comprar más licor y seguirse animando y
proseguir su peregrinar por las casas de la cuadra, hasta que el cuerpo
aguantara. Mi tío Victoriano preparaba un ron con ponsigué “cargado con
bastante ron”. Y cuando lo hacía, era como un alquimista satánico, que se reía
al adicionarle más y más ron y decía:
¿Cómo irán a quedar esos pendejitos, cuando se tomen dos guamazos de este
bicho?.
Una risita maquiavélica, no lo abandonaba hasta
que colocaba el corcho a la la garrafa,
para que se madurara y se conservara
bien hasta el próximo año.
Como dato
curioso, ni mi papá José Jesús Fernández ni mi tío Victoriano, consumían alcohol,
ni café, ni fumaban; pero mi tío si se
fumaba un buen puro Cumanés, emulando a Winston Churchill, su héroe, del cual tenía un gran afiche a color, fumando
sendo tabaco y traído desde Trinidad, pegado en un tabique de su casa.
El ron con ponsigué, de tio
Victoriano, era muy aromático por sus ingredientes: clavo de especies y canela,
le agregaba también un poco de azúcar, los ponsigues estaban muy maduritos, el sabor y olor del
aguardiente era inconfundible; cuando estos amigos que lloraban las pascuas, cruzaban de la calle Arismendi hacia la Igualdad, con
destino a la bodega de Santo Arocha, en procura de más ron, para reponer el
bastimento, como decían, ya caminaban tataretos y zigzagueando. Las amas de las
casas visitadas, los despedían con una bendición y les entregaban un paquetico
contentivo de un pastel (hallaca margariteña), para que comiesen algo por el camino y desde la puerta de la calle
le decían:
¡Que Dios y la Virgen
te cuide y te proteja…mijoooo!, y se persignaban.
Jesús ( Chuíto) Fernández Rodríguez.
Porlamar, comienzo
de las vacaciones de Diciembre 2024.
Copla de aguinaldo Pascuero. ( Maracucho)
La
pascua debiera ser
de
cuatro en cuatro semanas,
para
no perder ganas
de cantar y de beber.
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